Novena
Santísima Trinidad - 3
UNIDAD
Muchos miembros, un solo cuerpo
(Vigilia de Pentecostés)
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TEXTO BIBLICO
"Toda la tierra hablaba una sola lengua con las mismas palabras... Pero un día se dijeron unos a otros: ... vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos." (Gn 11,1.4)
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REFLEXIÓN
¿Por qué existen las guerras? ¿Qué enfrenta a rusos y ucranianos, a Palestinos y Judíos? ¿Por qué estamos viviendo una situación tan fuerte de enfrentamiento entre nosotros a nivel nacional? ¿Porqué tantos divorcios, disputas entre padres e hijos, entre vecinos? La respuesta la tenemos en Babel. Babilonia (Babel), la ciudad donde los Judíos vivían en el exilio cuando se escribe el texto del Génesis, era el centro del mayor imperio del momento; lugar de "grandes torres", de observatorios astronómicos y templos de altura, donde cada familia rica construía su torre (zigurats de Babilonia) en competición unos con otros. El judío que escribe el Génesis ve en esa lucha por estar cada vez más alto el deseo de sobresalir de cada cual: "Una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos".
El texto es una explicación etiológica de por qué existen distintas lenguas; la razón la pone en que cuando las personas quieren sobresalir comienza la falta de entendimiento, porque el lenguaje que se usa des el de la soberbia y el egoísmo, la diferencia y la oposición. En Babel se da un fenómeno opuesto al de Pentecostés. Cuando se derrama el Espíritu Santo sobre los apóstoles y salen a predicar, la diversidad de lenguas no es obstáculo para el entendimiento: "«¿No son galileos
todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en
nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia,
de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que
limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay
cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua». (Hch 2, 7-11).
¿Cuál es esa lengua que todos entienden? No es otro que el lenguaje del amor, la compasión, el perdón, el diálogo, la escucha y el respeto. Es el lenguaje de Dios. Cuando se usa esa lengua las barreras del idioma desaparecen. Una mirada amable, un gesto de ayuda, un extender la mano para compartir el pan, un acto de atención a un enfermo, etc. no necesitan de palabras. Lo que cuenta aquí es el espíritu con el que uno se acerca a otros.
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Pentecostés es la fiesta de la unidad de Dios que se revela en el Espíritu. Una de las imágenes de la Santísima Trinidad es la que presenta a Dios Padre como el Amante, el Hijo como el Amado y el Espíritu Santo como el Amor que fluye entre ellos. Es el Espíritu Santo el que obra la unidad. Así se rebela en la historia de la salvación: por obra del Espíritu Santo la divinidad se une a la humanidad en el seno de la Virgen María, es el Espíritu Santo que Jesús recibe en el Jordán el que congrega a las gentes en torno a Jesús; y es el Espíritu Santo el que es expirado en la Cruz: "Jesús, clamando con voz
potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró" (Lc 23,46).
Jesús trajo el diálogo de Dios a la humanidad. "Ahora, gracias a Cristo Jesús, los que un tiempo
estabais lejos estáis cerca por la sangre de Cristo. Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha
hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad. (Ef 2,13-14). Jesús es dador del Espíritu, que "procede, viene del Padre y del Hijo"; En la cruz de Jesucristo, el Padre, "quiso reconciliar todas las cosas, | las del cielo y las de la tierra, ¡haciendo la
paz por la sangre de su cruz!" (Col 1,20). La cruz nos trae el Espíritu, que sigue circulando por el mundo cuando cada cual le da cauce asumiendo su cruz desde la humildad y se entrega a la causa de la paz.
Si algo le falta al mundo de hoy más que nada es el Espíritu; más concretamente: una espiritualidad que coloque a Dios en el centro, que haga del Espíritu Santo el punto de referencia para todas las personas. El Espíritu Santo es el Amor de Dios capaz de unir a toda la humanidad. Cuando dejamos a un lado nuestras particulares torres de poder, saberes, ideologías, fama, etc. y nos dejamos llevar por el lenguaje del amor, entonces todos llegamos a formar "un solo pueblo". Pentecostés es la fiesta del encuentro, de la lengua que a todos nos sana y nos redime.
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El mundo materialista que vivimos necesita volver a la fuente de la Vida, necesita una espiritualidad de Amor que una y no divida; la espiritualidad del Amor. Hoy, digamos, "Ven, espíritu Santo, y concédenos la lengua universal que haga posible el mundo nuevo que Jesús nos tiene prometido".
Nos ponemos en manos del Amor de Dios y pedimos la paz para el mundo, para nuestro país, para nuestro pueblo, para nuestra familiar para nosotros mismos. Que nuestra unidad sea tan fructífera como la unidad de las personas de la Santísima Trinidad; es el Espíritu, Amor que fluye entre el Padre y el Hijo, el que actúa la unidad; dejemos que también el Espíritu Santo nos una a todos en una sola familia.
Junio 2024
Casto Acedo
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