lunes, 3 de marzo de 2025

Miércoles de Ceniza (5 de Marzo)


EVANGELIO Mt 6,1-18

“Cuando hagas limosna, ... cuando oréis..., cuando ayunéis, ... lo note, no los hombres sino tu Padre, que está en lo escondido”.

*

Con el miércoles de Ceniza entramos en el tiempo de la Cuaresma. Y con ella volvemos a recibir la invitación secular a la conversión: “¡Conviértete, y cree en el Evangelio!” (Liturgia de imposición de la ceniza). Una llamada a replantearte la vida, para enmendarla ante Dios en un tiempo donde parece que somos los hombres los queremos enmendarle la plana a Dios. 

¿No hay más Dios que el hombre?

La cultura en la que cada vez parece estamos más inmersos deja entrever un credo que se presenta como nuevo, aunque no deja de ser un credo muy antiguo: “no hay más Dios que el hombre”. Vivimos en el encumbramiento de la criatura que se vuelve contra su creador. Adán (el hombre), tentado por la sabiduría mundana de la Serpiente, cede a sus deseos de “ser como Dios, conocedor del bien y del mal” (Gn 3,5), o como los habitantes de Babel, se lanza a la tarea del “hagámonos famosos” (Gn 11,4). Ignora que por ese camino lo que hace es perder el auténtico bienestar, que curiosamente está escondido (misterio) en la “obediencia” al único Dios verdadero. 

Seducidos por la Serpiente de la soberbia, la avaricia y la idolatría de la propia imagen, no encontramos, sin embargo, en estos ídolos la ayuda adecuada; y nos sentimos tremendamente solos. Terrible soledad que se exterioriza en las muchas y variadas formas de llamar la atención: a ver si así se fijan en mí y puedo mitigar el sufrimiento que me produce la soledad. La vida de muchos se ha transformado en una carrera por conseguir destacar y ser querido; ser protagonista sea como sea, aunque ello suponga vender mi alma (dignidad).

Convertir nuestras realidades.

En muchas manifestaciones de nuestra vida privada y pública se manifiesta el pecado del egocentrismo y su hija la soberbia de la que hemos de ser redimidos. Necesitamos conversión, volver a Dios,  darle la vuelta a  nuestras realidades:

*La política (que debería ser el arte de conducir y conducirse honestamente en la vida ciudadana) se ha transformado en un guirigay de toma y daca, de dimes y diretes, de donde yo digo digo, tú dices diego, política de fuerza y amenaza,  todo para mayor honra y gloria del partido o del político de turno, que más que procurar el bien común de los ciudadanos, procura el encumbramiento del político apoyado en una ideología demoníaca. 

La vida política necesita convertirse, renovarse... “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos” (Mt 6,1). ¿Acaso no actúan así muchos de los políticos de hoy? Para que se de una auténtica conversión-renovación de la vida política se precisa del político que busque la justicia y el bien del pueblo antes que la adulación y alabanza (a mayor gloria y gordura de su ego y puede que también de su cuenta corriente). Aquí Dios tiene mucho que decir, y en Jesús de Nazaret mucho que enseñar.

*La religión. En ella buscan las personas  cruzarse con el amor de Dios. Dios es amor. Ser cristiano no consiste tanto en amar a Dios cuanto aceptar el amor que Dios regala en Jesucristo; Dios nos quiere tal y como somos: débiles, pecadores, inseguros, poco atractivos,... Sin embargo, en nuestra soledad, no solemos confiarnos a Dios y preferimos usar la religión como excusa para ser considerados buenos, para obtener méritos ante Dios y ante los demás de cara a que nos acepten. ¡Qué tremenda soledad la del fariseo de la parábola!: “¡primero yo, segundo yo, y tercero yo!”; ¿no te suena esta canción?: “Os aseguro que el pecador bajó justificado a su casa, y el otro no” (cf Lc 18,9-14). 

Nuestra religiosidad se manifiesta a veces en “gestos externos”, en “autobombo”, en “lucimientos de cara a la galería”... falsedad que el mismo Señor  desenmascara en su evangelio: “Cuando recéis no seáis hipócritas... Cuando des limosna.... Cuando ayunes... (cuando vayas a la procesión, cuando lleves el “paso”, cuando hagas penitencia, cuando eches una mano al indigente, al vecino...) no lo hagas para que te vea la gente”; (cf Mt 6,1-6). Tu religiosidad-oración ¿necesita conversión? ¡Basta de rasgarse las vestiduras! ¡Es hora de rasgar tu corazón! (Joel 2,13).

*La vida social. También ésta necesita conversión. ¿No notáis que nuestras relaciones sociales son cada vez más frías? A medida en que  nos enriquecemos materialmente van empobreciéndose nuestras relaciones humanas. Es como si tuviéramos miedo al otro. Hemos empezado a ver en el otro más una amenaza que una ayuda. No sólo nos estorba Dios sino también el prójimo; no queremos compromisos con nadie, porque tememos hipotecar con ello nuestra libertad. ¿No vive momentos bajos la auténtica amistad? ¿No ha perdido el compromiso matrimonial mucha de su fuerza e intensidad? 

Necesitamos convertirnos a unas relaciones de pareja, sociales, vecinales, amistosas, de mayor calidad humana. Y no basta para ello con pertenecer o colaborar económicamente con alguna organización que atienda a los que lo necesitan. ¿No será más necesaria tu entrega personal, tu cariño, tu presencia... que tu dinero? Una buena oportunidad la Cuaresma para acercarte y tocar al enfermo, al inmigrantes o al indigente, una oportunidad para plantearte tu implicación personal en Cáritas.

*La vida familiar. También por la familia murió Cristo, “el cual, por nosotros se hizo pecado para que por él quedemos justificados” (2 Cor 5,21). Se habla de “renovación” del modelo de familia, y se ha llegado en España a la legalización civil de otros modelos de convivencia en pareja a los que sólo eufemísticamente podríamos llamar "matrimonio". Pero ¿es esa la conversión que Dios quiere? ¿Es esa la renovación de la vida familiar que necesitamos? ¡Ya está bien de presumir de ser los más modernos, los más libres, los más justos!.

El ocaso del compromiso familiar se está poniendo de manifiesto en el descenso de parejas que se atreven a contraer matrimonio. Además, ¿no oímos hablar constantemente de violencia doméstica o de “género” (eufemismo de “sexo”)? ¿Cuál es la familia que Dios quiere? ¿Qué tengo que cambiar en mis relaciones matrimoniales y familiares? ¿Significa algo para mi familia el apellido de “cristiana”? Preguntas básicas para abordar luego una renovación familiar a la luz de Dios.

*La persona. No podemos olvidar que somos personas, que tenemos una individualidad y una dignidad que no puede ser sometida a nada ni a nadie más que a Dios. La persona, tu y yo, estamos muy solos. No nos estimamos lo suficiente. Por ello buscamos desesperadamente la seguridad en los dineros y los pedestales; por eso recurrimos una y otra vez al cuidado constante de nuestra propia imagen. 

Parece que lo importante no es lo que somos, sino lo que aparentamos. Por eso despreciamos al anciano o al enfermo, porque creemos que la debilidad y el envejecimiento del cuerpo es la misma debilidad y envejecimiento del ser personal. Por eso andamos obsesionados por el cuidado del cuerpo, por dar una imagen “guapa” de nosotros mismos, por eso mismo queremos tener tal coche o tal casa, o hacer tal o cual viaje de vacaciones... porque, acostumbrados a ver en los demás “lo que tienen” (apariencia) y no “lo que son” (realidad), queremos que nos quieran, y para ello hacemos gala de todo lo que creemos que nos puede hacer “amables”. Nuestra vida, nuestra mentalidad vital, está pidiendo conversión, reorientación, antes de que nos desespere y nos destruya tanta máscara.

 *

Hoy empieza la Cuaresma. Tiempo de hacer un alto en la vida. Tiempo de análisis. Tiempo de reflexión. Tiempo de evaluación. Tiempo de conversión. Dios está de tu parte; ¿dónde estás tú? Recuerda que el cambio, la conversión, como el amor, comienza por uno mismo.  Dice san Pablo: “Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Porque él dice: ´En el tiempo de la gracia te escucho, en el día de la salvación te ayudo´. Pues mirad: ahora es el tiempo de la gracia; ahora es el día de la salvación” .(2 Cor 6,1-2). Revisa qué facetas de tu vida (política, fe, relaciones, actitud personal, familia, etc.) están pidiéndote un cambio.

¡Buena y provechosa cuaresma !

Marzo 2025
Casto Acedo

2 comentarios:

  1. Buf! Muy exigente D. Casto! Dios me ayude!
    Julia

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    Respuestas
    1. Más que exigente (¡cuidado con caer en el moralismo!) es conveniente (un camino de realización personal con Dios).

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