Novena
Santísima Trinidad - 2
MISERICORDIA
La perfección del amor
TEXTO BIBLICO
Mt 19,16-20
“Se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Él le preguntó: «¿Cuáles?». Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo». El joven le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?”
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REFLEXIÓN
Hablar de Dios es complicado. Por eso los predicadores tendemos a comentar los evangelios extrayendo de ellos sólo lo que nos enseñan acerca de “qué tenemos que hacer para ganar la vida eterna". Jesús mismo se limita a señalar los preceptos necesarios para ir al cielo: "no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo". El problema es ¿hay alguien que cumpla estos preceptos fielmente?
Reducir tu vida cristiana a una serie de “cumplimientos” no está mal, pero, si las cualidades del ser son “verdad, bondad y belleza”, no basta la bondad para ser feliz; porque ¿quién me dice qué es lo bueno que tengo que hacer? Para eso se precisa añadir la verdad; y además está la belleza, sin ella la vida es árida y fría. Por eso el que se acercó a Jesús, a pesar de ser bueno (“todo eso -los mandamientos- lo he cumplido”, aún no estaba satisfecho, e insiste: "¿qué me falta?"
¿Me basta con ser cumplidor para ser feliz? Creo que estoy haciendo en mi vida todo lo que Dios quiere que haga; creo que no me salto ningún mandamiento, ¿por qué me da la sensación de que me falta algo? Puede que te falte la perfección del amor, que no es sino la misericordia.
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Observa a la Santísima Trinidad. Es PERFECCIÓN EN EL AMOR: tres que se aman de tal manera que llegan a ser sólo uno. Las personas ya cumplen entre ellas, se aman. Pero el amor nunca es verdadero cuando es un amor cerrado. Tiene necesidad de abrirse a amar no solo lo amable sino también lo que no lo es tanto. De este modo, del seno de la Trinidad el Padre envía al Hijo para acercar a nosotros su DIVINA MISERICORDIA.
Observa a Jesús, enviado por el Padre para dar testimonio del amor Trinitario. No sólo ama a las buenas personas que encuentra en su camino; también ama a quienes por sus malas obras no parecen ser tan buenos: criminales, ladrones, prostitutas, publicanos avariciosos, adúlteros, etc. La “justicia distributiva” -pagar a cada uno según su conducta- se le queda corta a Dios y va más allá; sin negar ni cerrar los ojos al pecado mira con ENTRAÑAS DE MISERICORDIA a los pecadores. Así se muestra el amor de Dios-Trinidad, un amor sin límites.
En su misericordia Jesús va más allá de las apariencias; no identifica a los pecadores con sus pecados sino que entrando en el corazón de los pecadores ve personas que sufren y que no son felices. Y los ama como son y los perdona. Y espera que su toque de perdón y amor les cambie. Eso es misericordia, compadecerse de la miseria humana, miseria que no consiste en los pecados en sí sino en sus raíces; la soberbia, la violencia, la envidia, la avaricia, etc. son la basura que se origina en un corazón alejado de Dios. Lo verdaderamente trágico no son los actos pecaminosos sino la cloaca de donde salen todas esas basuras; Jesús sufre en sus entrañas cuando ve a un hermano que seducido por el mal le ha dado la espalda al Padre.
Misericordia es perdón; y Dios -como deja claro la acogida de Jesús a los pecadores- ama con misericordia infinita a las personas, y con su exceso de amor limpia las cloacas del alma enlodadas por el exceso del mal. Dice san Pablo que “la prueba de que Dios nos ama es que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rm 5,8). Es un misterio de amor; Dios nos ama tanto que está dispuesto incluso al sacrificio -un don inmerecido- con tal de limpiar las cloacas de donde brotan todos nuestros males. La Cruz -esa que en nuestra imagen lleva el Hijo en sus manos- es la perfección del amor.
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Contempla hoy a la Santísima Trinidad como Dios misericordioso, perfecto en su amor; y no dejes de intentar ser como Él. A quien acudió a Jesús para manifestarle que no estaba satisfecho con sus “cumplimientos religiosos” -ley del mínimo esfuerzo-, Jesús le dijo: “Vende todo lo que tienes”, es decir, deja a un lado tus ideas de un amor rácano y contenido, “y sígueme”, sé misericordioso como mi Padre del Cielo es misericordioso. Ama incluso a tus enemigos. ¿Es imposible? También Jesús te responde: «Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo». (Mt 19,26).
Pide hoy a la Santísima Trinidad: conocerle en su misericordia e imitarle con un corazón misericordioso como el suyo.
6 de Junio de 2025
Casto Acedo
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