viernes, 20 de junio de 2025

Corpus Christi


TEXTO BÍBLICO
1 Cor 11,23-26
Hermanos:

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios.




Misterio y presencia

De Misterio en Misterio. Seguimos celebrando lo “increíble”: Resurrección, Ascensión, Trinidad y ahora Corpus Christi, fiesta en la que se invita a afirmarnos en otro Misterio, el de la Eucaristía: ¡Este es el Misterio de nuestra fe!

He dicho que celebramos lo “increíble” no en el sentido de que no se pueda o deba creer sino en el hecho evidente de que facultades humanas como la mente y los análisis empíricos de la realidad no darán crédito a lo que decimos creer sobre el Pan Eucarístico. Que Jesús está real y verdaderamente presente en su humanidad y divinidad en el pan y el vino consagrados en la celebración Eucarística, es humanamente increíble. Es necesaria la revelación de Dios y la percepción de su inmenso amor para intuir desde el amor humano este Misterio; como cuando Felipe le preguntó a Jesús: “Muestranos al Padre”, y le respondió: "¡Tanto tiempo conmigo Felipe y aún no me conoces!. Quien me ve a mi ve al Padre" (Jn 14,8)

Tan presente como estuvo el Jesús histórico, y de manera histórica también, Jesús se hace y permanece presente en la Eucaristía. No es “como si fuera Jesús”; Él mismo dice “yo soy el Pan de vida”, y en la última cena no dice “Tomad y comed ...Tomad y bebed... como si este pan y este vino fueran mi cuerpo y mi sangre”, dice “Esto es mi cuerpo... Esta es mi sangre”. Ciertamente es este un gran Misterio que requiere crucificar la razón científica y echar mano de la razón amorosa.

*

En el sacramento de la Eucaristía Jesús sigue entrando en la historia. Dicho de un modo más cercano: Jesús sale al encuentro de la humanidad y entra hoy en la vida de las personas como lo hizo hace dos mil años.

El había dicho: “yo estaré con vosotros hasta le fin de los tiempos”, y aquí cumple su promesa. No es el único lugar de encuentro con Él; también sigue estando presente en su Palabra, en los reunidos en su nombre (Iglesia) y en los pobres ("lo que hacéis a uno de estos pequeños a mí me lo hacéis"). Todos estos modos de presencia se concentran en la Eucaristía, porque en ellas la Palabra revela y hace posible el Sacramento, éste convoca y alimenta a la Iglesia y ésta bendice a quienes reconocen a Dios en la debilidad humana (Cáritas).

Acción de gracias, memorial

Como signo de presencia y salvación instituyó Jesús el Sacramento de la Eucaristía. Cada día, especialmente cada domingo, la Misa es el eje en el que el cristiano hace profesión de fe participando en el rito y comiendo del  pan de Dios. 

La Misa es llamada, convocatoria; las campanas llaman a poner en escena el ser Comunidad en torno a una misma mesa; también la Misa es ocasión para deleitar al alma en el encuentro con el Señor y los hermanos; y también la Misa es la oportunidad de sellar el compromiso con la causa de Jesús; “haced esto en memoria mía".  ¿Qué es lo que hay que hacer? Ciertamente debemos repetir el rito, pero la memoria de una persona no se hace simplemente recordándole con la mente o con gesto que le recuerden; la Eucaristía no es simple memoria sino “memorial” (en griego "anamnesis"),término que implica hacer presente un acontecimiento pasado de forma viva y real. Jesús invita:  comed de mi carne, transformaos en mí, participad de mi vida, imitad mi entrega, haceos Eucaristía, como yo; que vuestra vida sea una acción de gracias como lo fue la mía.

A la participación plena y consciente del misterio eucarístico sólo se accede comulgando por la gracia con una vida eucarística, es decir, una vida desapegada del mundo y entregada a Dios en  acción de gracias; esto significa Eucaristía "Eu" (bueno) y "charis" (gracia, favor). La palabra griega original eukaristía significa "acción de gracias", "agradecimiento" o "expresión de gratitud".


Sagrario y procesión

Es evidente que Jesús, en la última cena, dijo “tomad y comed, ... Tomad y bebed”; no añadió expresamente que su presencia seguiría estando en el pan y el vino más allá del momento de la Cena. Sin embargo, hay testimonios de que los primeros cristianos llevaban a los enfermos y encarcelados parte del pan consagrado a fin de hacerles también partícipes  de la riqueza del Sacramento.

Con el tiempo se llega a plantear si Jesús está presente en las especies eucarísticas en virtud de la reunión de la Iglesia (donde dos o más se reúnen en nombre del Señor, como destaca san Agustín) o si la presencia permanece más allá de la celebración (postura que parece defender san Anselmo). Las discusiones se hicieron famosas en la Edad Media, y fruto de ello es la aparición de los sagrarios y el culto de adoración en torno a él, y las primeras procesiones con el Santísimo Sacramento.

Siglos después, y como respuesta a la herejía luterana que negaba la presencia real y permanente de Jesús en las especies, el concilio de Trento define como verdad de fe que “después de la consagración del pan y del vino, se contiene verdadera, real y sustancialmente nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre... que acabada la comunión sigue presente en las hostias o partículas consagradas,... que es lícito reservar la Sagrada Eucaristía en el Sagrario, .... qué también es lícito llevarla honoríficamente a los enfermos... y que se le puede celebrar en fiesta llevándole solemnemente en procesión y ser públicamente expuesta para ser adorada”.

A partir de este Concilio la fiesta del Corpus Christi adquiere relevancia. No se puede negar que en ella tuvo parte la reacción contra los protestantes que negaban la presencia de Cristo en las especies eucarísticas más allá de la Cena. No es de recibo que en Toledo, la entonces capital del imperio español garante y defensor de la doctrina católica frente a Lutero, tenga lugar la más sonada procesión del Corpus; también son relevantes las de Sevilla y Granada, lugares donde se quería dar por superado cualquier renacer islámico o judío. Este origen reactivo del culto eucarístico no quita riqueza a la verdad de la fe, aunque sí debe prevenirnos del peligro de fanatismo eucarístico. Jesús no nos da el sacramento para lanzarlo contra los que lo niegan sino para el encuentro de todos en Él.

Deberíamos recuperar la procesión del Corpus Christi, el rito eucarístico diferencial de este día, como momento importante para hacer profesión de nuestra fe en Jesucristo, Dios humanado, que pasó y sigue pasando entre nosotros haciendo el bien y liberando a los oprimidos por el diablo (Cf Hch 10,38). Pero recuperar ese sentido místico de la procesión sólo es posible deconstruyendo la parafernalia turística que envuelve la fiesta y redescubriendo su núcleo: el reconocimiento de la Presencia de Dios entre nosotros y la adoración de Dios en las calles.

La procesión del Corpus debe ser un acto de fe y oración, no una expresión de poder y autoridad de la Iglesia. Tampoco debe entenderse como un espectáculo público donde la Custodia se exhibe y se pasea entre gentes que no saben bien qué es lo que hacen y para qué están allí. Que Jesús dijera en su pasión “perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,33) no justifica que podamos seguir tratando su Misterio sin el debido respeto.

La procesión del Corpus no es una procesión cualquiera. No sacamos la imagen de un santo para dedicarle un culto de veneración; es el mismo Dios presente en la Eucaristía quién pasa por nuestras calles, y merece reconocimiento y culto de adoración. Pregunto: ¿están nuestras comunidades y nuestro pueblo suficientemente catequizado al respecto? Pregunto. Y animo a descubrir en fe la riqueza que se abre en nuestras calles el día del Corpus: “¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche" -dice san Juan de la Cruz-. Es el mismo Dios el que pasa ante nosotros cuando pasa la Custodia; aunque nuestro entendimiento esté limitado a la vez por la oscuridad y la certeza de la fe: 

Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida
aunque es de noche. 

Aquesta viva fuente que deseo
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.

"Aunque es de noche", es decir, aunque sea sólo con los ojos de la fe, podemos ver cómo Jesús pasa  por nuestras calles en el Corpus. Tal vez los versos del santo Carmelita parezcan más apropiados para un tiempo de oración ante el sagrario en la intimidad de un templo; pero no podemos renunciar al ejercicio de la fe durante la procesión de este día, aunque el ambiente secularizado que nos envuelve haga que la fe se ejerza en mayor oscuridad. 


El Corpus Christi invita a la conversión, a abrir los ojos del alma para ver la Presencia de Dios en la Custodia; alto honor es saberte en Presencia de Dios-Eucaristía; y más alto honor es percibirte de ello y digno de custodiar (cuidar, proteger) al mismo Señor que pasa a tu lado, no sólo en el Sacramento del Pan, sino también en los empobrecidos y descartados del mundo. 

Hoy, día de Caritas,  Jesús te dice: estoy  contigo, ánimo, mantén vida la esperanza. Como Iglesia, Sacramento y Cuerpo de Cristo, estamos llamados a decir al mundo: "Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza". Contemplar la Eucaristía ha de llevar a ser eucaristía, entrega generosa,  para el  mundo.

¡Feliz día del Corpus!
*
Junio 2025
Casto Acedo


1 comentario:

  1. No es comparable a ninguna procesión. Es el Señor que sale a buscar a los que no le buscan.
    Gracias una vez más D. Celso.
    La semana pasada estuve en Lanciano contemplando y el Milagro eucarística.

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