EVANGELIO
Lc 19,29-40
En
aquel tiempo Jesús iba hacia Jerusalén, marchando a la cabeza. Al acercarse a
Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos
diciéndoles: - Id a la aldea de enfrente: al entrar encontraréis un borrico
atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os
pregunta: “¿Por qué lo desatáis?, contestadle: “El Señor lo necesita”.
Ellos
fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los
dueños les preguntaron: -¿Por qué desatáis el borrico?
Ellos
contestaron: -El Señor lo necesita.
Se
lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos, y le ayudaron a montar.
Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y cuando se acercaba
ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados,
se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían visto,
diciendo: ¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo
y gloria en lo alto!
Algunos
fariseos de entre la gente le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
El replicó: - Os digo que, si éstos callan, gritarán
las piedras.
¡Palabra del Señor!
*

La Semana Santa es una excelente oportunidad para entrar en ti y discernir cristianamente todo lo que en estos días pasa por tu cabeza y tu corazón. Ya sabes que el ambiente secularizado en que vivimos no invita a interioridades, que ha decaído la práctica de hacer una lectura creyente de la vida y los días de la semana santa suelen leerse más como oportunidad de asueto y dispersión para unos y de negocio turístico para otros. ¿Podrás desmarcarte de todo esto? Merece la pena hacer un esfuerzo. Difícil, pero posible.
Aquí tienes unas notas para enfocar la Semana Santa de un modo nuevo.
Estrenar vida
La primavera, de la que esperamos signos meteorológicos propios de ella, despegó hace unos días. La Semana Santa no se celebra en primavera por casualidad. Son fechas en las que la vida comienza a florecer. En el sur huele a azahar y tomillo. Los cerezos y almendros florecen, en parques y jardines brotan las plantas y el aire huele a frescor y flores. La creación está de estreno estos días.
Un viejo refrán reza que el “el domingo de Ramos, quien no estrena no tiene manos”, o dicho con otras palabras: quien no renueva (compra, adquiere) algo en su vida estos días es que está manco, paralizado o muerto. Así, el Domingo de Ramos, es cada año una llamada a renovar, a dar los últimos retoques al traje nuevo tejido en el taller de vida espiritual de la Cuaresma.
Para la renovación deseada el primer paso es entrar con Jesús en la Ciudad Santa. ¡Anímate! ¡Estrena vida! Date la oportunidad; no dejes que el racionalismo y el materialismo consumista del hombre viejo emboten tu mente; abre la puerta de tu corazón y deja que Jesús, que viene a ti humilde y pacífico, a lomos de un asno, entre en tu casa, en tu interioridad.
Para facilitarle la entrada aléjate de todo lo que te disperse, disfruta de tiempos de silencio, de alguna lectura espiritual sólida, de la charla con quien te pueda ayudar a conocer a Jesús y conocerte más a ti mismo o a ti misma. Deja por unos días el cuidado obsesivo por distraerte (distracción es dispersión) y dedica tiempo a concentrarte y gustar de tu interioridad.
Turismo interior
Puedes planear para estos días un viaje de turismo interior, un viaje por los parajes y paisajes de tu alma. Para ello has de huir de los ruidos exteriores e interiores, porque en el silencio oyente (obediente) puedes encontrar el espacio vital que necesitas para un cambio de vida.
Haz una procesión de silencio recorriendo tu morada interior; recurriendo a santa Teresa contémplate como un castillo habitado en su centro por un Rey. Paséate por tu alma, conócete y céntrate en Cristo. Vives en las periferias del castillo, enajenado, lejos de ti, y en Dios te regala estos días para centrarte, para apropiarte de tu vida, mirarte y vivirte desde el hondón donde Él te habita.
La procesión de Ramos es todo un símbolo del paso que te invito a dar. Partes de la Plaza pública (exterioridad), foro profano por excelencia, lugar de mercado y negocios, ágora de discusiones y polémicas, punto de fricciones económicas e ideológicas, y desde ahí te diriges al templo (interioridad), ámbito de lo sagrado, zona de escucha, espacio de silencio, morada de Dios.
Dejando atrás el dominio de la sensualidad, el cálculo y de la razón práctica, adéntrate en el reino de lo sagrado, donde el Misterio te abre a lo insospechado. Semana Santa es tiempo para experimentar más allá de los sentidos, lo que “ni el ojo vio, ni el oído oyó; lo que Dios tiene preparado para los que lo aman” (1 Cor 2,9). Ese Misterio insondable no es un nuevo descubrimiento de la física, ni el último teorema matemático, ni la más reciente moda filosófica, ni un nuevo y emocionante invento; es una persona: Jesucristo, “misterio mantenido en secreto durante siglos, y revelado ahora para nuestra salvación” (Rm 16,25-26).
Para ayudarte en el proceso de recogimiento y turismo interior, para tu encuentro con Jesús, la Iglesia te ofrece una serie de protocolos: bendición de ramos, misa de la cena del Señor, memoria de la Pasión, adoración de la Cruz, renovación del bautismo, mesa eucarística…, además de otras muchas oportunidades, como pueden ser los viacrucis o las horas santas. Todos estos recursos los tienes a tu disposición para lograr un mayor acercamiento a Dios, que se deja ver más que nunca en estos días.
Procesionar con Cristo
Dedícate estos días santos a procesionar con Cristo sin ritualismos ni teologías, tocando la Verdad desnuda, palpándola con los dedos del alma, con los pies descalzos, sintiendo en tu piel el Misterio que es Dios. Y si sientes que "Dios es", y que tú eres con Él porque su Espíritu habita en tu espíritu, nada ni nadie podrá zarandear tu vida. Porque en Cristo encuentras un cimiento sólido; en Cristo está toda la verdad que eres y todo el amor que estás llamado a ser y a vivir.
Entrar en la Semana Santa es entrar en Cristo, en su Persona. Así lo recomienda san Gregorio Nacianceno:
“Si eres Simón Cirineo, coge tu cruz y sigue a Cristo. Si estás crucificado con Él como un ladrón, como el buen ladrón confía en tu Dios. Si por ti y por tus pecados Cristo fue tratado como un malhechor, lo fue para que tú llegaras a ser justo. Adora al que por ti fue crucificado, e, incluso si estás crucificado por tu culpa, saca provecho de tu mismo pecado y compra con la muerte tu salvación. Entra en el paraíso con Jesús y descubre de qué bienes te habías privado. Contempla la hermosura de aquel lugar y deja que, fuera, quede muerto el murmurador con sus blasfemias. Si eres José de Arimatea, reclama el cuerpo del Señor a quien lo crucificó, y haz tuya la expiación del mundo. Si eres Nicodemo, el que de noche adoraba a Dios, ven a enterrar el cuerpo, y úngelo con ungüentos. Si eres una de las dos Marías, o Salomé, o Juana, llora desde el amanecer; procura ser el primero en ver la piedra quitada, y verás también quizá a los Ángeles o incluso al mismo Jesús”. (Oficio de Lectura del Sábado de la V Semana de Cuaresma).

Dios te hace estos días una oferta espiritual de temporada. Y no se me ocurre nada mejor que aconsejarte que aproveches la oportunidad. En Semana Santa tendrás más tiempo para adentrarte en los parajes más recónditos de tu alma; no te distraigas no sea que te pierdas. Un buen mapa para llegar a tu destino es el evangelio, un buen guía: Jesucristo. ¡Buen viaje! Y espero encontrarme contigo para compartir en común y celebrar el éxito de tu viaje Nos vemos en el banquete de la Vida que celebramos el próximo Jueves Santo y repetiremos en la celebración de la Pascua en la noche del Sábado y volveremos a repetir el Domingo de Resurrección.
Lo que viene después de haber estado en Él y con Él es otra historia. No puedo describírtela, porque sólo la podrás ver con los ojos del corazón.
Otra reflexión de entrada en Semana Santa en:
Abril 2022.
Casto Acedo.
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