viernes, 5 de enero de 2024

Bautismo de Jesús (7 de Enero)



EVANGELIO
 Marcos 1,7-11

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.
Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

Palabra del Señor
*

Hay momentos en la vida en los que uno arriesga y se la juega. Pongamos el ejemplo de un  examen de oposiciones, o el día en que se contrae matrimonio o se da el paso de ordenarse sacerdote o consagrarse en una orden religiosa, o cuando se realiza una tarea arriesgada de la que se sale ileso y triunfante. Hablamos entonces del “bautismo de fuego”, de ese momento que supuso un paso importante en la vida de una persona y que marcó un antes y un después.

Es curioso que para expresar esos momentos clave se use la palabra “bautismo” como signo del “paso” de una situación a otra; incluso podríamos decir de un “ser” a otro: se era estudiante, ahora licenciado; se era opositor, ahora médico o funcionario; se era novio/a, ahora esposo/a; se era seminarista, ahora sacerdote; se era un policía novato y tras la prueba de fuego de una misión real arriesgada se es un policía experimentado y en toda regla. La palabra “bautismo de fuego” es usada aquí, pues, como un momento que indica el tránsito de una realidad de ser a otra, y por extensión de un modo de vida a otro.

Pues bien, el paso por el bautismo de Juan supuso para Jesús un acto crucial, un "bautismo de fuego" Acercándose al Bautista la vida de Jesús da un giro importante; pasa de ser privada a ser pública, de escondida a descubierta. El grano de trigo oculto en el hogar de Nazaret brota para dar fruto abundante en Jerusalén.

Jesús no tenía pecado y por tanto no necesitaba el bautismo de Juan que era un bautismo de conversión (Mc 1,4); sin embargo, realiza un gesto inaudito en su caso. Ha pasado treinta años de vida oculta. ¿Qué aprendió Jesús en esa etapa de su vida? Ha madurado humanamente, ha tomado conciencia de su especial filiación divina y ha decidido dar el empujón definitivo a su misión. Quien  no conoció pecado se mezcla con los pecadores (2 Cor 5,21) que acuden a Juan en busca de perdón. En este gesto de abajamiento y humildad  se hace visible su dignidad y su ser: “Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al espíritu santo bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: ´Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto´”.  

El Espíritu Santo viene a Él y le empujará y acompañará en su vida pública; cuando termine su misión él mismo enviará el Espíritu sobre los suyos para que continúen su misión (Jn 19,30; 20,22).  

Las  palabras que suenan en el momento en que Jesús se acerca a Juan y es sumergido en las aguas del Jordán adquieren su sentido pleno en la  Cruz. "Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!" (Lc 12,50). "¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?" (Mc 10,38) dijo a los Zebedeo. Ahí, en el momento en que el Hijo entrega  el Espíritu al Padre, se cierra el círculo que se inició en el Jordán. "Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto", escuchas estas palabras dirigidas a Jesús en la Cruz y lo entiendes todo.  Es el predilecto, el primero, porque se ha hecho en la cruz el último. 

En el contexto del bautismo Juan presenta a Jesús como "el cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29),  y con esas palabras sugiere que volvamos la mirada a la cruz, donde pende ese Cordero Redentor, donde todos los pecados del mundo golpean su cuerpo y, al ser asumidos por Él somos liberados de ellos por la infinita misericordia de Dios. "Sus heridas nos han curado" (Is 53,5; 1Pe 2,24). En la cruz está la fuente bautismal. El Siervo profetizado en Isaías en la primera lectura proclamada hoy ha cumplido su encargo (Is 42,1-4.6-7; cf Is 55,10-11).

* * *


La Fiesta del bautismo de Jesús es una excelente oportunidad para plantearnos el sentido que tiene para cada uno el propio bautismo. O el sentido que damos al bautismo de nuestros niños. ¿Significa algo  el bautismo? ¿Tiene alguna conexión con la realidad de cada día? Más allá del cumplimiento ritualista y la participación en unos cultos, ¿sería distinta tu vida sin el bautismo? Dicho más llanamente: te bautizaron con agua, pero ¿has recibido el  bautismo de fuego cristiano“Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Mt 3,11), dice el Bautista refiriéndose a Jesús.

Es día oportuno para preguntarnos si la prueba de fuego de nuestra fe la hemos superado, si en los momentos de tentación, de sufrimiento, de sinsentidos, de críticas, de dificultades familiares, en los momentos de cruz, hemos mantenido la fidelidad recurriendo a la fe en Dios Padre, manteniéndonos firmes como Jesús en la cruz; Él llevó su bautismo hasta el final. Y Dios Padre le resucitó. 

¿Y tú? ¿Esperas resucitar sin morir previamente a tu ego viviendo en entrega a Dios y a los hermanos como siervo? ¿Has llegado ya a sumergirte con Cristo en las aguas de la cruz? ¿Estás dispuesto a purificar tu alma de todo pecado crucificando y dando muerte a tu ego  para resucitar a la vida nueva?  Tu bautismo no solo te confiere una identidad, también te impone una tarea, cumplir la voluntad de Dios para tu vida, seguir su plan para ti. ¡Descubre y cumple la misión que Dios te ha encomendado! Acabas de iniciar un nuevo año, ¿no es una buena oportunidad para poner a dieta tu alma y dar un giro a tu existir? Plantéatelo.

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Enero 2024
Casto Acedo

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