miércoles, 20 de marzo de 2024

Domingo de Ramos (24 DE Marzo)

 


Jesús entra en Jerusalén

La Semana Santa es una semana de “pasos”, de pasar de fuera hacia dentro, de entrar en la realidad interior de la vida dejando a un lado la exterioridad.

Observa la entrada de Jesús en Jerusalén. Mientras se dirigía a la Ciudad Santa con sus discípulos, advirtió: ”El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días” (Mc 8,31). Al llegar a la ciudad es aclamado; el pueblo está eufórico, “Bendito el que viene, el hijo de David”, pero ¿qué sentirá Jesús? Me inclino a pensar que hay en él una serenidad contenida, una aceptación de su destino.

Había anunciado el evangelio acompañando sus palabras con gestos y milagros; los oídos de los sordos y los ojos de los ciegos se abrieron, la gente se hacía lenguas de Él. Pero ¿qué movía a aquella gente? La empatía de sus sermones, la belleza de sus parábolas, la bondad de sus milagros. Habían encontrado en Jesús una esperanza. Sin embargo, cuando les habla de que vendrán tiempos recios muchos se echan atrás. Estaban dispuestos a soportar una espiritualidad de emociones y vida fácil, de milagros y aplausos, pero no logran articular en sus vidas el paso de la cruz. Cuando le oyeron hablar de entrega, de darse en alimento para el mundo, de morir para redimir, “muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él." (Jn 6,66).

Jesús entra en Jerusalén con una espiritualidad madura. Contempla con agrado el recibimiento que le hacen. Es un signo profético: Jesús entrar como Rey triunfal en la ciudad. Jesús deja que el pueblo se exprese, que le aclamen como Rey descendiente de David (en realidad lo era), pero Él sabe que su destino es ser coronado de espinas, y su realeza es de servicio; será entronizado en la Cruz (INRI); los mismos que le aclaman hoy pedirán su vida el viernes. ¿No sería mejor huir? Tal vez, pero sería darle la victoria al mal, dejar sin esperanza al mundo. Él toma la decisión de aceptar la voluntad del Padre; la aceptación serena de lo que está por venir revela su altura espiritual.

Mi entrada en la Semana Santa

La pregunta para nosotros hoy es: ¿Cómo entro yo en Jerusalén? ¿Cómo entro en la Semana Santa? ¿Qué espero de ella? 

*Muchos no creyentes o los que se dan en llamar creyentes pero no practicantes entrarán en estos días como se entra a saco en unas vacaciones joviales. Con el regocijo propio de quien tiene unos días por delante para disfrutar aclamarán a Jesús el domingo de Ramos, pero no le seguirán al patíbulo, no estarán dispuestos a dejar sus cómodos menesteres para morir con y por Él. Cuando el viernes Santo lo vean con la cruz a cuestas puede que les apene verlo entrar en el templo, la basílica o la catedral, pero no le visitarán en los arrabales. Jesús murió fuera de las murallas.

 *También los habrá que, como Judas, sacarán el provecho de unas monedas aprovechando el atractivo turístico que provoca el sufrimiento de un crucificado de hace siglos que sigue haciendo notar su dolor.

*Y también habrá quienes se moverán en torno a Él según el protocolo y la conveniencia política, ¿me conviene estar en la procesión y los oficios? ¿perjudica mi imagen? 

*Habrá, en fin, quien se adentre en la Semana Santa viviendo a fondo su espiritualidad de muerte y de gloria, yendo más allá del folklore y del cumplimiento religioso. Puede que no sean muchos pero son la esperanza de la Iglesia.

Tú ¿Dónde estarás? ¿Qué harás estos días?  Yo te doy un consejo: haz como Jesús; no te dejes embaucar por el canto de las sirenas. No todo es trigo limpio en Semana Santa. Acepta que estos días son para muchos unos días de fiestas profanas como otras, aunque con un toque religioso, que no quiere decir evangélico. 

Te supongo con un crecimiento espiritual suficiente como para aceptar la realidad de la semana contemplándola desde dentro sin dejarte embaucar por ella. Acepta que tendrás problemas para hallar momentos de retiro y oración, incluso dificultad para asistir a los Santos Oficios de Jueves y Viernes y a la Solemne Vigilia Pascual. Acepta la dificultad, pero no te sometas a ella; acepta que otros no hayan alcanzado tu nivel de discernimiento, pero no renuncies a tus hallazgos y convicciones  espirituales que son las que deberán dictar tus actos.

A muchos de los habituales de la misa dominical, tal vez a ti también, estos días les supondrán un esfuerzo extra para asistir a los actos litúrgicos y de piedad. Parece una contradicción, pero es así.  Puede que estés de vacaciones y tendrás más tiempo para el silencio y la oración,  sin embargo parece que en la disponibilidad del tiempo no encajan los Oficios religiosos de la Pascua; estoy en una ciudad extraña, ¡no me apetece asistir a unos oficios religiosos lejos de mi lugar de costumbre!;  tengo visitas de fuera y ¿los voy a dejar solos? La hospitalidad es importante. Ha salido un día magnífico para estar en el campo ¿me lo voy a perder?. 

¡Decide! Y decide bien, porque dice más de tu fe o de la falta de ella que te pierdas los cultos de estos días que el hecho de que asistas fielmente en el tiempo ordinario. Es un síntoma de desequilibrio espiritual que no faltes ni un solo domingo a misa y, sin embargo, te ausentes en estos días tan especiales. Piensa que darle largas a Dios en sus días de fiesta mayor es como no asistir a tu boda y dejar plantado a todos, incluso a tu novia.

Entra con Jesús en Jerusalén sin titubeos, con decisión, como entró Él, con serenidad contenida, con sencillez, con los ojos y el corazón abiertos a lo que Dios te quiere decir. Entrar en Jerusalén es dejar que Jesús entre en tu vida. 

¡Feliz Semana Santa!

Marzo 2024

Casto Acedo

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