Novena
Santísima Trinidad - 1
GENEROSIDAD (Gracia)
Dar
sin esperar nada a cambio
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TEXTO BIBLICO
Epístola a Tito 3,3-7
“En otro tiempo, con nuestra insensatez y obstinación, andábamos por el camino equivocado; éramos esclavos de deseos y placeres de todo tipo, nos pasábamos la vida haciendo el mal y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna”. (Titi, 3,3-7)
Las relaciones mundanas se mueven por el esquema del do ut des, “te doy para que me des”; y a nuestra relación con la Santísima Trinidad solemos aplicarle inconscientemente el mismo criterio: le doy mis oraciones, misas, sacrificios, ofrendas... para que me escuche y me dé lo que necesito o deseo; o bien: me ha hecho un favor, ha escuchado mi petición y le respondo con algún gesto piadoso. Una relación más comercial que familiar.
¡Qué equivocados estamos! Porque, por mucho que des a Dios, has de saber que Él no necesita nada de ti; y todo lo que te da es pura gracia, pura benevolencia, no te debe nada. Piénsalo: ¿Necesita Dios que vengas a esta novena? ¿En qué se beneficia Él? Si Dios es la suma riqueza, la suma perfección, el sumo bien, la suma verdad, ¿qué podemos aportarle? Nada. Es precisamente él quien nos lo da todo; por tanto somos nosotros los únicos beneficiados.
Dios es GENEROSIDAD absoluta, GRACIA pura. Asistiendo a la misa, orando en la Novena, o cumpliendo promesas de caridad, no enriquecemos a Dios; nosotros somos los que nos enriquecemos porque mirando a Dios en la grandeza de sus dones aprendemos a conocernos como seres imperfectos, dependientes de Él, de los demás y de la misma naturaleza. Dice santa Teresa: “Mirando su grandeza, acudamos a nuestra bajeza y mirando su limpieza veremos nuestra suciedad; considerando su humildad veremos cuán lejos estamos de ser humildes” (1 M 2,9).
Mirando a Dios (Santísima Trinidad) descubramos que muchos de nuestros problemas y prácticamente todas nuestras insatisfacciones desaparecerían con sólo dejar de mirarnos el ombligo. Nuestro ego nos hace mucho daño. Dios no se mira el ombligo, al contrario, es pura donación, un “corazón siempre en salida”, que, sin tener necesidad de ello, mira en nosotros el bien que hacemos antes que el mal; y ama sin intereses a santos y pecadores, "hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos" (Mt 5,45).
¿No te escandaliza un poco esto? ¿No debería amar Dios a los buenos más que a los malos? Parece que sí, pero no; Él "no hace acepción de personas" ( Lc 20,21). Parece entonces que Dios bendice la injusticia y el pecado. No. Es misericordioso (mañana contemplaremos su misericordia). Bendice al pecador, porque su generosidad no tiene límites. Y si deja que el pecador cargue con su pecado no es porque Él quiera sino porque el pecador se empeña en seguir en su obstinación.
*
Contemplando a Dios aprendemos la verdadera generosidad, que es “dar sin apegos ni expectativas”. Así deberíamos amar y dar nosotros; viviendo el desapego de las riquezas, de la propia imagen o del prestigio social, y estando dispuestos a dar todo sin esperar nada a cambio. ¡Difícil, verdad! Pero no imposible para quien se llena del Espíritu de la Santísima Trinidad.
En este primer día de la Novena contempla a DIOS EN SU GENEROSIDAD, contempla la GRACIA de Dios. Un Dios que es así, que se da todo sin pedir nada a cambio: “Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento” (Tito 3,4-5).
Y desea hoy ser como es la Santísima Trinidad, misterio de generosidad absoluta. Ora a Dios con sor Isabel de la Trinidad: “Que yo sea para Ti, oh Trinidad, una humanidad suplementaria en la que renueve todo tu Misterio de amor y entrega generosa"
Trujillanos, 5 de Junio de 2025.
Casto Acedo
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