Novena
"El mirar de Dios es amar"
TEXTO BÍBLICO
Sal 139,1-5
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REFLEXIÓN
Decir que Dios
es omnisciente es decir que lo sabe todo, tanto lo visible como lo invisible,
lo pasado, lo presente y lo futuro. Conoce el corazón humano y los misterios más
profundos. No hay límites a su entendimiento. Su sabiduría es eterna (cf Rm 11,3).
En la formación
religiosa recibida hasta no hace mucho se abusaba de este atributo de omnisciencia de Dios para
atemorizara a las personas con un Dios que utiliza esta cualidad tan suya para
vigilar y controlar. Muchas veces hemos visto representada a la Santísima
Trinidad con un triángulo, cuyos lados o vértices representan a cada una de las
personas, con un ojo dibujado en el centro, como diciendo: ¡Atención, a ver que
haces, que Dios lo ve todo!.
Y ciertamente Dios lo ve y lo “sabe todo”, aunque a mi me gusta decir mejor que “conoce todo”. Puedo saber cosas de otra persona, de otras culturas, de ciencia, de filosofía, etc. Pero no es lo mismo saber algo de alguien que conocerlo. En el conocimiento hay una relación personal. Cuando se dice que Dios conoce a una persona, o que las personas conocen a Dios, presuponemos que hay una relación entre ambos.
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¿Qué tipo de
conocimiento tiene Dios? ¿Puedo conocer como Dios conoce? Hablando de los tiempos
mesiánicos Isaías dice que cuando llegue la plenitud de los tiempos “nadie
causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del
conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar” (Is 11,9). Con Jesús llega ese tiempo mesiánico; de Él se dice que tenía un conocimiento universal: “Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de
Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús
no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el
testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada
hombre”. (Jn 2,23-25). No os
asustemos, porque la mirada de Jesús al corazón del hombre no es una mirada inquisitorial
sino amorosa.
Sólo se puede amar lo que se conoce, y sólo se puede conocer lo que se ama. El odio impide conocer a alguien; cualquier cosa que hace o diga la persona odiada es puesta en tela de juicio; no se puede acceder al corazón de nadie a no ser por obra del amor. En este sentido la carta primera de san Juan habla de que "el que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor." (4,8). Sólo el amor te abre la puerta al conocimiento.
Decir que Dios nos conoce es decir que Dios nos ama. Sabe de nuestras debilidades, de nuestras infidelidades, pero su mirada sobre ellas no es la de un patrón explotador que reclama castigo, sino de un Padre que sufre el mal camino emprendido por el hijo y desea el retorno a la vida familiar (cf Lc 15). También yo, amando, puedo conocer como Dios conoce; el amor dará un enfoque de misericordia a mi visión de las personas y de las cosas.
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En este quinto día de novena acepta que Dios, Santísima Trinidad, te conoce; pero no imagines que está deseando para ti ningún
castigo por lo negativo que sabe de ti; lo que desea y quiere es tu conversión,
que vuelvas al amor primero con que fuiste creado, al amor primero en el que fuiste consagrado en su nombre; porque fuiste bautizado en el nombre el Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo.
No tengas miedo a dejarte conocer por Dios, no esquives su mirada sobre ti. "El mirar de Dios es amar", dice san Juan de la Cruz; por eso, el hecho de que te mire, te conozca y sepa de ti es lo mejor que te puede pasar. Ora con la conclusión del mismo salmo que nos sirvió de entrada: “Sondéame, oh Dios, y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos, mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno” (Sal 139, 23-24)
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10 de Junio de 25
Casto Acedo
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