jueves, 30 de noviembre de 2023

Despertar (I Adviento. 3 de diciembre)

 EVANGELIO 

Mc 13,33-37

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!".

Palabra del Señor


Calderón de la Barca, en La vida es sueño incluye un soliloquio donde Segismundo piensa en la vida y en su suerte;  es, sin duda alguna, el texto más famoso del teatro español; y entre otras cosas dice:

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

La condición humana no ha cambiado. Porque seguimos dormidos, viviendo en sueños, creyendo que somos lo que soñamos (pensamos) y ajenos a la realidad de lo que en verdad somos. Nos creemos despiertos, pero solemos estar dormidos. 

Vivimos en gran parte de ilusiones, instalados en fantasías que nuestra mente inventa para huir de realidades que resultan poco atractivas. Sueña el soberbio en su triunfo, el avaricioso en ser poseedor de un tesoro insuperable, el lujurioso sueña vivir en un inagotable placer;  se deleita el perezoso en una vida descansada, el goloso se relame degustando exquisiteces  en una mesa de abundancia; goza el poderoso y violento aplastando al débil los y disfrutando su venganza; y el envidioso, pobre hombre, vive la pesadilla de no poder gozar nunca lo que gozan los demás. Cada cual se monta su película convencido de que es quien sueña ser y vive lo que sueña vivir.

Ante una vida planteada así, dos gritos conectados atraviesan el tiempo de Adviento: ¡Despertad! y ¡Velad!. Primero despertar, que es tomar conciencia de quién soy y para qué estoy en el mundo; y, ya despierto, velar para no recaer en el engaño de la mente que me hace vivir en la mentira de que la felicidad plena se alcanza en los deseos de la carne. Sueño imposible.

*

¡DESPERTAD! "¡Despierta, tú que duermes" (Ef 5,14). Un grito para los de fuera, para los que aún no han conocido el templo de la fe y la interioridad, para los que viven en sus laureles o sueños. Es la llamada que Adviento dirige a quienes ni siquiera se han planteado que existe una realidad interior donde se forja el sentido de la vida. Son o somos muchos los que vivimos aún dormidos, nuestro verdadero ser se halla arrullado por las sábanas y las mantas del hombre viejo con que el mundo nos calienta y adormece.

¡VELAD! ¡MANTENÉOS DESPIERTOS! Es este un grito para los que ya dieron un primer paso de conversión y entraron al atrio del templo, para los que ya han recibido conscientemente la luz del primer bautismo  y caminan  hacia el segundo que es la Pascua definitiva. Si eres de éstos, mantente despierto, no te duermas, no vuelvas al sueño de la taberna, el lupanar y el espectáculo. No mates la vida que ya has conocido.
*


Tal vez entre estos dos grupos ("los que necesitan un despertar" y los "invitados a mantenerse despiertos") te has colocado mentalmente en el segundo, el de quienes ya han conocido el evangelio y han de mantenerse atentos para no ser confundidos. Sin embargo te aconsejo que comiences el Adviento considerando que aún puedes estar entre los dormidos. A veces confundimos la fe con un sueño más, con creencias nada acertadas.

Si observas tu vida puede que aún esté cubierta por edredones, mantas y sábanas que alimentan el sopor y  la pereza que te impiden despertar. Esas ropas que cubren tu lecho son  los caprichos, los aires de grandeza, las envidias, el deseo de aparentar, etc. que no te dejan ver lo que  realmente eres.

 Para despertar al ser verdadero, para vivir de veras,  has de comenzar por el despojo de todo lo que cubre tu ser genuino, todo aquello que te impide salir del acomodo en la periferia para vivir en tu centro. 

Parece un desatino, pero para despertar a la vida se ha de comenzar por la aceptación de la realidad de la muerte.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¡Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

La muerte física pone al descubierto qué es lo permanente y qué lo perecedero. La muerte despoja de abalorios. Despertar a la conciencia de la muerte hace volver a lo esencial, la conciencia de la vida interior, el Reino de Dios que anida en el corazón y se imbrica en los afanes de la vida; la muerte pone a quien la conoce  ante su "ser original" hecho a la medida de Cristo. Contemplando sin temor la finitud de la vida se saborea su esencia.

*

El mencionado segundo grito de Adviento es un consejo para quien ya ha despertado: ¡MIRAD, VIGILAD! Contempla y mantén los ojos abiertos. Porque aún no vives en el centro del Santuario; no vives desde tu centro, sigues en el atrio de los gentiles bajo la seducción constante de recaer en el sueño para huir de  realidades que no te agradan: ¡En Egipto se vivía mejor! (cf Nm 11,5). Para mantenerte despierto es importante que seas fiel a la oración, a la comunidad y al reclamo de Amor y del amor como remedios contra el cansancio y el sueño.

Aprovecha el tiempo de Adviento para despertar a lo imperecedero y eterno, al conocimiento y a la vida del Amado; y cuida que se fortalezcan los lazos y compromisos que te unen a Él. Esta es la llamada de Adviento. "Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará”. (Ef 5,14). “Velad, no sea que venga el dueño de la casa y os encuentre dormidos”. "Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil". (Mt 25,41).

Despierta y está atento al Señor que viene.

¡FELIZ ADVIENTO!

* * *

NOTA: Tienes otro comentario sobre el tiempo de Adviento como tiempo para despertar y vivir el presente, en este blog:

Noviembre 2023
Casto Acedo

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