EVANGELIO
"Dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando».
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite”.
Él le dijo:
“Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él contestó:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz.
* * *
Extraña parábola la que se nos ofrece este domingo; la podemos malinterpretar si no le añadimos la explicación que da el mismo Señor a continuación: “Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas" (Lc 16,9).
El texto no pretende alabar la mala actuación del administrador sino su astucia e inteligencia al invertir en beneficio propio. Y lo que el Señor quiere despertar en ti con la parábola es el interés por invertir tu vida en lo que más te convenga espiritualmente.
Yendo a lo concreto, Jesús te está diciendo que seas inteligente a la hora de organizar tus días procurando vivir feliz en el aquí como prefacio de acceso a la felicidad futura. Para ello conviene usar adecuadamente los bienes que se reciben, ¿y qué mayor bien que la vida misma? ¿Cómo aprovecharla del mejor modo? Poniéndola al servicio de lo que verdaderamente te va a dar la felicidad, que no es otra cosa que el amor. Porque mis bienes los puedo invertir en proyectos egoístas que me conducirán a la tristeza, pero también los puedo usar para practicar la compasión y la generosidad que me abrirán al gozo de vivir.
La pregunta de hoy para tu conciencia es esta: ¿Dónde invierto mis bienes? ¿Dónde mi tiempo? ¿Dónde mi saber? Porque de manera más o menos consciente solemos invertir en proyectos ególatras, mirando siempre salvar la propia imagen e intereses. Me explico: nos consideramos personas muy religiosas y buenas, cumplidoras, pasablemente justas, pero si miramos bien no lo somos tanto. Decimos creer en la igualdad de todos, en la sinceridad, en la bondad de ser honrados, pero lo cierto es que ponemos ante todo nuestros privilegios, mentimos o callamos la verdad si es preciso para mantener nuestra fama y estatus, y justificamos muchas maldades en nombre de nuestros derechos. Y así no hay modo de crecer, ni como personas y ni como comunidad de discípulos.
Una actuación de doble vida, no puede dar como resultado un vivir satisfecho, porque lleva consigo tensiones, incertidumbres o miedo a ser descubierto en la falsedad. Pasa cuando queremos nadar y guardar la ropa, servir a dos señores, encender una vela a Dios y otra al diablo. ¿Se puede ganar la vida y ser feliz así? No. Imposible vivir dos vidas. Para disfrutar de la vida hay que elegir lo mejor siguiendo la sabiduría divina, que es vivir en verdad, con y como Jesucristo. En Jesús encontramos el modelo de sabiduría que nos conviene: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6).
Jesús invita a mirarle a Él y a cambiar desde su ejemplo de vida honesta; sugiere desmantelar lo que de hipocresía haya en nuestra vida. Un hipócrita es un "actor" (eso significa la palabra griega que utiliza san Mateo para calificar a los fariseos); más que una persona maliciosa es una persona "engañada". Somos hipócritas cuando nos engañamos a nosotros mismos creyéndonos y poniéndonos cara de buenos.
¿Cómo exigir a Dios misericordia si no perdono a mi hermano? ¿Cómo buscar felicidad si hago infeliz a la persona con la que vivo? ¿Cómo exigir de Dios bondad si yo no soy bueno? ¿Cómo pedir justicia para mi si no soy justo en mis negocios? Imposible. No te engañes a ti mismo queriendo cambiar a otros si tú no cambias. Te conviene amar; sé astuto, sabes que si siembras amor cosecharás amor (San Juan de la Cruz). Lo primero es vivir la generosidad del amor cristiano, luego el mismo amor volverá a ti y llenará tu vida.
La buena inversión no es otra que la coherencia de fuerzas; invertir tus energías en potenciar aquello que te garantiza de veras la felicidad. Y la conversión comienza con pequeños cambios que preparan para los grandes: “El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto. Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?” (Lc 16,8).
Un ejercicio para este domingo puede ir en esta línea: descubrir mis engaños y crecer en sabiduría. Párate, pues, y revisa cuán ignorante y torpe estás siendo, o cuán sabio e inteligente. Me pregunto: ¿En qué medida soy coherente en mi vida? ¿Cuántas veces pretendo en mi ignorancia el imposible de servir a dos señores y ser feliz? , “ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo” (Lc 16,13).
Servir a un solo Señor, y elegir el mejor, es de sabios; servir a dos o más es de necios por lo que supone de dispersión, división interna y frustración. Por tanto, si detectas en ti algo que haya de ser cambiado, haz como el administrador de la parábola, negocia tus dones, y pon los medios necesario para proteger tu vida. Imagina que tus días se terminan, ¿crees quie tu vida ha merecido la pena? Siempre estás a tiempo de renovar tu corazón; ya sabes que si no eres coherente -"¿Qué es eso que me dicen de ti?"- serás despedido del grupo de los justos y felices. ¿No harás lo posible para evitarlo renegociando tu vida? Jesús te da la oportunidad. No la desaproveches.
Septiembre 2025
Casto Acedo
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