sábado, 2 de noviembre de 2024

Sobre el amor (3 de Noviembre)

EVANGELIO Mc 12,28b-34

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: -«¿Qué mandamiento es el primero de todos?» 

Respondió Jesús: -«El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos"».

*   *   *

Este domingo no podemos eludir una reflexión sobre el amor, un tema a la vez simple y complicado. ¡Cuánto se ha dicho y escrito sobre el amor! Sin embargo, el verdadero amor no se puede encerrar en palabras y discursos. 

El evangelio dice que “Dios es amor”, y es verdad; pero hay que precaverse de que la frase no funciona al revés. El amor no es Dios. En este caso encerramos a Dios en un concepto, o lo que es peor, a un modo de comportamiento, una moral, una ley; reducción de la religión a simple norma. 

San Juan de la Cruz sentencia que “el mirar de Dios es amar”, sustituyendo el sustantivo "amor" por el verbo "amar". Para evitar reduccionismos morales, ¿no es mejor decir que "Dios es amar", un verbo activo más que un concepto pasivo?

1.- Amar es escuchar a Dios,  advertir su presencia amorosa. Para ello es preciso disponerse abriendo los oídos y los ojos: "¡Escucha Israel. El Señor, nuestro Dios, es el único Señor”Es el primer mandamiento del mandamiento de Jesús: ¡Escucha! Pon tu atención en el Único. No amas porque hay demasiado ruido en ti, demasiado barro en la mirada, demasiadas ideas, creencias, irreductibles convicciones propias, … demasiados dioses. Tantos ruidos impiden el silencio que necesitas para acoger eficazmente la Palabra de Jesús y detectar donde has de actuar tu amor. ¿Recordáis la parábola del sembrador y la semilla? Si no hay tierra buena, si no hay escucha, si no hay oración, si no dedico tiempo a contemplar quién es Dios, no puede arraigar en mí el amor. Escucha, pues, la voz de Dios en tu corazón; este el prefacio del amor.

2.- “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. Este es el grueso del mandato. Lo dice el título de este blog: Primero Dios. Poner tu pensamiento, tu sentimiento y tu voluntad en Dios. Parece poco práctico, ¿no es mejor lo del amor al prójimo? "Amar al prójimo" se supone más práctico que "amar a Dios", pero ¿serías capaz e amar a tu prójimo sin que antes nazca en ti el sentimiento de pertenencia a una misma familia? ¿Y quién sino Dios te hace hermano de toda la humanidad? Tomar conciencia de la presencia de Dios, amarle y reconocerle es un punto de apoyo imprescindible para amar cuando los propios sentimientos te invitan a pasar del prójimo. Del conocimiento de Dios-amor nace la compasión universal, el amar a todos los hermanos y a todas las creaturas.

3.- "Amarás a tu prójimo”. Es la parte que mejor nos sabemos, pero ¿la vivimos? Nuestro amor a Dios, nuestro progreso en la vida espiritual, la calidad de nuestra vida de oración y participación en los cultos de la Iglesia, se mide con este termómetro: ¿cómo andan mis relaciones con mi esposo o esposa, mi pareja, mis amigos, mis compañeros de trabajo, los marginados, etc.? La práctica del amor al hermano verifica si mi amor al Padre Dios es genuino. A todo padre le gusta que sus hijos se amen con el mismo amor con que él los ama. Despreciar al hermano es despreciar a Dios.

4.- Y, finalmente “ama a Dios y al prójimo como a ti mismo”. Solemos leer  el “como a ti mismo” dándole un sentido de máxima exigencia; pero el adverbio “como” más que un aldabonazo a la conciencia y al esfuerzo es una constatación: al prójimo y a Dios sólo lo amas en la medida en que te amas a ti mismo; y con el "a ti mismo"  no nos referimos al “amor egocéntrico” o egoísta, sino al amor genuino a tu misma persona, el amor a tu vida, a tus circunstancias, tus capacidades, tu suerte de estar en el mundo. ¿En qué medida te valoras?, ¿cómo de importante te consideras?, ¿estás  satisfecho con tu vida?. Porque si no te quieres a ti mismo no serás capaz de amar a los demás; y, por supuesto, no amarías a un Dios que te da una existencia que odiases. 

* * *

Lee el mandato del Señor de atrás para adelante: comienza por conocerte en lo que eres, una persona amada de Dios, un hijo suyo, y ámate a ti mismo; ama tu vida, tu vocación. tu trabajo, tu familia, tu físico, ama todo lo que eres. Mira a los hermanos con amor, con el mismo mirar de Dios, que es “amar”; ama a tu prójimo como Dios lo ama, sin prejuicios ni discriminaciones, con amor bondadoso y  compasivo. Y para conseguir todo lo dicho pon a Dios primero, ama a Dios por la bondad que te ha mostrado al hacerte su hijo y darte el regalo de la familia de hermanos con quienes vives y convives; y no dejes de pararte cada día a hacer silencio para que, en medio de las tareas que te ocupan, puedas escuchar la voz de Dios que te dice: "Yo te amo, tú eres mi hijo, mi hija; me complazco en ti". Dios te ama,  merece la pena amar.  

Noviembre 2024

Casto Acedo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La tentación mesiánica (I Cuaresma)

Reflexión para el primer domingo de Cuaresma a la luz de la situación sociopolítica actual Las sorprendentes circunstancias internacionales ...