EVANGELIO
Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador
Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer
empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a
empadronarse, cada cual a su ciudad.
También José, por ser
de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a
la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que
estaba encinta.
Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el
tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo
recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
En aquella misma región había unos pastores que pasaban la
noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor
se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de
gran temor.
El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia
que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha
nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis
un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». De pronto, en torno al
ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo:
«Gloria a Dios en el cielo, y en la
tierra paz a los hombres de buena voluntad»
Palabra del Señor.
Navidad no es sólo un día, es un tiempo que abarca desde la
víspera del día 25, día propio de la fiesta, hasta la Epifanía del 6 de Enero,
aunque tanto este día como el día del Bautismo de Jesús, que se celebra al domingo siguiente, podemos incluirlos
también en el ámbito navideño.
La Navidad es una celebración llena de matices. Hay una navidad
laica, centrada sólo en lo folklórico; también hay una navidad con tintes sociales
que hace surgir en estos tiempos deseos de paz y justicia para todo el mundo;
también hay una navidad de tinte religioso, muchos son los que en estos días,
especialmente en la misa del gallo o en conciertos de villancicos u otros eventos,
se acercan a la Iglesia a celebrar; y finalmente hay una navidad espiritual,
preocupada por conectar interiormente con el Misterio en estos días.
Todos los matices son lícitos y en modo alguno excluyentes,
pero conviene aunarlos y no vivirlos por separado, porque entonces la Navidad
queda recortada o disminuida.
Hacemos hoy una referencia sencilla a la preparación y vivencia de la Navidad desde su sentido espiritual.
Decía un místico
del siglo XVII que “Si Cristo naciera mil veces en Belén y no en ti,
quedarías perdido para siempre” (Angelus Silesius).Navidad no trata simplemente de recordar y celebrar un acontecimiento histórico que ocurrió hace poco más de
dos mil años. No es el hecho histórico
del nacimiento lo importante; quien se queda estancado en la historia mata el
mensaje vivo de la Navidad que proclama: “Hoy os ha nacido el Salvador”.
¿De qué me sirve el nacimiento de Jesús si yo no renazco con Él a una vida
nueva en el Espíritu? Celebra el nacimiento de Jesús quien en estos días
también celebra su propio nacimiento espiritual.
No te quedes estos días en la memoria de unos sucesos
históricos. Lo pasado adquiere sentido si lo traes al presente, si te sientes
aquí y ahora afectado por lo ocurrido entonces. El evangelio pide ser leído en
presente; y de este modo adquiere una fuerza capaz de cambiar la vida de quien
lo escucha.
Tomemos un ejemplo. Leamos hoy el relato del nacimiento de
Jesús actualizado. San Ireneo dio razón del nacimiento de Jesús recurriendo a
su efecto sobre la humanidad. “Dios se hizo hombre para que el hombre se convirtiera
en Dios”. Es tarea nuestra aceptar y descubrir lo que de divino hay en en nosotros y
vivir desde ahí.
Dios sigue viniendo a nuestro corazón y nos sigue llamando a
vivir conforme a sus designios. Pero ¿acogemos a Dios en nosotros? ¿O somos
como los habitantes de Belén para quienes José, María y el
Niño pasaron desapercibidos? ¿Tanto ruido hay en nuestra posada que no escuchamos a los que están fuera y llaman?
Mira a tu interioridad y pregúntate cómo te vives estos días. Puede que estés agobiado y estresado por la avalancha de mensajes emotivos. O tal vez te te venza la nostalgia. No permitas que eso te ocurra. Si es necesario, condena tu iphone al silencio. Vívete. Abre tus oídos a la voz de Dios que llama a tu puerta en este día (en esta noche): "Estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,20). Jesús quiere cenar en la nochebuena contigo. Te esrtá l llamado. Déjale entrar en tu posada. Te hará sentir que eres de su familia, hermano de toda la humanidad. A todos invita Él a su casa, no cierres la tuya para Él. No te quedarás sin recompensa (cf Mt 10,42), recibirás el ciento por uno de todo el amor que le des. Trae para ti la Navidad, un nuevo nacimiento, una vida nueva.
Dos breves textos para meditar en este día; el primero de san Juan de la Cruz (letrilla navideña); el segundo de Santa Teresa:
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