EVANGELIO Mt 4,12-17
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
¡Palabra de Dios!
Los pecados capitales
En nuestros días son muchas las personas las que acuden a los centros de psicología demandando ayuda para llevar adelante su vida. Buscan luz que les ayude a salir de la oscuridad en la que parecen vivir. Antes de existir profesionales y centros de terapia psicológica las personas buscaban consejo recurriendo al confesor o al sacerdote o director espiritual. Hoy parece más común confesar las propias miserias al psicólogo que acercarse al confesionario en un apartado rincón del templo. Habrá que tomar nota de por qué han cambiado las cosas; no nos detenemos aquí a dar explicaciones.
Los desajustes personales que se confiesan al psicoterapeuta siguen siendo los mismos que antes se declaraban en el confesionario: problemas de caracteres fuertes que se resisten a la humildad (soberbia), de seguridad económica (avaricia), desajustes afectivo-sexuales (lujuria), impaciencia que conduce a impulsos violentos (ira), desorden en la alimentación por exceso o defecto (gula), desgana para el trabajo u otras actividades (pereza), o tristeza por el bien ajeno (envidia).
A los pecados capitales se les describe en la antigüedad patrística como pensamientos o demonios. Y se escribieron tratados sobre ellos, como el Tratado práctico, de Evagrio Póntico (siglo IV), donde se exponen los “ocho pensamientos” (a los siete pecados que nos han llegado se le añade la acedia) y se dan consejos “contra los ocho pensamientos”. Cualquier estudioso que se acerca a este autor queda sorprendido por su finura psicológica.
¿Qué tiene todo esto que ver con el evangelio de hoy? Bastante. En él se dice que “el pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz, a los que habitaban en tierra y sombras, una luz les brilló”. No cabe duda de que Jesús viene a iluminar a quienes viven en la oscuridad a la que le han llevado los pensamientos o pecados capitales que hemos citado y buscan refugio y ayuda para reorganizar su vida. La propuesta de Jesús es muy sencilla: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”, cambiad vuestra visión de las cosas, Dios está cerca de vosotros y quiere ayudaros a recobrar la felicidad.
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Convertíos
Jesús invita a la metanoia, palabra griega que traducimos por conversión o cambio de vida aunque noia se refiere más a la mente-conocimiento (gnosis), y tal vez también podríamos traducir como ir más allá (meta) de la mente (noia) mundana. Solemos decir muy acertadamente que convertirse es cambiar de mentalidad, comenzar a pensar y vivir con los ojos puestos más allá de lo inmediatamente dado, pasar de la superficial a lo profundo.
La conversión tiene mucho que ver con la vida. Tan es así que me atrevería a decir que no es otra cosa sino "entrar en la propia vida". Los pecados capitales te sacan de ti mismo, te alejan de tu esencia, te hacen vivir en la ficción del ego. “Porque dices: «Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada»; y no sabes que tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo” (Ap 3,17). Convertirte es alejar de ti los pensamientos (mentalidad) soberbios que te corrompen y “volver a ti mismo”, regresar con humildad a lo que eras por naturaleza antes de la caída y recobraste luego por el bautismo. Convertirte es renovar tu bautismo, nacer de nuevo, renacer a tu espíritu por el Espíritu (cf Rm 8,16)
¡Qué importante es tomar conciencia de esto!, reconocer que “el pecado acecha a la puerta y te codicia, aunque tú podrás dominarlo” (Gn 4,7). Puedes vencerlo gracias a que el Reino de los cielos, el mismo Jesús, está cerca de ti revistiéndote con las armas que necesitas (Ef 6,10-18)
Hay un libro de psicología que invita a practicar el autoconocimiento, a conocer la propia mente, sus mecanismos, trampas y autoengaños y a dar pasos hacia la renovación interior: “Sal de tu mente, entra en tu vida. La nueva Terapia de Aceptación y Compromiso”. Salvando las distancias, veo en el título un resumen de la conversión que Jesús predica. Jesús te pide ir más allá (meta) de tu mente o mentalidad (noia), de los pensamientos que perturban tu corazón, del ego que te domina, y regresar a casa, reencontrarte contigo mismo, vivir aceptando, eligiendo y comprometiéndote con la vida para la que has sido creado y a la que Dios te llama.
El mensaje de Jesús caló en sus oyentes no por ser una nueva filosofía sino por su carácter práctico: ¡entra en tu vida! No basta saber que te conviene dejar atrás la vida oscura, has de dar pasos hacia la Luz, donde está la vida auténtica. "Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante; corro
hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús" (Flp 3,13-14); debes abandonar las prácticas egoístas para que emerja en ti la vida nueva que eres. Como dice el título del libro citado, "salir de la mente (aposento del ego) y entrar en la vida", soltar los pensamientos que te impiden ser tú mismo y vivirte mirándote en el espejo de la Palabra de Dios (Mt 7,24-27; GS 22).
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Al invitarte a la conversión el evangelio de hoy quiere que vuelvas a tu origen, que te despojes de lo viejo, que abandones los pensamientos ególatras y te dejes iluminar por los pensamientos de Dios (evangelio). No eres feliz a causa de tu enorme soberbia, tu ira impaciente, tu amarga envidia, tu insistente pereza, tu avaricia insaciable, tu lujuria desbordada o tu gula insaciable. Necesitas terapia, sanación.
La personalidad de Jesucristo es muy rica en matices. Son muchos los títulos que se le atribuyen: Mesías, Pastor, Maestro, Camino, Luz, Verdad, etc. Los santos padres en sus escritos también destacaron en Él su calidad de Terapeuta. No es ésta faceta de su personalidad un invento de teólogos antiguos, está suficientemente atestiguada en los Evangelios: “Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mt 4,23).
Puedes acudir al psicólogo, y tal vez sea necesario que lo hagas como ayuda para reconocer tus insatisfacciones, pero te aconsejo que no minusvalores la ayuda de Aquel que no sólo aliviará o distraerá con consejos tus sufrimientos sino que sanará la herida que los provoca. La auténtica sanación y conversión apunta hondo, al núcleo del ser, allí donde se enraízan las pasiones humanas (cf Mt 15,18-19).
Jesús comienza su proyecto de evangelización con este eslogan: “Convertíos”. Con ello invita a volver a Dios, a conocerle como Padre y reconocerte en Él como hijo. A los que acudían a Él, “Jesús los acogía, les hablaba del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación” (Lc 9,11).
¡Conviértete!, es una llamada a salir de tus pecados (tus pensamientos erróneos) y entrar en tu vida, la vida auténtica que se sostiene en la práctica de las virtudes que proclaman las bienaventuranzas (pobreza, paciencia, misericordia, humildad, etc.). La vocación cristiana no es otra que la llamada a descubrirte a ti mismo en estas virtudes. Tú eres paz, misericordia, perdón, amor, ..., lo contrario es el pecado que te hace ser lo que no eres. Convertirte es volver a lo que eres desde la creación, a lo que perdiste en la caída, y recuperaste con tu bautismo.
No estás solo en el empeño, Jesús y su Iglesia te acompañan y te ayudan. Pídele cita, cuéntale tus penas, confiésale tus errores, escucha su Palabra, déjate abrazar por su perdón y entra en el grupo de los que viven unidos por su Espíritu. Un buen programa para hacer efectiva tu vuelta a casa.
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Nota: La liturgia de hoy propone leer Mt 4,12-17, que trata de la invitación a convertirse y la llamada de los primeros discípulos. No obstante permite centrarse sólo en la primera temática, vv. 12-17. Es lo que hago aquí. Pero si alguien desea centrarse en el segundo tema puede ir aquí:
¡Feliz domingo!
Enero 2023
Casto Acedo
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