EVANGELIO. Lucas 1, 39-45
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
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Entramos en una semana muy especial que podríamos llamar “semana de los encuentros”. Encuentro es lo opuesto a separación, alejamiento, ruptura, divorcio, ocultación. Desde este domingo hasta Navidad recibiremos y haremos signos que dejarán ver que nuestra vocación es unir, acercar, reconstruir, reconciliar, abrir a la luz. Los viajes rompen la distancia, las cenas reúnen a las familias, la solidaridad con los pobres crece en Cáritas y otras asociaciones benéficas.
La palabra ENCUENTRO puede servirnos de reflexión o meditación para este domingo. Porque la Navidad es el encuentro del cielo con la tierra, de Dios con la humanidad. “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14); Dios, el trascedente, el eterno, el inaccesible, se hace palpable, débil, cercano. A unos días de la celebración de la Navidad, ¿cómo prepararme para que este misterio no pase inadvertido?
1
Lo primero y más importante es el “ENCUENTRO CONMIGO MISMO”. Porque he de reconocer que ando perdid@. Se me pasan los días persiguiendo la quimera de una felicidad que no existe, la que pretende sostenerse en los bienes externos, en la consideración social, en el sometimiento de todo a mis gustos y deseos. ¿Cuántas cosas tendrán que cambiar fuera de mí para poder ser feliz? Me tiene que tocar la lotería, me tiene que pedir perdón ese amigo o familiar que me ningunea, me tienen que dar el mejor trabajo del mundo, mi hij@ tiene que ser perfect@, las enfermedades y limitaciones familiares tienen que desaparecer, etc.
Vivo tan pendiente de esas cosas externas e improbables en las que he puesto mis esperanzas y acabo perdiéndome en la barahúnda de deseos insatisfechos; ni encuentro satisfacción en nada ni me encuentro a mí mism@. ¡Es urgente encontrarme conmigo!, porque la auténtica felicidad comienza por ahí, por reconocerme y amarme en lo que ya soy y en lo que vivo. No me vendrá la felicidad porque el mundo y la historia se pliegue a mis caprichos sino por gestionar con sabiduría lo que me venga. Clarificarme, comprenderme y amarme a mí mism@ es el primer encuentro deseable en Navidad.
El pasaje del evangelio de hoy ofrece la escena de dos mujeres, María e Isabel, que lejos de venirse abajo en situaciones difíciles -embarazosas- aceptan la voluntad de Dios; no se sienten ni manipuladas ni ninguneadas sino bendecidas por Dios, y se alegran. Se palpa en el texto que son dos mujeres sabias, que se han encontrado a sí mismas en Dios y saben bien para qué han nacido; para amar.
2
Una vez que encuentro mi identidad y mi vocación, ya feliz por lo que soy y lo que estoy llamado a ser, mi corazón tiende a comunicar mi gozo a los demás, y ahí se da el ENCUENTRO CON L@S OTR@S. La Navidad es mágica; cuando entra en el corazón consigue que personas que están alejadas puedan reconciliarse, que otras que se sienten ajenas puedan reconocerse, que parientes y amistades cuyo calor habían enfriado el tiempo y la distancia vuelvan a abrazarse.
Un buen ejercicio para estos días es felicitar la Navidad a todas las personas que conoces, intercambiar buenos deseos, pasar de hacer juicios negativos sobre nadie a mirar a tod@s con ojos de benevolente compasión. Aprovecha para sentir que Dios está presente donde entras en relación con las personas; Él mismo es relación de personas, Trinidad.
Si para ser feliz necesitas encontrarte contigo mism@ ahondando en la profundidad de tu ser, no es menos cierto que necesitas también salir hacia afuera, abrirte al encuentro con todas las personas, especialmente con aquellas que sabes que necesitan de ti. Contempla a María, que prepara la Navidad acudiendo a casa de su prima Isabel. Ya sabes que es más feliz quien activa en su vida el amor que quien se sienta esperando recibirlo. Pon manos a la obra; haz de tu vida una caricia de Dios.
3
Y un tercer encuentro no menos importante, el ENCUENTRO CON DIOS. Como humanos que somos podemos decir que vivimos en tres dimensiones, una dimensión personal que cultivamos con la meditación y conocimiento del propio ser; otra social o comunitaria que se realiza en el trato amable con los quienes nos rodean; y una tercera dimensión, menos conocida que podemos llamar “dimensión trascendente o espiritual”; ésta no suprime las anteriores sino que las supone; aquí nos abrimos a una mirada divina universal, porque percibimos con claridad que somos parte de un todo. El encuentro con Dios sólo lo saborea quien se ha reconciliado consigo, con todos y con todo.
En esta semana párate y mírate “desde Dios”, o mejor, mira todo, a ti mism@, a las personas, a la realidad toda, incluidas tus circunstancias personales, con la mirada de Dios. Navidad es la revelación de un misterio: Dios es amor (1 Jn 4,8). Siente que Dios cree en ti, que te espera, que te ama, que te da un abrazo, que viene a encontrarse contigo. Como cristiano no deberías rechazar su invitación al perdón celebrando estos días el Sacramento de la Reconciliación; tampoco en Navidad deberías renunciar a la Fiesta de la Eucaristía. Si lo haces, si recibes el Sacramento del Perdón y comes el Pan de la Eucaristía, en lo oculto, en lo más íntimo de ti, prácticamente invisible a los ojos, pero real, puedes vivir una explosión de felicidad como la que gozó el Bautista en el vientre de Isabel al recibir la visita del Niño Dios que se le acerca en el vientre de María. “En cuanto tu saludo llegó a mis oídos-dijo Isabel- la criatura saltó de alegría en mi vientre”. María es símbolo de la Iglesia que te acerca a Jesús en estos días; deberías exclamar con Isabel: "¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?". Para llegar a este encuentro, ¿no merece la pena hacer la paz contigo, con los hermanos y con Dios?
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Los días que quedan para Navidad vívelos en las tres dimensiones expuestas.
*Acéptate en lo que eres: una persona bendecida por Dios, amada; aunque te cueste creerlo Dios te ama más que tú mism@.
*No des la espalda, no minusvalores ni desprecies a nadie, sé como Dios, que en su nacimiento viene de frente, con los brazos abiertos, con la mirada limpia, sin prejuicios. ¡Mírate en los ojos del Niño Dios y enamórate de su mirada!
*Y ábrete al misterio; déjate encontrar por la inmensidad de Dios; deja de mirar tu ombligo y vívete como parte de un Todo, como miembro de una familia universal que tiene un Padre, Dios, que se hace uno de nosotros en el Hijo para acercar a todos el Espíritu de la Navidad.
Cierra los ojos, serénate, inspira y espira con suavidad; deja que el viento del amor de Dios penetre en tu cuerpo y en tu alma, permite que invada cada rincón de tu ser y salga renovado expandiendo el suave olor del Amor de Jesús.
Diciembre, 2021.
Casto Acedo
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