viernes, 31 de enero de 2025

Presentación del Señor (2 de Febrero)



EVANGELIO

"Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén"

Palabra del Señor



La fiesta de la Presentación del Señor y Purificación de María prolonga las solemnidades propias de la Navidad, en las que el punto central es el misterio de la Encarnación. Jesús, semejante en todo a nosotros menos en el pecado (Hb 4,15), se iguala a todos los niños judíos de su tiempo y es presentado en el templo cuarenta días después de su nacimiento. Asimismo María, que no necesitaba purificación alguna por ser inmaculada desde su concepción se somete al rito común a toda mujer judía. Es un Misterio: Jesús siendo presentado en el templo; el mismo que después, en su vida pública, se presentará en el templo y lo purificará abriéndose paso con un látigo entre las oscuridades (cf Mt 21,12-14 y par.).

En el momento de la entrada de la familia de Nazaret en el templo para cumplir lo mandado por la ley  se dan unos encuentros muy particulares. Simeón y Ana, ancianos fieles que durante años cultivaron una mirada contemplativa, fraguada en la oración y el silencio,  recibieron el don de ver y abrazar al mismo Dios, cumpliéndose así todas sus esperanzas. A Simeón “le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes e ver al Mesías del Señor”. Impulsado por el Espíritu fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús… lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora… mis ojos han visto a tu salvador” (Lc 2,27.30); Ana también tuvo el privilegio de la "visión de Dios" en aquel niño, y  "hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén".

Simón y Ana son prototipo de todos los que perseveran en la oración y esperan poder ver  la "luz que alumbra a todas las naciones". Estos  ancianos reciben la gracia de reconocer a Jesús entre la multitud, el gozo de ver con sus propios ojos cómo el Dios infinito se hace niño y se abaja a la finitud de la carne para que  el hombre finito sea divinizado por su gracia. Quien persevera en la oración nunca queda defraudado.

* * *

Hoy también se celebra el Día de la vida consagrada, personas que se ofrecen a Dios en una vida de virginidad, pobreza y obediencia, monjes y monjas, religiosos y religiosas  que se han consagrado de por vida a la contemplación, la alabanza y el testimonio activo en la Iglesia. 

Las comunidades de vida religiosa atraviesan momentos difíciles. Son muchos los monasterios y conventos que se cierran cada año en España y en el mundo. ¿Qué está pasando? La escasez de vocaciones a la vida consagrada parece un signo de la creciente secularización de nuestro mundo y que habría que enmarcar en una crisis mayor: la crisis de fe y amor que muestra su rostro también en el escandaloso descenso de parejas que optan por el sacramento del matrimonio. Falta voluntad para decidirse por una entrega total y para siempre.

Sin embargo, se aprecian signos de esperanza en la creciente demanda de formación y experiencia espiritual por parte de los fieles. El vacío de sentido que embarga a nuestra cultura sin Dios inquieta a muchos que buscan una luz que les devuelva la esperanza. La estancia temporal en los monasterios  que abren sus puertas a quienes desean experimentar días de silencio y oración son cada vez más demandados. Dejemos tiempo y espacio al Espíritu Santo, el mismo que nos dice el Evangelio de hoy que estaba con Simeón, el que le había revelado que un día vería a Jesús y el que le impulsó hacia Él en el día que conmemoramos. ¿Acaso no confiamos en Él? Sólo en Él y con Él podremos hallar respuesta y solución al desasosiego que la situación de la vida religiosa nos produce.  

Oremos y deseemos que en nuestro mundo opulento, arrogante y hedonista no falten nunca consagrados contemplativos y activos que imiten a Jesús pobre, obediente y casto. 

Enero 2025
Casto Acedo

sábado, 25 de enero de 2025

Parábola (León Felipe)

Un poema de León Felipe digno de ser meditado en el Domingo de la Palabra de Dios.

PARÁBOLA

“Más Él hablaba del templo de su cuerpo” (Jn 2,21) 
“Y tomé el libro de las manos del ángel y me lo comí.” (Apoc 10,9-10)

Había un hombre que tenía una doctrina.
Una doctrina que llevaba en el pecho,
(junto al pecho, no dentro del pecho),
una doctrina escrita que guardaba 
en el bolsillo interno del chaleco.
Y la doctrina creció. Y tuvo que meterla en un arca,
en un arca como la del Viejo Testamento.
Y el arca creció. Y tuvo que llevarla a una casa muy grande. 
Entonces nació el templo.
Y el templo creció. Y se comió al arca, al hombre 
y a la doctrina escrita que guardaba
en el bolsillo interno del chaleco.
Luego vino otro hombre que dijo:
El que tenga una doctrina que se la coma,
antes de que se la coma el templo;
que la vierta, que la disuelva en su sangre,
que la haga carne de su cuerpo...
y que su cuerpo sea
bolsillo,
arca
y templo.

De «Ganarás la luz», 1943

C. A. 

viernes, 24 de enero de 2025

Jesús, Palabra de Dios (Domingo 26 de Enero)

 

 EVANGELIO 
Lc 4,14-21

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista; 
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

    Palabra de Dios.

*

Quiso hace unos años el Papa Francisco que el Tercer domingo del Tiempo Ordinario, se celebre como Domingo de la Palabra de Dios a fin de que los fieles católicos, tal vez excesivamente abstraídos en lo sacramental, tomen conciencia de la necesidad de conocer las Sagradas Escrituras y de escuchar la Palabra que se revela en ellas; porque ciertamente los sacramentos en cuanto acciones de Dios evangelizan, pero ¿acaso hay un sacramento más grande que la Palabra de Dios hecha carne en Jesucristo?

Históricamente se ha dado siempre como un enfrentamiento entre el sacerdote, que preside y administra los ritos en el templo, y el profeta, voz que profiere la Palabra en la calle. El primero suele tener residencia estable en el santuario donde realiza sus oficios, el segundo es invitado a salir de su estabilidad e ir por los caminos anunciando la Palabra de Dios y denunciando la negligencia de los injustos. El oficio del sacerdote es más o menos gratificante según la categoría del santuario donde sirven y según la mayor o menor respuesta de quienes acuden a beneficiarse de sus rituales. La labor del profeta, sin embargo, es más dolorosa, propensa a ser perseguida cuando molesta, sobre todo a  las autoridades y los sacerdotes dedicados al culto oficial (cf Amós 7,10-17).

*

Teniendo como telón de fondo las figuras del sacerdote y el profeta, hagámonos hoy tres preguntas distintas pero implicadas mutuamente:

Primero nos preguntamos acerca de Jesús: ¿fue sacerdote o profeta? Desde luego que podemos  afirmar de él ambas cosas; pero no cabe duda de que en una primera mirada a los evangelios lo primero que nos viene a la mente es su misión profética. Y así lo proclama hoy el evangelio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres". Tendríamos que remitirnos a escritos posteriores, más teologizados para contemplar la figura de Jesús como sacerdote. Así lo hace la carta a los Hebreos, que pone en evidencia su sacerdocio, pero quedando claro que no se trata tanto de un sacerdocio ritual sino existencial: "Al entrar él (Cristo) en el mundo dice: Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo;  no aceptaste \ holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo  -pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mi— para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad" ...  "Todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás a la derecha de Dios" (Hb 10,6-7.11-12). Ese único sacrificio es el de su vida total entregada en obediencia a la voluntad del Padre. En Cristo el sacerdote y el profeta se encuentran,  Palabra y Vida confluyen. Su palabra revela su ser y hace creíble su vida y su vida da fuerza y sentido a sus enseñanzas.

La segunda pregunta es para la comunidad: En nuestra Iglesia, parroquia o grupo cristiano, ¿prima más el oficio sacerdotal  (sacramentalización) o el profético (evangelización)? Es verdad que seguimos bautizando, confirmando, confesando, diciendo misas, ungiendo enfermos, casando y ordenando personas para el sacerdocio ministerial (de éstos dos últimos sacramentos cada vez menos); también dedicamos tiempo a predicaciones y ofrecemos catequesis;  pero ¿a qué damos más importancia?  ¿Qué tiempo dedicamos a "ir a misa" en comparación con el tiempo dedicado al estudio, escucha y meditación de la Palabra y a la predicación fuera de los sacramentos?

Sabemos la respuesta. Por eso es importante escuchar este Domingo de la Palabra de Dios la llamada a poner empeño en equilibrar, o, mejor, unificar ambos ministerios. Acostumbrados a acudir cada domingo a la misa a comulgar el sacramento del cuerpo de Cristo, deberíamos potenciar encuentros para entrar en comunión con la Palabra de Dios, que purifica ("Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. Jn 15,3), nutre (“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” Mt 4,4),  ilumina (“Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero”. Sal 118,115) y sana (“Una Palabra tuya bastará para sanarme”. Lc 7,7). ¿No están faltas nuestras comunidades de una espiritualidad sólida asentada en la Palabra? (cf Parábola de la casa edificada sobre roca.  Mt 7,24-27)

Y una tercera pregunta,  más personal: ¿Qué importancia doy a la Palabra de Dios? Jesús es la Palabra hecha carne (Jn 1,14a). Debería preguntarme hasta qué punto he asumido aquello de san Ignacio de Loyola cuando dijo que "no el mucho saber y satisface al alma"no el conocimiento intelectual de las Sagradas Escrituras  llenará  mi vida,  "sino el sentir y el gustar de las cosas internamente", es decir vivir la meditación de la Palabra haciendo de ella la brújula y el motor de mi cambio de vida hacia una mayor misericordia. Palabra, oración y acción no soportan estar la una sin las otras.

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Jesús pasó treinta años de vida oculta estudiando y meditando la palabra, creciendo en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres (Lc 2,52). Hizo suya la misericordia del Padre manteniéndose atento a la ley y los profetas; luego, durante tres años, desplegó explícitamente su ser en una actividad profética  que con sus palabras y su estilo de vida  proclamaba  el amor y la gloria de Dios.  La entrega al Padre en la cruz será el gran signo profético que, por un lado anuncia de facto el amor-perdón de Dios  y por otro denuncia la ingratitud e injusticia de  quienes siguen dando culto al odio y la violencia. En Jesús la Palabra se hace carne y en su vida, muerte y resurrección hemos contemplado su gloria (Jn 1,14b). 

"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres". "Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír»". Esa Palabra que escuchas cada domingo te interpela, te invita a creer en ella y a expandir su poder. Léela, medítala. Dicen que Kiko Argüello, a un seguidor del Camino Neocatecumenal que se presentó ante él orgulloso de haberse doctorado en Sagrada Escritura le dijo: "¡Muy bien; has pasado por la Biblia, ahora deja que ella, la Palabra, pase por ti".  Pues eso, no se trata de saber sino de saborear y vivir la Palabra, de dejarle entrar, darle paso, acogerla y permitir que transforme el corazón. 

Feliz Domingo de la Palabra. 

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Notas: 

Otra homilía sobre el Domingo de la Palabra de Dios en:

https://trujillanos-sanpedro.blogspot.com/2022/01/al-hilo-de-la-palabra-23-de-enero.html

Y un poema digno de ser meditado en este día en:

https://trujillanos-sanpedro.blogspot.com/2025/01/parabola-leon-felipe.html

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Enero 2025

Casto Acedo.

viernes, 17 de enero de 2025

Jesús, signo de Dios (19 de Enero)

Tal vez el comentario de hoy resulte en exceso simbólico y teológico (teórico) para lo que son mis comentarios habituales. Pero ¿nos limitamos a decir que Jesús era buenísimo y divertido, que festejaba con sus amigos y hacía milagros para que el ambiente festivo no decayese? Cuando san Juan Evangelista narra las Bodas de Caná, su intención era ir  más allá de querer contar una anécdota de la vida de Jesús. Ahí vamos. Buen domingo. 

EVANGELIO . Jn 2,1-11

Había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: 
-«No tienen vino».
Jesús le dice: 
-«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes: 
-«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: 
-«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice: 
-«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: 
-«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

* * *

Había una boda en Caná de Galilea. Tras dejarse bautizar por Juan y elegir a sus primeros discípulos (importante saber que no eligen los discípulos al maestro, sino el maestro a los discípulos), en el evangelio de Juan Jesús se va de boda. Y aprovecha la ocasión para hacer su primer milagro

San Juan evangelista llama signos a los milagros de Jesús. Narra siete signos o milagros de Jesús: Bodas de Caná (2,1-11), curación del hijo de un funcionario real (4,46-54), curación de un paralítico en la piscina (5,2-9)  multiplicación de los panes y los peces (6,1-14), caminar sobre el mar (6,15-25), curación de un ciego de nacimiento (9,1-8)  y resurrección de Lázaro (11,1-45).  

¿Por qué los llama signos? Pues porque para él lo importante no es tanto lo que ocurre sino el significado de lo acontecido. Tras cada signo se esconde un mensaje que sobrepasa al signo en sí. El signo material pone en evidencia realidades inmateriales, pero no por ello menos importantes para la vida.

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Todos los estudiosos están de acuerdo en que el hecho de que san Juan comience narrando la vida  pública de Jesús con la asistencia a una boda tiene mucho que ver con una categoría fundamental en la Biblia: la alianza. Dios hace alianza con Noé, Abrahán, Moisés o David; y por boca de los profetas promete que en los tiempos mesiánicos (cuando venga el Cristo) se establecerá una nueva alianza que las superará a todas.

El vino viejo que se acaba en las bodas de Caná es el símbolo de la Antigua Alianza, incapaz de saciar la sed de vida de la humanidad. Es la espiritualidad de la ley, el rito, la pedagogía del castigo y la amenaza, que juegan su papel y tienen su importancia porque ayudan a mantenerse en una vida exterior más o menos digna; pero ese vino se agota y es agotador, porque fracasa en el objetivo de lograr la victoria sobre el pecado y la muerte. La ley no da la felicidad, es imposible al hombre vivir la perfección de la ley y alcanzar así la meta de la  unión con Dios; esto sólo es posible en y por Jesucristo, el vino nuevo de la nueva alianza.

“Vienen días en que haré con Israel una ´alianza nueva´…, Pondré mis leyes en su mente, y las escribiré en su corazón; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” ( Hb 8,8.10, citando a Jr 32,33; interesante leer todo el capítulo 33 de Jeremías y el 8 de Hebreos). “Al decir ´alianza nueva´ Dios ha declarado vieja la primera; lo que se vuelve viejo y anticuado está apunto de desaparecer” (Hb 8,13); y así ocurre con el vino viejo de las bodas de Caná. Con Jesucristo llega el vino nuevo, de calidad insuperable, que no es otro que Él mismo, Dios hecho hombre, capaz de saciar los paladares espirituales más exquisitos y cumplir las expectativas de salvación más elevadas.

La nueva alianza que Jesús inaugura  no consiste en un cambio de fachada, una restauración de lo viejo, sino en una reforma en profundidad, desde los cimientos; no basta con maquillar la piel, hay que adquirir un corazón nuevo.  Hasta Caná el mensaje era: “haced lo que manda la ley de Moisés”, antigua alianza; a partir de Caná lo que rige es la consigna de María, símbolo de la Iglesia como nuevo Israel: “haced lo que Él os diga”, haz lo que el corazón de Jesús le sugiera a tu corazón enamorado  qué es lo que tienes que creer, esperar y hacer. 
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“Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él”. Así concluye el evangelio de hoy.  María, sus discípulos, la Iglesia entera, somos invitados a celebrar la gloria de Dios en las “bodas del Cordero” (Ap 19.7-10).

¿Dónde y cómo celebrar esas bodas? Decíamos  al principio que para san Juan cuando narra un milagro lo importante no es el signo material sino el significado. Los signos apuntan a un significante. Hoy todo nos habla de Jesús como vino nuevo, nueva alianza, nuevo maestro, nueva ley. Jesús es el signo, el sacramento de Dios para el mundo.

Con su amor coherente hasta el final, con su “matrimonio espiritual” consumado en la Cruz, signo al que apunta el milagro de Caná, Jesús “manifestó su gloria”, la gloria del Padre, y “sus discípulos creyeron en él”. ¡Ojalá cada uno de los que por el bautismo y la fe hemos entrado en la órbita de su alianza nueva seamos con Él luz de Dios en medio de un mundo necesitado de signos! 

¡Feliz semana!. Y no olvides que cada domingo la Iglesia (María) te invita a renovar tu alianza bautismal en la Misa, el sacramento de la Nueva Alianza. La Eucaristía es un signo, un sacramento, presencia visible de la gracia invisible de Dios que es el mismo Jesús. Aprende a verlo y a amarlo ahí, tan cerca, dándosete Él mismo como pan de vida y vino nuevo. 

Enero 2025

Casto Acedo 


viernes, 10 de enero de 2025

Bautismo del Señor (12 de Enero)


EVANGELIO 
Lc 3, 15-16. 21-22

"En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

Palabra del Señor

Vida oculta

El pasaje evangélico que se proclama este domingo da un salto en el tiempo y presenta a Jesús con unos treinta años de edad acercándose a Juan Bautista para ser bautizado en el Jordán. Los evangelios no dicen nada de la adolescencia y juventud de Jesús; sólo hablan de un viaje a Jerusalén con sus padres, a los doce años. ¿Qué ha pasado en el periodo de tiempo intermedio, desde el nacimiento hasta la aparición en el Jordán? ¿Qué experiencias ha vivido Jesús en su infancia, adolescencia y juventud? No hay respuestas concretas a estas preguntas. Con razón se llama a este periodo el de la vida oculta de Jesús. Y esta vida oculta es también misterio y evangelio, buena noticia en la que aprender.

Es un gran testimonio que Dios hecho hombre pase en el ocultamiento unos treinta años y sólo tres (según san Juan) o uno (según los sinópticos) de vida pública. Dios se hizo hombre y, de hecho, como la mayoría de seres  humanos, tuvo una vida anónima, escondida, sin fama ni publicidad.

En esos años podemos imaginar a Jesús como un niño normal de su tiempo, o como un joven que va madurando humanamente, aprendiendo su oficio, conociendo la realidad en la que se mueve, los problemas de su entorno, sensible a las alegrías y a los sufrimientos de sus vecinos. Podemos sospechar como vivió Jesús en el silencio de Nazaret; un joven contemplativo que abre los ojos y ve como la vida bulle a su alrededor: amas de casa como su madre que amasan el pan poniendo la levadura y barren su casa buscando la moneda perdida; jornaleros que esperan ser contratados al amanecer; labradores que siembran el trigo, que cosechan y limpian el grano quitando la paja; vecinos que llaman en la noche a pedir un pan que necesitan porque han tenido un imprevisto; pastores que pasan el día entero buscando una oveja perdida; hacendados que construyen grandes graneros para almacenar la cosecha; novios que se casan, vecinos que fallecen y son sepultados; etc... 

El lenguaje de su predicación posterior da a entender que el joven Jesús no vivió ignorante de su mundo, sino abierto a la realidad que vibraba a su alrededor; con esa apertura de mente y de corazón adquirió una sabiduría que no dan los libros sino la vida. En sus años de Nazaret escuchó la "música callada" de Dios que en el silencio compone la sinfonía de su Reino.  

Bautismo

El bautismo de Jesús a manos de Juan es un punto de inflexión en su vida. Sabiéndose preparado para la misión a la que ha sido enviado por el Padre Jesús decide salir del armario y dar a conocer su identidad de Hijo predilecto del Padre.

Comienza por alienarse en el grupo de los que acuden a Juan para recibir el bautismo de conversión que predica. ¿Tiene sentido que Jesús, que es Dios, que no tiene pecado, se deje bautizar por Juan? La única explicación está en que Jesús, que no conoce pecado, no es ajeno el sufrimiento del hombre pecador; se solidariza abajándose y a colocándose entre los que se saben necesitados de perdón y misericordia.  “Al que no conocía el pecado, (Dios) lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él” (2 Cor 5,21).

La persona de Jesús, vista desde la perspectiva del Siervo de Yahvé, nos da pie a conocerle ya desde el inicio de su vida pública como aquel que será entregado por nosotros y por nuestros pecados (cf Gal 3,13); el mismo Bautista lo presenta a los suyos diciendo que es "el Cordero de Dios" (Jn 1,29), venido para ser siervo de los siervos, para cargar y liberar a la humanidad de la injusticia en que vive y de las maldades que le dominan.

Mi bautismo

La vida pública de Jesús se inicia con el bautismo de Juan, donde el Espíritu y el beneplácito del Padre, descienden sobre Él: “Tú eres mi hijo el amado, mi predilecto” (Lc 3,22). Luego de salir victorioso en las tentaciones o pruebas del desierto, iniciará su vida pública, un tiempo “que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo” (Hch 10,38), hasta culminar su vida en el bautismo de la Cruz. Había dicho a los suyos:  “¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?” (Mc 10,38). Jesús, en la Cruz completa su misión en la Cruz entregando el Espíritu que bajó sobre él en el Jordán. . “A tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46)

El bautismo de Jesús me remite a mi bautismo, donde recibí el Espíritu Santo que me introdujo en el desierto de la vida cristiana. Hoy es un buen día para meditar si he asimilado la misión a que me llama el Espíritu, la de hacer mía la entrega de Jesús a la causa del Reino. ¿Estoy dispuesto a ser bautizado con ese bautismo con el que Cristo se bautizó?

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Enero 2025

Casto Acedo

 

sábado, 4 de enero de 2025

Epifanía del Señor (6 de Enero)



EVANGELIO Mt 2,1-12

"Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta...»

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».

Ellos, después de oir al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino"

Palabra del Señor

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Epifanía invita a contemplar y adorar al niño nacido en Belén. Los Magos de Oriente son prototipo del contemplativo que  en el silencio de la noche, descubre la luz de una estrella que le empuja a salir de la egolatría y a ponerse en camino dejando atrás las  seguridades mundanas. 

Como los Magos o buscadores de oriente, quien dedica tiempo a la contemplación hace su camino despojándose de apegos materiales y de ideas e imágenes preconcebidas de Dios,  se aleja del espacio donde cree ser alguien vaciándose de títulos y se deja llevar por la estrella del evangelio hasta encontrarse con Dios allí donde nunca le imaginó ni esperó: en la kénosis -anonadamiento, vaciamiento, nada- de Belén. Los magos, dejándolo todo atrás, abrazan la fe en Jesús como Dios (incienso), como Rey (oro) y como hombre (mirra), que eso significan los dones regalados al Niño.

Los Magos encuentran en el Misterio de Belén lo que todos buscamos, la sabiduría eterna y universal que es Jesucristo, Dios encarnado. La adquisición de esa sabiduría no exige adscribirse a ninguna tierra o tradición concreta. Por eso los Magos no se quedan en el lugar del encuentro; iluminados por la experiencia de Dios vuelven a sus  tareas comunes, a su lugar de origen. Lo único que cambia en ellos es su estilo de vida: "se retiraron cada uno a su tierra por otro camino" (Mt 2,12). Ya no son buscadores de Dios sino adoradores; su culto a Dios no se limitará ya a unos tiempos y espacios concertados sino que va con ellos, enlazado a sus vidas; son "adoradores en espíritu y en verdad" (Jn 4,23).

Aquel a quien los Magos encontraron, no en la capital, Jerusalén, sino en las afueras de Belén, donde nadie lo esperaba, ¿no estará también hoy naciendo fuera de los muros de nuestras iglesias? Los magos nos enseñan con el Papa Francisco a construir una "iglesia en salida", a salir afuera de la institución; no para pescar y atraer a la pecera de la Iglesia de siempre a los nuevos conversos, sino para construir la misma Iglesia fuera de los muros  del tradicionalismo  institucional.  No es el mundo el que tiene que salvar la institución-iglesia afiliándose a ella; todo lo contrario: es la Iglesia la que está para salvar al mundo saliendo a los caminos y plantando las semillas del reino en los campos de la historia,  como hizo Jesús.

Dios no es nuestro, es de todos. Los Magos representan la variedad de razas y culturas. Como católicos (universales), el día de Epifanía es una invitación a abrir la mente y la conciencia, a no restringir la presencia de Dios a los espacios de nuestras iglesias. Hoy se nos está diciendo que hemos de superar nuestra particularidad religiosa y abrirnos a la universalidad. 

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A Dios se le encuentra allí donde se le busca. Los Magos salieron de sus recintos y se aventuraron a la búsqueda de Dios. ¡Qué gran signo para la Iglesia de nuestros días! ¿Permaneceremos en nuestros reinos haciendo lo mismo y esperando resultados distintos a los de siempre? ¿O saldremos a buscar en la noche que vivimos la estrella que nos lleve a Jesús?

Por exceso de cerrazón en sí misma  la religión instituida en Israel no fue capaz de reconocer al Mesías nacido en Belén. Más bien le puso obstáculos. ¿Cómo iba a nacer Dios en un establo?  No es propio de Dios mezclarse con gente baja, pensaron.  

Evitemos caer en el mismo error. ¿Cómo? Siendo sabios y practicando  la escucha. Haciendo silencio. Acallando nuestros esquemas y programas religiosos, guardando nuestros mapas y caminando en la noche, dejándonos llevar sin miedos por la estrella de nuestra búsqueda. Como dijo el poeta Luis Rosales. "De noche iremos, de noche / sin luna iremos, sin luna / que para encontrar la fuente / sólo la sed nos alumbra". Sólo la sed: la fe desnuda, la esperanza incierta, el amor imprevisto, la luz de la esperanza puesta en quien nos guía. Sólo esta sed nos alumbra. 

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Feliz día de Epifanía

4 Enero 2025

Casto Acedo 

 

Jesús, sabiduría de Dios (Domingo 5 de Enero)

 


TEXTOS BÍBLICOS


Primera lectura: "La sabiduría hace su propia alabanza, encuentra su honor en Dios" (Eclo 24,1)

Segunda lectura: "Habiendo oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos" (Ef 1,15-18)

Evangelio: "El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo" (Jn 1,9)

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El día de año nuevo todos nos deseábamos lo mejor. Pero ¿qué es lo mejor? Todos tenemos la impresión de saber muy bien qué es lo que nos conviene, lo más acertado para llevar una vida plena y gratificante. Pero, eso que deseamos ¿es realmente lo mejor? En nuestra lista de deseos para el año suele estar la prosperidad económica, el bienestar material, la salud, el amor correspondido, y toda una lista de aspiraciones personales que parece que cumplidas romperían la rutina del tiempo y nos situarían de golpe en la vida eterna.

No está mal desear, pero es un error poner la esperanza en unos deseos que por experiencia sabemos que no se van a cumplir. Piénsalo bien: ¿qué deseas?, ¿qué condiciones pones a la vida para ser feliz?, ¿crees que alcanzarás esos deseos?, ¿de qué depende su cumplimiento?, ¿no estarás pidiendo imposibles?, ¿de veras crees que va a confluir todo el mundo -economía, salud, circunstancias varias, personas, etc.- para que tus deseos se cumplan? Tus deseos los sueles poner en regalos externos que han de venir a ti. Este es el primer error: poner tu felicidad en tus éxitos cuando sabes que esos triunfos son fugaces; un buen día te abandonan los palmeros, la salud o los amigos te dan la espalda, y te vienes abajo. Aprendes entonces lo frágil que es la felicidad cuando se quiere cimentar en el aplauso ajeno.

La sabiduría verdadera es la que “hace su propia alabanza” (Eclo 24,1), no necesita palmeros que le regalen, porque ella misma es el premio.  ¿Tan torpes somos que no vemos que la virtud lleva el premio consigo? ¿Qué mejor premio para un estudiante que lo aprendido con el estudio? ¿Qué mayor regalo para un niño obediente que la adquisición de una disciplina de vida? ¿Qué mejor premio para un artista que la satisfacción y contemplación de su obra de arte? ¿Qué mayor gratificación pueden esperar unos amantes que la satisfacción  de su donación mutua? Cualquier regalo o premio que venga del exterior  es insignificante para el auténtico sabio.

La tradición cristiana enseña que la sabiduría de la que hablan las Escrituras del Antiguo Testamento es Jesucristo. no es otra que el mismo Jesucristo. “Nosotros -dice san Pablo- predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados — judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios”. 

“El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre viniendo al mundo”  (Jn 1,9). El Verbo es Jesús, Palabra hecha carne, Sabiduría divina. Quien le encuentra y le deja ser el eje de su vida ha encontrado la clave del verdadero éxito: vivirse uno mismo en profundidad, porque “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22)., en Cristo está la clave de la vida humana, la respuesta a todas tus preguntas. “En Cristo  están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.  (Col 2,3).  

Aprovecha estos primeros días del año nuevo, cuando los buenos propósitos se multiplican, para hacer un “despropósito”, algo que no está de moda: adentrarte en el conocimiento de la ciencia y la sabiduría que se oculta en la persona de Jesús de Nazaret. Es un propósito contracultural que escandaliza a muchos. Te advierto que la Sabiduría de Dios no es paliativa no te va a quitar la cruz; es realista, no idílica. Si de veras estás interesado en ella, pregunta, busca; hay mucha gente que ha iniciado su camino en grupos de estudio del evangelio, de intercambio de experiencias espirituales, de revisión de vida, de redescubrimiento de las celebraciones cristianas (liturgia), de silencio contemplativo, etc. "Buscad y hallaréis" (Lc 11,9). Seguir la auténtica sabiduría es una buena decisión para el año recién inaugurado.

Enero 2025

Casto Acedo  

 

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