jueves, 23 de marzo de 2023

La resurrección y la vida (5º Cuaresma. 26 de Marzo)

EVANGELIO
Jn 11,3-7.17.20-27.33b-45

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»

Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»

Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.

Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

¡Palabra del Señor!

* * *

San Pablo, en uno de los textos más antiguos del Nuevo Testamento, nos dice: «Porque yo os transmití, en primer lugar, lo que yo a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los doce» (1 Cor 15,3-5) «Según las escrituras», el Señor resucitó, y, según las Escrituras también nosotros resucitaremos con Él. «Porque lo mismo que por un hombre vino la muerte, también por un hombre ha venido la resurrección de los muertos. Y como por su unión con Adán todos los hombres mueren, así también por su unión con Cristo, todos retornarán a la vida» (1 Cor 15,21-2). 

Este mensaje que san Pablo traduce a clave doctrinal es el mismo que el evangelista san Juan nos  transmite con el relato de la resurrección de Lázaro: Dios, en Jesucristo manifiesta su poder sobre la muerte y lo que la causa, el pecado. Hay por tanto esperanza para los que creen, porque el amor de Dios es más fuerte que la muerte (cf 1 Cor 54,56).

La fe: pórtico de la resurrección

Los dos últimos domingos de cuaresma nos han invitado a “pasar” (Pascua) de la sed a la satisfacción (samaritana) y de las tinieblas a la luz (curación del ciego); y hoy, siguiendo ese esquema pascual, con el relato de la resurrección de Lázaro san Juan nos invita a contemplar y actuar en nosotros la conversión como un pasar de la muerte a la vida.

La historia narrada en el capitulo 11 del Evangelio de san Juan trata de la "resucitación" (reservo la palabra "resurrección" para un resucitar para nunca más morir) de Lázaro, el amigo de Jesús, el hermano de Marta y María. Pero ahondando en su significado no cabe duda de que Lázaro somos tú y yo.

“Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro” (Jn 11,5). También a ti te ama Jesús, también tú “estás enfermo o enferma” en el cuerpo o en el espíritu, y también por ti ruega la comunidad: “¡Señor, aquel a quien tu amas, está enfermo!” (Jn 11,3). Y Jesús, el médico, se acerca a tu enfermedad, a tu tumba, a tus dolencias físicas o espirituales, a tus pecados, a tu vida putrefacta que huele mal. Por la misericordia de Jesús Lázaro y tú vais a recobrar la vida; volveréis a vivir. 

La vida perdida se recobra en un cara a cara con Dios desde la fe. Así lo deja entrever el texto de san Juan al ofrecernos en plano corto un jugoso vis a vis entre Jesús y su Iglesia, entre Marta y Jesús. Un diálogo donde se pone de manifiesto la fe. Es curioso: en los tres evangelios de estas últimas semanas de Cuaresma sale a relucir la fe:
 
*En la samaritana: “Sé que va a venir el Mesías, el Cristo... Ya no creemos –dirán los samaritanos- por lo que tú nos has dicho, porque nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que es el salvador del mundo” (Jn 4,25);
 
*En el ciego de nacimiento: “¿Crees en el hijo del hombre? El contestó ¿y quién es para que crea en él? –Lo estás viendo, el que te está hablando, ése es. Él dijo: -creo, Señor. Y se postró ante él.” (Jn 9,35-38); 

*Hoy, con Lázaro, vuelve a surgir el tema: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá, y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto? Y Marta respondió: -Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.(Jn 11,25-27).

¡Qué grande la fe de Marta! Y, en descargo de la secular marginación de la mujer en la Iglesia, ¡qué atrevimiento el testimonio del cuarto evangelio al poner en boca de Marta lo que los sinópticos ponen en boca de Pedro!: “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo” (Mt 16,16; cf Mc 8,29;Lc 9,20). También en este evangelio  de Juan una mujer, María Magdalena, será el primer apóstol, la primera persona que llevó la noticia de la resurrección a la Iglesia naciente (cf Jn 20,28).

La fe obra el milagro de la "resucitación". ¡Basta que tengas fe! “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. 

Hoy, cercana ya la Semana Santa, Jesús llora tus muertes: "¡Jesús se echó a llorar!" (Jn 11,35); Dios en Jesucristo se hace humano hasta sentir dolor por tu sufrimiento, por tu pérdida de fe; Jesús llora e intercede por ti: “levantando los ojos a lo alto” ora al Padre; y te dice: “Ven afuera” (Jn 11,40-43), sal de tu tumba, abandona tus muertes; sal de tu apatía, de tu indiferencia, de tu envidia, de tu lujuria, de tu avaricia, de tu envidia, de tu vida de injusticias,... sal de todas esas situaciones que te están matando, de ese modo soberbio de encarar la vida que no es sino una losa asfixiante que te ahoga y te aplasta. Ya la losa ha sido quitada, a ti sólo te queda dar un paso hacia afuera y salir.

“El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario”. Ha renacido, como tú renaciste en tu bautismo; como quiere que vuelvas a renacer ene esta Pascua. “Desatadlo y dejadle andar” (Jn 11,44), dice Jesús a los presentes, a la comunidad. También en esta Pascua el Señor te dice: -¿Crees en mi?, (te invita a renovar tu fe) -¡Ven afuera! ¡Sal de tus muertes! La fe te coloca en el pórtico de la resurrección, la Iglesia con los sacramentos, te desata, te alimenta y te ayuda andar de un modo nuevo. 

* * *


La liturgia dominical de este domingo te invita a la Pascua de la vida nueva que se abre paso entre la podredumbre del pecado y la oscuridad de la muerte. No olvides que la vida tiene una proyección más allá de las fronteras físicas. Lázaro volvió a morir -por eso hablo de "resucitación"-,  o tal vez sea mejor decir que hubo de esperar un poco más para pasar a la resurrección de la vida eterna: “El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre” (Jn 11, 25-26). 

La vida nueva que nos ofrece Jesús podemos entenderla como un vivir nuestra historia personal y social terrenal de una forma luminosa, vivir como hijos de la luz. A eso nos llama la liturgia de hoy: "Yo mismo abriré vuestros sepulcros y os sacaré de ellos, pueblo mío... Pondré mi Espíritu en vosotros y viviréis.... Y comprenderéis que yo soy el Señor" (Ez 37,12-14, primera lectrura). Resucitar aquí, en la tierra, a la vida de la gracia, pero también resucitar a la vida eterna, resurrección en el más allá (resurrección escatológica): “Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo espíritu que habita en vosotros” (Rm 8,11).

Quedan pocos días para el triduo pascual. Ve despertando del sueño de esta vida inconsistente e impermanente. Es la invitación que se te  hace este domingo: "Despierta tú que duermes,  levántate de entre los muertos  y Cristo te iluminará". (Ef 5,14). 

¡Nos vemos en la fiesta de la vida! En el gozo de ésta vida y de la que Dios tiene prometida a los que le aman.

Marzo 2023
Casto Acedo

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