EVANGELIO Jn 10,27-30
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
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Escueto y sustancioso el Evangelio de hoy, domingo del Buen Pastor.
Nos dice san Mateo que Jesús “al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor»” (Mt 9,36).
En el contexto de la historia de Israel, donde grandes personajes bíblicos habían ejercido el oficio de pastores (Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés, David), Jesús se aplica a sí mismo el título de “Buen Pastor”. Porque también había “malos pastores”, basta leer el capítulo 34 de Ezequiel, que se abre con un terrible lamento:.
“¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar las ovejas? Os coméis las partes mejores, os vestís con su lana; matáis las más gordas, pero no apacentáis el rebaño. ¡ No habéis robustecido a las débiles, ni curado a la enferma, ni vendado a la herida; no habéis recogido a la descarriada, ni buscado a la que se había perdido, sino que con fuerza y violencia las habéis dominado” (2-4).
Tras estas palabras, Ezequiel profetiza que Dios será el Pastor de su Pueblo:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones. … Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel. … Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia» (11-16)
La profecía se cumple en Jesús, el Buen Pastor.
El breve evangelio de hoy nos quiere despertar a la suerte y la importancia de haber conocido a Jesús, Buen Pastor, y a la no menor suerte de formar parte de un rebaño. Porque ¿qué pastor sería ese que sólo tiene una oveja? Jesús es pastor de un rebaño, no olvides eso, porque podrías caer en la soberbia de creerte oveja única, perfecta y predilecta. El rebaño es plural: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna”.
Termina el Evangelio con una frase misteriosa: “Yo y el Padre somos uno”. En el discurso de la última cena dirá Jesús “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado”. (Jn 17,21).
¡Qué importante es la relación personal con Jesús! Pero también es importante saber que el conocimiento y la relación personal entre el Pastor y cada una de las ovejas no agota el ministerio del Pastor. Si no hay comunidad, si no hay rebaño, si no hay unidad entre los miembros del rebaño, nadie creerá que Jesús es el enviado de Dios.
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No me resisto a transcribir aquí una historia, que parece más bien un chiste, y que de simple parece da la sensación de poco profunda, más para reír y distraerte que para meditar:
Un caminante por el campo, se encuentra a un pastor con un rebaño de ovejas.
Y le pregunta al pastor:- Oiga buen amigo, ¿dan mucha lana las ovejas?- Cuales ¿las blancas o las negra?
....El caminante sorprendido le dice:- Pues las blancas.- Unos 7 kilos de lana por temporada.- ¿Y las negras?- También, también.- ¿Y dan mucha leche las ovejas?- ¿Cuales las blancas o las negras?.- Pues las blancas.- Unos tres litros por semana .- ¿Y las negras?- También, también.
...el caminante bastante enfadado le dice:- Pero oiga, ¿porque cuando le pregunto algo sobre las ovejas me dice las blancas o las negras?- Hombre, es que las blancas son mías .- Ahhhh ¿y las negras?- También, también.
En realidad no hay ovejas blancas y ovejas negras, porque a los ojos de Dios todas son una misma oveja. Es nuestra mente discursiva la que se empeña en establecer distinciones y poner distancias. Al ego le gusta un mundo de blancos y negros para poder afirmarse en su supuesta blancura. La división desvirtúa, la unión santifica.
Creo que hoy es un buen día para despertar el oído al silbo amoroso del Pastor, que nos llama a entrar dentro de nosotros, y sentir ahí la intimidad y comunión con Él y con su Cuerpo que es la Iglesia, a sentirnos oveja con y en las otras ovejas. El amor del Pastor Bueno rompe las distancias y nos unifica; bajo su mirada no hay dos, porque “el Padre y yo somos uno”, y quien entra en su intimidad se hace uno con ellos, con todos y con todo. ¡Gran misterio este!
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Puedes servirte para la oración de hoy de dos poemas clásicos en los que la figura de Jesús como Buen Pastor se describe hermosamente.
Uno es un conocido soneto de Lope de Vega, y te invita a mirar al Pastor desde tu propia alma:
Pastor, que con tus silbos amorososme despertaste del profundo sueño,tú me hiciste cayado de este leñoen que tiendes los brazos poderosos.Vuelve los ojos a mi fe piadosos,pues te confieso por mi amor y dueño,y la palabra de seguir empeñotus dulces silbos y tus pies hermosos.Oye, Pastor, que por amores mueres,no te espante el rigor de mis pecados,pues tan amigo de rendidos eres.Espera, pues, y escucha mis cuidados.Pero ¿cómo te digo que me esperes,si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.
El otro poema, de una magistral belleza mística en fondo y forma, es de san Juan de la Cruz, y describe el idilio de amor entre el Pastor (Jesús) y la pastora (alma, Iglesia), desde el lado de Aquel.
Un pastorcico solo está penado,ajeno de placer y de contentoy en su pastora ha puesto el pensamiento,el pecho, del amor, muy lastimado.No llora por haberle amor llagado,que no le pena verse así afligidoaunque en el corazón está herido,más llora por pensar que está olvidado.Que solo de pensar que está olvidadode su bella pastora, con gran penase deja maltratar en tierra ajena,el pecho del amor muy lastimado.Y dice el pastorcico: ¡Ay, desdichadode aquel que de mi amor ha hecho ausenciay no quiere gozar la mi presencia!Y el pecho, del amor muy lastimado.Y a cabo de un gran rato se ha encumbradosobre un árbol do abrió sus brazos bellosy muerto se ha quedado asido dellos,el pecho del amor muy lastimado.
Compara ambos poemas.
Lope de Vega mueve a conversión, a cambiar de vida, a imitar a Jesús, a seguir su ejemplo de amor. El poema de san Juan de la Cruz conmueve las entrañas al revelar con una ternura exquisita el amor puro y apasionado de Jesús, que sufre él mismo tu pecado, la ignorancia de su amor, la torpeza del olvido del Único Amor que puede sanar tus heridas.
¡Feliz Domingo del Buen Pastor!
Mayo 2022
Casto Acedo
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