viernes, 21 de enero de 2022

Al hilo de la Palabra (23 de Enero)

 


 EVANGELIO 
Lc 4,14-21

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista; 
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

    Palabra de Dios.

 * * *

El domingo pasado, en el evangelio de san Juan, contemplábamos el primer signo que hizo Jesús en las bodas de Caná. Así comenzaba Jesús su vida pública en ese evangelio. San Lucas, después de los relatos de la infancia, el bautismo y las tentaciones de Jesús en el desierto, dice que lo primero que hizo fue volver “a Nazaret, donde se había criado,  entró en la sinagoga, y se puso en pie para hacer la lectura”.

San Juan presentaba a Jesús como el vino nuevo de los tiempos mesiánicos. Apoyado en la lectura del profeta Isaías, san Lucas lo presenta como el último profeta, el más grande. Él mismo lo dice con una frase sin lugar a discusión: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”, que es como decir: tenéis ante vosotros a Aquel de quien habla el profeta.

Jesús se presenta, pues, como la Palabra hecha carne, Palabra pronunciada por el Padre y que cumplirá su misión (cf. Is 55,11). 

* * *

Hoy celebramos el Domingo de la Palabra de Dios. Un día para tener en cuenta la importancia de la formación bíblica y la escucha de la Palabra en la vida del cristiano.

Cuando un católico se cruza con un Testigo de Jehová o un miembro comprometido de alguna Iglesia Reformada Protestante, suele sentirse acomplejado por el conocimiento de la Biblia que éstos parecen tener; y no pocos se dan cuenta entonces de que necesitan conocer más a fondo y directamente la Palabra de Dios.

Ahora bien, la importancia de la Biblia no puede quedar reducida al estudio teórico de la misma, al aprendizaje de una serie de lecciones acerca de ella. Recordad aquellas palabras de Jesús a quienes le alababan: “Dichoso el vientre que te llevó”, le dijeron, y Él respondió: “Mejor dichosos quienes escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 8,21). 

Hay que distinguir entre lo que llamamos la Biblia o Sagrada Escritura, que no deja de ser un libro o varios libros reunidos en uno, y la Palabra de Dios, que es la misma Escritura pero proclamada, escuchada y aceptada. No es el conocimiento del libro lo que nutre la fe sino la fuerza de la predicación y la sinceridad de la escucha. Cuando se siguen las enseñanzas de la Biblia, cuando se saborea en ella la presencia de la persona del Jesús que predica y vive el Reino de Dios,  se produce el milagro de la conversión liberadora y la sanación.

Y una aclaración para evitar la trampa del fundamentalismo bíblico empeñado en una lectura literal de los textos; en última instancia podemos decir con propiedad que no creemos en la Biblia, sino en la presencia y la fe en el Dios que se nos da a conocer en ella. La Biblia es un libro inspirado cuya lectura sólo se esclarece a la luz del Espíritu Santo y desde el sentido global de la fe en el Dios que Jesucristo nos revela (sensus fidei).

* * *

La Palabra de Dios (la Biblia proclamada, escuchada, vivida) “es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón. Nada se le oculta” (Hb 4,12-13a). La Palabra es capaz de cambiar tu vida. Sólo déjate empapar por ella. No basta que pases por ella, que seas un erudito en temas bíblicos, debes permitir que fluya por las venas de tu espíritu.

¿Qué ocurre cuando dejas que la Palabra se mueva libremente en tu corazón? Lo primero es que recibes es un rayo de felicidad, un deleite parecido al que describe el profeta Jeremías: "Si encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón" (Jr 15,16).

También viene sobre ti la luz divina, la claridad que necesitas para verte en lo que eres y lo que estás llamado a ser: “Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 118,115). Desde la sabiduría que te aporta la Palabra ves todo con más claridad porque te saca de la ignorancia al disipar las tinieblas del pecado en que has vivido hasta entonces: “Vosotros -dice Jesús a los suyos- ya estáis limpios por la palabra que os he hablado” (Jn 15,3).

La palabra es, también, terapéutica, sanadora. Hay palabras que hieren, desprecian, separan, dañan y condenan; y palabras que abrazan, acarician, acogen y salvan. La Palabra de Dios es del segundo orden. Si en ella hay algo de condena es contra el pecado, nunca contra el pecador; incluso las palabras duras de la Escritura son quirúrgicas, no pretenden dañar y castigar al enfermo, sino que toca sus heridas; a veces la verdad duele; cuando la Palabra toca las llagas del pecado, el dolor que produce es el propio de la compunción necesaria para cauterizar las heridas. Sintiendo el dolor que te producen tus culpas a la luz de la misericordia de Dios puedes decir con verdad “No soy digno, ... pero una Palabra tuya bastará para sanarme” (cf Lc 7,7). Profesas así tu fe en el poder terapéutico de la Palabra.

* * *

Acercarte a la Palabra, escucharla, dejar que entre en tu vida, alimentar tu espíritu con ella y en ella no es otra cosa que tocar, conocer y dar paso en tu vida a Jesucristo, el Señor. 

“La Palabra se hizo carne” (Jn 1,14). La Encarnación del Verbo muestra la connaturalidad que hay entre revelación (Palabra) y redención (sanación del alma). Dios revela su ser obrando la salvación y salva dándose a conocer. A Dios lo encuentro en la Biblia, y en ella encuentro también las claves para encontrarme a mí mismo.

Un precioso texto del teólogo Henri de Lubac expresa maravillosamente la relación mística que se da entre la Escritura (la Palabra de Dios) y el alma que busca. Consciente de que me alargo en el comentario y de que es difícil de entender para quien no tenga cierta sensibilidad y formación espiritual, no me resisto a transcribirlo. 

“Hay... connaturalidad entre la Escritura y el alma. Ambas son templo donde reside el Señor, un paraíso donde se pasea. Ambas son una fuente de la misma agua viva. El Logos, que está en una como Palabra, está en la otra como razón. Ambas, pues, encierran dentro de sí el mismo misterio. También la experiencia de una está en acuerdo previo con la doctrina de la otra, siendo esta propia para expresar aquella y encontrándose en ella. Lo que llamamos en la Escritura sentido espiritual, lo llamamos en el alma imagen de Dios... El alma y la Escritura se simbolizan entre sí, luego se explican mutuamente. Sería una lástima descuidar el estudio tanto de la una como de la otra. Son dos libros que es preciso leer y comentar el uno por el otro. Si tengo necesidad de la Escritura para comprenderme, también es verdad que comprendo la escritura cuando la leo en mí mismo... A medida que penetro en su sentido, la Escritura me hace penetrar en el sentido íntimo de mi ser; ella es, pues, el signo que normalmente me descubre mi alma; lo contrario, empero, tiene también su verdad. Una sirve a la otra de reactivo. Cada vez que soy fiel al Espíritu de Dios en la interpretación de las Escrituras, mi interpretación es válida como quiera que se mire. Cada vez que vuelvo a limpiar mi pozo, obturado sin cesar por los Filisteos (enemigos de mi alma), limpio al mismo tiempo el pozo de las Escrituras. Al agua que brota de uno corresponderá la que brota del otro”. [1]

Merece la pena leer, releer y meditar el texto en este Domingo de la Palabra. Volverse una y otra vez a la escucha y meditación del Evangelio es retornar a la fuente de la alegría, la luz y la salud espiritual. 

Los israelitas se veían obligados una y otra vez a excavar los pozos abiertos en sus desérticas tierras y que los Egipcios, cuando les invadían, cegaban en su táctica militar de tierra quemada. Un escritor del siglo III, Orígenes, al que comenta H. de Lubac cuando escribe el citado texto, ve en esto una enseñanza para la vida espiritual. El acceso al agua interior que bulle en el hondón de la persona también se tapona cuando el consumismo, la avaricia, la pereza, la ira  y demás ruidos ganan terreno en el territorio del alma e impiden el necesario silencio que facilita la entrada al manantial de agua viva que hay en la interioridad (cf Jn 7,37).

Aquí viene bien recurrir a la Palabra como herramienta y medicina que se abre paso entre el barullo de los deseos y apegos y cura los daños producidos por estos. "Una sola palabra tuya bastará para sanarme". Coge una palabra, una oración bíblica y repítela machaconamente con fe y con insistencia.  Cuando lo haces, esa Palabra se convierte en tu espíritu en martillo y taladro que abre una y otra vez la vía de acceso al agua viva que hay en ti. Al mismo tiempo el agua de la Palabra es torrente que se desborda en y desde tu interioridad. Misterios del amor de Dios. 

Cuando la ignorancia del pecado me ciega no me viene mal ejercitarme en la oración biblia en mano.  Con ella lograré reexcavar una y otra vez el pozo de mi alma obstruida por los ruidos del mundo. Cuando se oscurece mi percepción de "ser hijo de Dios" no hay mejor herramienta que la escucha y meditación del Evangelio para reencontrarme con Dios y al tiempo conmigo; algo posible en virtud de la connaturalidad que hay entre mi alma y la Sagrada Escritura. En ambas habita Dios misteriosamente (místicamente).

Santa Teresa  resumió todo esto en unos versos cuyo estribillo pone en boca de Jesús: "Alma, buscarte has en mí, y a mí buscarme has en ti". Puedes hallar la poesía completa en el enlace que sigue, y disfrutarla sustituyendo el "Mí" por "Jesús" o por "la Palabra (Biblia, Escritura)". 

https://albalearning.com/audiolibros/steresa/alma.html

¡Feliz domingo de la Palabra de Dios!

Enero 2022

Casto Acedo


[1] DE LUBAC, H.  Histoire et Esprit, ed Cerf (Paris, 1950) 347-348.

lunes, 10 de enero de 2022

Grupo de formación en la fe.



No me cansaré de repetirlo, por la importancia del tema: hay tres pilares que son esenciales en la vida de una parroquia, si falta alguno de ellos la parroquia está coja y abocada a desaparecer. Estos son los pilares:

1. FORMACIÓN. 

Formación prebautismal, Catequesis de niños, adolescentes y jóvenes, formación prematrimonial, formación de adultos, estudio de la Biblia, cursos, charlas, etc.

Objetivo: CONOCER nuestros orígenes y nuestra misión, tomar conciencia de nuestro ser cristiano, saber quienes somos como personas y como Iglesia, … se trata de salir de el pecado mayor de la humanidad y del creyente: la "ignorancia", no saber quin soy y para qué vivo.

En este apartado se trata de aclarar desde la fe quien soy en cuanto persona humana y en cuanto  cristiano. 

La falta de formación hace que se pierda el norte y se acaba por reducir la parroquia, como mucho, a una "estación de servicios donde se administran sacramentos", y nada más. Cuando es así no es una parroquia sino un "club de ceremonias", de cumplimiento (entiéndase cumplo y miento).


2. LITURGIA.

Misas, bautismos, confirmaciones, matrimonios, entierros, momentos y retiros de oración, procesiones, coro parroquial, grupos de lectores y moniciones, etc. 

Objetivo: CELEBRAR nuestra fe y pertenencia a una comunidad. … 

Quien no celebra es que no vive. Y no hay duda de que el enfoque, el interés y el calor de las celebraciones (misas, oración, procesiones, etc...) es un termómetro muy fiable de la verdad de la fe y la vida de un parroquia. 

Cuando no hay asistencia a las celebraciones es que no se tiene sentido de comunidad y familia. ¿Os imagináis una familia que no se vea nunca y donde sólo aparecieran los miembros para pedir algún servicio a cambio de un pago? Así es cuando se acude a la Iglesia sólo para exigir que se atiendan las necesidades rituales (comunión, entierro, boda, ...). Como si fuera un "local comercial". Pago y recibo. Qué pena.  Eso no es celebrar la fe sino negociar.

3. COMUNIÓN DE VIDA. 

No sólo somos cristianos por nuestras ideas o nuestras celebraciones (sentimientos), también por amar obrando como Cristo ama y actúa. En dos vertientes:
a) Entre nosotros (ad intra, hacia dentro): Encuentros de convivencia entre los parroquianos, excursiones, buena relación entre hermanos de comunidad parroquial, vida de hermandad, etc. …

b) Con todo el mundo (ad extra, hacia fuera): Cáritas (escucha y acompañamiento de personas que viven en soledad o con problemas, ayudas puntuales a necesitados, DOMUND, “Campaña contra el hambre”, visita y atención a enfermos), actividades culturales, buenas relaciones con otras instituciones, etc.
El objetivo de este apartado es claro: AMAR. expresar con hechos nuestra vocación cristiana a la compasión universal, más allá de creencias, religiones, ideas políticas, cultura o estatus social, vivir encarnados en el mundo aportando nuestra colaboración en todo lo bueno. "Amaos como yo os he amado",  dice Jesús. 

Amar es salir y dar.  El amor, cuando se cierra en sí mismo y se reserva se muere. La comunidad cristiana se caracteriza por su no-agresividad, su aceptación de la realidad en que vive cada cual con paciencia (con espíritu de paz), aunque sin renunciar a cambiar para mejor la relación con los demás y las situaciones sociales que sean mejorables. Ir a misa y dar la espalda al hermano y al mundo es "no ir a misa"; el efecto de rezar para justificar "malas artes" es negativo, porque te asienta en la soberbia de creer que ya estás convertido.


* * *

A fin de crecer en el apartado 1: FORMACIÓN, tocando tangencialmente los otros dos, vamos a comenzar a vernos como parroquianos, quienes libremente puedan y quieran,

*en Trujillanos los Martes de 7,30 a 8,30 en el salón Parroquial,

*en san Pedro de Mérida, los Jueves de 7,30 a 8,30 en la Casa Parroquial.

Transversalmente hablaremos de nosotros y  de nuestra parroquia, sobre todo acerca de cómo nos vemos, como vemos la Iglesia, qué creemos que nos falta o le falta a la parroquia, dónde estamos acertando, dónde nos equivocamos, cuál es la tarea personal y comunitaria de cada uno,  cuál debiera de ser, etc…

La formación cristiana abarca las tres vertientes que hemos señalado: Saber sobre la fe (¿qué idea tengo de lo que es creer?), sentir o celebrar la fe (¿cómo me siento y qué siento en  los momentos de oración, en misa, en las demás celebraciones? ) y vivir en el amor compasivo de Cristo (¿estoy satisfecho de mi vida? ¿Amo lo suficiente para ser feliz? Presupongo que amar es "ser feliz" y obsesionarse por "ser amado" es el caldo de cultivo de la infelicidad).

En los encuentros que propongo y a los que invito, podremos, en pequeñas dosis, ahondar en este “trípode”:
a) Un primer momento de celebración-oración (10 minutos)

b) Unas enseñanzas que nos sirvan de formación. A partir de los textos bíblicos del domingo siguiente a la reunión (30 minutos)

c) Un tercer momento para decidir -íntimamente-  qué debo cambiar en mi vida, para aclarar las implicaciones que lo que hemos tratado tiene para mi vivir diario. Aquí, además de lo que cada cual cree que personal, familiar o socialmente se debe exigir, se puede incluir el compromiso que debo tener para con la parroquia (20 m)
Para esto, os espero en la reunión que indico, el martes en Trujillanos y el Jueves en san Pedro. Sobre la marcha vamos viendo lo que más necesitamos para incidir en ello. Bendiciones.

Casto Acedo, párroco.

viernes, 7 de enero de 2022

Al hilo de la Palabra (9 de Enero)


Fiesta del Bautismo del Señor

EVANGELIO 
Lc 3,21-22
"Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco»".
* * *
Vida oculta

Cuando lees el evangelio de san Mateo sin hacer un estudio detenido no percibes un detalle importante, que la narración salta de golpe desde la adoración de los Magos, la huida a Egipto y el regreso (cap 2) al bautismo de Jesús a manos de Juan (cap 3). Se da un salto del nacimiento a la edad adulta sin dar siquiera unas pistas sobre el periodo de la infancia, adolescencia y juventud del recién nacido.

¿Qué ha pasado con Jesús en el periodo de tiempo intermedio, desde el nacimiento hasta la aparición en el Jordán? Sólo san Lucas narra un episodio, el de la visita que hace Jesús a Jerusalén con motivo de su primera pascua como mayor de edad, cuando al regreso se queda atrás y lo encuentran debatiendo  con los maestros de la ley (Lc 2,41-51). Se trata de un texto con pocos visos de historicidad.

Tal vez la primera enseñanza de la ausencia de datos sobre Jesús en sus primeros treinta años sea la de mostrar que Dios se hizo hombre en Jesucristo y como caso todos los hombres  vivió la mayor parte de su tiempo en el anonimato, sin fama ni publicidad. 

Hoy nuestra primera pregunta es: ¿qué experiencias vivió Jesús en ese tiempo de su infancia, adolescencia y juventud? Y la verdad es que no tenemos respuestas concretas a esta pregunta. Con razón se llama a este periodo el de la "vida oculta" o "silencio de Nazaret",  Es un gran misterio que Dios hecho hombre pase unos treinta años en  ocultamiento, sometido a una disciplina familiar y laboral común a cualquiera,  y sólo tres (según san Juan) o uno (según los sinópticos) de vida pública. Este gran silencio tiene algo que decirnos, también es evangelio, buena noticia.

En estos años puedes imaginar a Jesús como un niño normal, o como un joven que va madurando humanamente, aprendiendo su oficio, conociendo la realidad en la que se mueve, los problemas de su entorno; sensible a las alegrías y a los sufrimientos de sus vecinos. Podemos sospechar a Jesús en el silencio de Nazaret como  una persona con espíritu contemplativo, especialmente pendiente de la vida que late a su alrededor: amas de casa, como su madre, que amasan el pan poniendo la levadura y barren su casa buscando la moneda perdida; jornaleros que esperan ser contratados al amanecer; labradores que siembran el trigo, que cosechan y limpian el grano de la paja; vecinos que llaman en la noche a pedir un pan que necesita porque ha tenido un imprevisto; pastores que pasan el día entero buscando una oveja que se le ha perdido; hacendados que construyen grandes graneros para almacenar la cosecha; novios que se casan y vecinos que fallecen y son sepultados; etc.

Los años de predicación dan a entender que el joven Jesús no vivió ignorante de su mundo, sino abierto a la realidad que bullía a su alrededor; con esa apertura de mente y de corazón adquirió una sabiduría que no dan los libros sino la vida. En sus años de Nazaret escuchó la "música callada" de Dios que en el silencio compone la sinfonía de su Reino. Contemplando la creación y los acontecimientos aprendió que nada le es ajeno al Padre Dios.

También podemos imaginar la evolución interior de Jesús. Tal como afirman muchos teólogos, Jesús de Nazaret pudo haber ido tomando conciencia progresiva de su filiación divina, hasta sentir la realidad de ser "Hijo de Dios" tan hondamente que no pudo menos que dejar su tierra para expandir por todos lados la compasión divina que desbordaba su corazón. 

El silencio de Jesús y su contemplación durante treinta años de vida oculta son un ejemplo de lo que debe ser la vida de cualquier cristiano: crecer en silencio contemplativo, con humildad, abriendo los ojos a Dios y a la realidad que le rodea y en la que Dios habla, tomando conciencia de la filiación divina recibida en el bautismo, y, desde esa conciencia, empeñándose en una vida de amor compasivo  para la construcción de un mundo nuevo.

* * *
Bautismo


Hay momentos en los que se toman decisiones que cambian el rumbo de una vida. Pongamos el ejemplo de un examen de oposiciones, o el momento en que se contrae matrimonio o se da el paso de ordenarse sacerdote o consagrarse en una orden religiosa, o cuando una persona se decide a hacer un negocio o correr una aventura arriesgados. Es curioso que para expresar momentos claves de la vida, con frecuencia dolorosos, se use la palabra “bautismo”.

El bautismo supone un "paso", pasar de una situación a otra; incluso podríamos decir de un “ser” a otro. Se era estudiante, ahora licenciado; se era opositor, ahora médico o funcionario; se era novio/a, ahora esposo/a; se era seminarista, ahora sacerdote, se era un policía novato y tras la prueba de fuego de una misión real se es un policía experimentado y en toda regla. La palabra “bautismo de fuego” es usada aquí, pues, como momento que indica el tránsito de una realidad de ser a otra, y por extensión de un modo de vida a otro.

El bautismo de Jesús señaló un antes y un después en su vida. Llega un día, sobre los treinta años, en que con una madurez personal muy crecida Jesús decide lanzarse a vivir la vocación y misión para la que vino al mundo. Este día supuso un punto de inflexión. Más que un simple bautismo ritual fue el principio de un nuevo modo de vivir. Con él pasó de no ser visto a dejarse ver, de vivir un largo periodo de formación y paciencia a otro de acción y urgencia por dar a conocer el Reino o Reinado de Dios.

El bautismo que juan administraba era para  pecadores que necesitaban conversión. Jesús no tenía pecado, y por tanto no necesitaba de ese bautismo. Sin embargo, realiza el gesto de “unirse a los pecadores”. Ahí, perdido como un ser anónimo entre ellos, vive una experiencia mística. Tras recibir el bautismo de Juan, “apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al espíritu santo bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: ´Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto´”. Imagina el estado de gozo y plenitud de Jesús en ese momento. Y entenderás que su vida diera un vuelco desde entonces.  Ha llegado el momento de salir del armario, de darlo todo, de hacer saber al mundo quién es, aunque el precio a pagar sea caro. Que lo será. 

Hasta tal punto llega Jesús a solidarizarse con los pecadores, contigo y conmigo, que por amor incluso asumirá en la cruz "los pecados de todos".  Las  palabras que resuenan en el bautismo de Jesús podrían suscribirse con toda propiedad en la hora de la Cruz, donde la misión de Jesús alcanza todo su esplendor y el bautismo su culmen«Tú eres mi Hijo, el Amado; en ti me complazco»". Ha cumplido la misión para la que fue enviado, devolver a la la humanidad la dignidad perdida. Si por un hombre, Adán, todos fueron privados de la gracia, por otro hombre, Cristo, todos vuelven a recibirla (1 Cor 15,22).

* * *

La Fiesta del bautismo de Jesús es una excelente oportunidad para repensar el sentido que das a tu bautismo. O el sentido con el que bautizas a tu hijo o tu hija. ¿Significa algo ese bautismo? ¿Tiene alguna conexión con la vida? ¿Va más allá de un cumplimiento ritualista, de la participación en unos cultos? ¿Cambiaría algo en tu vida si no hubieras recibido este sacramento? Dicho más llanamente: te bautizaron con agua, pero ¿has recibido lo que algunos llaman "el bautismo en el Espíritu"? Más llanamente dicho: ¿eres cristiano simplemente porque te mojaron la cabeza y te inscribieron en un libro? ¿O tiene algo que ver Jesús y su amor en tu vida diaria? ¡Ay si conocieras el don de Dios!

Tal vez tu gran pecado sea el de la ignorancia acerca de este sacramento. Nada o poco sabes de su significado, de su riqueza, de sus potencialidades, de lo mucho que puede aportarte de cara a enfocar tu existencia. ¿No crees que, al menos por un día, merece la pena que te preguntes por esto? Tal vez descubras que tienes un tesoro en ti que ni siquiera has comenzado a aprovechar.

Siento no poder tener aquí tiempo y espacio para poder explicártelo. Bástate saber que el bautismo te configura con Cristo, te hace "otro Cristo".  ¿Se puede pedir más? 

Feliz fiesta del bautismo del Señor.

Enero 2022
Casto Acedo

La tentación mesiánica (I Cuaresma)

Reflexión para el primer domingo de Cuaresma a la luz de la situación sociopolítica actual Las sorprendentes circunstancias internacionales ...