lunes, 15 de septiembre de 2025
25º DOMINGO ORDINARIO C (21 de septiembre)
viernes, 12 de septiembre de 2025
EXALTACION DE LA CRUZ (14 de Septiembre)
jueves, 4 de septiembre de 2025
23º DOMINGO ORDINARIO C (7 de septiembre)
EVANGELIO
Lc 14,25-30.33
* * *
En el evangelio de hoy Jesús habla de posponer “padre, madre, mujer e hijos, hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo”. San Mateo añade “tierras” (Mt 19,29) a la lista de necesarios desapegos, san Lucas pide "renuncia a todo sus bienes"; y san Mateo no sólo dice que hay que posponer, sino dejar.
¿Qué significa eso de dejarlo todo? ¿Si deseo ser un auténtico cristiano debería abandonar a mis padres y al resto de mi familia a su suerte, y ser célibe, además de quedarme sin blanca en el bolsillo? En una lectura fundamentalista literal sería así; pero entonces sólo serían discípulos genuinos los eremitas que se retiran al desierto apartándose de todos y de todo; quedarían excluidos del grupo los monjes que viven en comunidad ¿o no son hermanos también los que comparten vida en común entre los muros de un monasterio?
Lejos de mí una lectura tan radical de este texto. Sí así fuera no me atrevería a llamarme cristiano, discípulo de Cristo; no reuniría los requisitos. Me inclino más por leer este evangelio viendo en él más un posponer o relativizar que un dejar totalmente. Porque tener familia o bienes con los que sustentarme y sustentarla no va contra los planes que Dios tiene para mi.
Ser discípulo de Cristo, decidir seguirle, es optar por un buen proyecto de vida que no se base en los parámetros que hasta entonces hemos considerado mejores. Desde niños se nos han ido inculcando una serie de principios y valores a poner en juego que no siempre coinciden plenamente con aspectos del espíritu cristiano. Si observamos con detenimiento y objetividad descubrimos que nos educaron con un cierto espíritu de clase, de pertenencia a un colectivo concreto y limitado, con mentalidad estrecha a la hora de plantearnos grandes retos. Nos miramos desde el apellido, la pertenencia a un pueblo o ciudad, una región o nación, una ideología, unas creencias, etc. En teoría “todos somos iguales”, pero en la práctica consideramos como más dignos de nuestro amor y cuidados a nuestros familiares y compatriotas, y por supuesto a nosotros mismos.
A causa de la educación tan, digamos, "patriarcal", nuestro amor queda estrecho de miras, sin proyección universal. Y esto es, tal vez, algo que quiere corregir el evangelio de hoy. El discípulo ha de procurar amar a todos por igual, más allá de sus preferencias familiares y sociales. Jesús llama a seguirle en el amor que Él es y manifestó. ¿A quién amó Jesús? A su padre José y su madre María, a sus parientes, a sus vecinos; pero no se quedó ahí. Superó el judaísmo cerrado amando y acercándose con la misma ternura a los que no eran judíos y además eran pecadores públicos; y en el colmo del amor, llegó a amar a sus enemigos hasta dar la vida por ellos, los amó con la misma intensidad que a su familia más cercana.
Hay un texto de san Pablo a los Romanos que merece la pena meditar, porque nos pone ante la evidencia de que si Jesús nos ama no es porque merezcamos ser amados por nuestros méritos sino por pura gratuidad. “Cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rm 5,6-8).
*
Tú y yo no somos de su familia de sangre; de hecho le traicionamos muy a menudo; sin embargo, él nos ama y nos hace hijos de Dios, familia suya, por pura gratuidad; Jesús relativiza su familia humana y su pertenencia social o religiosa para abrir el abanico de su amor a todo ser humano y a toda la creación.
La compasión universal de Jesús es la que justifica que posponga a su familia, sus amigos y a sí mismo cuando se trata de amar. Él predicaba amor de total entrega hacia todos. Esta virtud es parte esencial de su proyecto de vida y su misión. Muchos consideraron imposible vivir semejante propuesta.
Dicen los evangelios que cuando la pasión los fariseos y uno de los crucificados con él se burlaban porque no se salvaba a sí mismo. Pero Jesús se mantuvo fiel a su mensaje de amor misericordioso infinito: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Estas palabras de perdón pronunciadas en la cruz son una señal de coherencia, honestidad y victoria del amor total sobre quienes lo consideran utópico o ridículo. Jesús "amó hasta el extremo" (Jn 13,1).
Nosotros sabemos ahora que al amar hasta el punto de dar la vida por nosotros nos estaba honrando, y desde ahí nos estaba salvando. El amor sin fisuras es sanador para quien lo practica y para quien lo recibe.
Es difícil entender esto del amor in límites. Como se afirma en la primera lectura de hoy (Sab 9,13-18) "los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa". Necesitamos la luz de la sabiduría divina, el conocimiento íntimo de Jesucristo, porque "si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra,...¿quién rastreará lo que está en el cielo?". Me gusta decir que lo natural es amar a los amigos; para amar a los enemigos necesitamos un plus de gracia de Dios, porque amar así es sobrenatural.
*
Concluyendo: El evangelio de este domingo no está invitando a adherirnos con decisión a la sabiduría de Cristo. Para hacerlo no se necesita despreciar a la familia de sangre sino a amar a toda persona con el mismo amor con que Jesús me ama, o al menos con la misma premura con que estoy dispuesto a amar a los míos. Ser discípulo no es posible desde el corralito de la familia o del grupo afín. Está bien ser un buen padre-madre, esposo-esposa hijo-hija o hermano-hermano; tampoco desmerece ser un patriota o amante de la nación a la que pertenezco; el pecado es permitir que ese amor sea putrefacto, y lo es cuando se limita a las realidades de corto alcance y no se abre a la universalidad.
*
Medita: como discípulo de Jesús deberías cultivarte y prepararte, entrenarte en la práctica del amor sin fronteras, al modo de Jesús. Si no lo haces así no te extrañe que quienes no ven en ti el amor que predicas sonrían maliciosamente y te consideren un beato o beata en el peor sentido de la palabra. Ocurre eso cuando por tus rezos y tus devociones presumes de ser un cristiano o cristiana integral cuando en realidad eres sólo un constructor fracasado que proyectó una torre muy alta, comenzó a construirla, pero fue incapaz de terminarla.
¡Feliz Domingo!
miércoles, 27 de agosto de 2025
22º Domingo Ordinario C (31 de Agosto)
EVANGELIO Lc 14, 1.7-14.
Un sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
Hay quien se toma muy a mal que le reserven un lugar poco vistoso cuando asiste a un evento social, ya sea una comida de empresa, una conferencia, una boda o cualquier otro acto; incluso puede ser una misa. ¿Tan poco importante soy que me han colocado en este irrelevante rinconcito de la sala?
Desde niños se nos educa para sobresalir, ser el primero, el más listo, el que llega más alto. Si queremos tener una vida provechosa y feliz has de triunfar sobre los otros. Quien educa para esto ignora que lo que hace es sembrar la semilla de la infelicidad en el corazón del educando.
Aspirar compulsivamente a ser el centro de atención, a ocupar los primeros puestos, conduce a una vida constante de malestar y sinsabores como consecuencia de esos deseos inalcanzables. Si para ser feliz tengo que ser la estrella, el primero, digamos entre cien, tengo sólo un 1% de probabilidades de serlo, y un 99% de que no sea así. Es más, si tengo que ser la persona más perfecta y exitosa del mundo -¿quién no aspira a ello?- está claro que mis posibilidades de llegar a ser eso que aspiro no son sólo ínfimas sino imposibles.
Tal vez la infelicidad sea la característica más peculiar del fariseo. Obsesionado por cumplir unas cuotas de perfección moral, cuando no logra hacerse con ellas se predispone al desánimo y la tristeza.
¿Qué puedo hacer cuando no doy la talla que se espera de mí? Me quedan dos caminos: el virtuoso camino de la aceptación de mi impotencia y abandono a la gracia de Dios (humildad); o el camino de la hipocresía, vivir en el engaño y la simulación, ocultando mis fallos por temor a ser rechazado por no responder a la perfección que me imagino se espera de mi (soberbia).
En la segunda de estas opciones se fragua el fariseo y su insatisfecha existencia. En su deseo de perfección, o por el cinismo de "ocultar para no escandalizar", se forja un ego hipócrita que se ocupa de tapar debilidades. En un estúpido ejercicio de autoengaño el hipócrita llega incluso a ocultarse a sí mismo sus propias faltas. ¿Hay alguien más desgraciado que quien es ciego y se niega aceptar su ceguera? El fariseo se ha inventado una personalidad ficticia, un ego falso, que ata su modo de vida al yugo del qué dirán y le desconecta de su propio ser. El fariseo pasa así a ser un zombi espiritual, un cuerpo sin vida, una forma sin fondo, un corazón vacío.
* * *
Jesús, invitado a comer en casa de “uno de los principales fariseos” observó “que los convidados -posiblemente otros fariseos- escogían los primeros puestos”. Ya hemos dicho que el fariseo cree merecer los mejores puestos y consideraciones en virtud de sus méritos; gusta de ser protagonista en todo; cuanto más débil es más se afana por mostrarse fuerte; vive obsesionado por el primer puesto, y así abona el terreno para el enfrentamiento con otros muchos que comparten su ambición. En la mesa del anfitrión no pueden todos sentarse a la derecha de éste, y como todos quieren ocupar ese puesto se produce el choque.
En el pico de la pirámide sólo puede haber uno. Jesús aconseja estar mejor en la base del edificio; contra el fariseísmo soberbio, hacer ejercicios de humildad: “Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto”. Un sabio consejo para no exponerse al ridículo y para curarse de la posible depresión de quien se ha hecho una imagen aumentada de su propio valor.
La humildad es el fruto de la contemplación del propio yo como humus (tierra), el remedio adecuado contra el fariseísmo y clave para lograr la felicidad. Humildad es “andar en verdad” dice santa Teresa; quien acepta la verdad de quién es, con sus defectos y también sus perfecciones, inicia un camino de vida interesante. El humilde sabe que necesita del Otro y de los otros, se acerca a ellos y aprende sobre el amor, ya sea fascinado por la gratuidad del amor de un Dios que le quiere tal como es, o sorprendido por la verdad fundamental de que no es feliz quien más recibe sino quien más da.
* * *
Amar no es recibir amor (honores, atenciones) sino dar el propio ser. Quien hace esto mata el virus del fariseísmo. Este es el segundo consejo que da Jesús en el evangelio de hoy: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado” .
Una característica propia del fariseo es la de hacer todo esperando cobrar. En sus relaciones con el prójimo como en sus relaciones con Dios se rige por el principio del do ut des, "te doy para que me des". Así no se puede ser feliz. “Cuando des un banquete -corrige Jesús- , invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos”. Serás dichoso si haces esto, porque has sido creado a imagen de Jesús, y tu vida se realiza abrazándote en Él, es decir, abrazando la tierra (humildad) que eres, siendo último, con la convicción de que “todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”. Procurar la felicidad del prójimo es procurarte la tuya. Contra encumbramiento farisaico, humildad y fraternidad.
* * *
Si andas triste, si tu vida no es tan perfecta como te han dicho que debería ser, no desesperes. Si te sientes mal a causa de ello es porque algo hace aguas en ti.
El mundo es como es, procura cambiar a mejor lo que puedas, pero no pretendas someter a nadie a tus criterios de perfección. Reconoce que ni siquiera tú mismo te sometes a ellos. De hipócritas y de locos todos tenemos un poco. Convéncete de que tu infelicidad no te viene de fuera sino de dentro. La causa está en tu interior, en no aceptar la realidad de lo que eres y lo que Dios pone en tu camino. Todo los obstáculos que encuentras en tu vida, incluso tus caídas, son oportunidades que Dios te ofrece para superarte en fe y abandono a Él y así cambiar por luz la oscuridad de tu ceguera farisaica.
Acéptate y acepta tu historia, con sus aciertos y sus mentiras; no simules virtudes que no tienes ni ocultes vicios que tienes. Abre los ojos a la dura realidad de tu pecado y a la magnífica realidad de la misericordia de Dios.
San Pablo, que fue fariseo converso, decía que pretender salvarnos con nuestras perfecciones es un acto de soberbia mediante el cual hacemos inútil la pasión de Cristo. "Si la justificación es por medio de la ley, Cristo habría muerto en vano" (Gal 2,21). Si yo puedo por mí mismo vivir la perfección del amor, ¿para qué murió Cristo? Si el ser humano puede con sus solas artes lograr la vida plena, ¿no hubiera bastado con que Dios nos diese los mandamientos para que los cumplamos? Jesús te invita a la virtud, pero sabe también de tus pecados; tal vez el mayor de ellos sea el fariseísmo.
No escondas tu hipocresía, reconócela y ponla ante la misericordia divina. ¿No es todo el evangelio un canto a los pecadores arrepentidos y un lamento por los fariseos pertinaces? El mayor obstáculo para la propia salvación es el de creerte santo cuando eres pecador. Abájate. La humildad y la caridad te igualan con el mismo Jesús, que no te llama a la perfección sino a vivir la unión con Él. Sólo Él es perfecto. Déjate en sus brazos.
¡FELIZ DOMINGO
Agosto 2025
Casto Acedo.
miércoles, 20 de agosto de 2025
21º Domingo Ordinario C (24 de Agosto)
EVANGELIO Lc 13, 22-30
"Jesús pasaba por las ciudades y aldeas enseñando.- «Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
-«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.
Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
!Palabra del Señor!
* * *
jueves, 14 de agosto de 2025
20º Domingo Ordinario C (17 de Agosto)
EVANGELIO Lc 12, 40-53
Dijo Jesús a sus discípulos:«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor
¡Ladran, luego cabalgamos! dice una sentencia que pone de manifiesto que quien vive con autenticidad genera a su alrededor situaciones que le hacen molesto, y quienes se molestan, ¿cómo no?, ladran, critican, marginan, queriendo conjurar el peligro que supone la verdad para sus intereses.
Acostumbrados a un Jesús dulce, amable, acogedor, el evangelio de hoy nos deja ver que no tiene por qué ser así para todos. Él mismo se presenta como motivo de división, enfrentamiento y ruptura. No es que busque directamente el enfrentamiento, su postura fue siempre de diálogo y conciliación, pero hay personas que no comparten sus ideas ni su modo de entender la vida, lo cual crea rechazo y problemas incluso en ámbitos tan sagrados como la familia: “Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra”.
¿Por qué esas divisiones de las que habla Jesús? Porque incluso en el ámbito familiar, donde se supone que todo es maravilloso, a veces no es fácil ejercer la libertad. Son incontables los conflictos familiares que se han dado en la historia debido a cuestiones de fe religiosa. Y no me refiero tanto al problema que puede generarse cuando algún hijo decide no casarse por la Iglesia y los padres se disgustan, ni al hecho de que algunos padres decidan no bautizar a su hijo con el consiguiente disgusto de los abuelos. Esto genera conflicto, pero sólo en la medida en que choca con los convencionalismos sociales al uso, y cada vez más secularizados. Tal como hoy va la deriva de la religión el choque parece estar hoy más bien en quien se bautiza o se casa por la Iglesia.
El verdadero conflicto se da cuando el mensaje del evangelio a causa del enamoramiento de la persona de Jesucristo y su proyecto de vida, chocan con quienes tienen una idea estereotipada de lo que se espera de una persona muy religiosa. A saber: se espera que sea dócil y obediente a su marido o a su mujer, que guarde la debida prudencia y cortesía en el lenguaje y las relaciones sociales, o que sea modestamente condescendiente con quienes desprecian lo religioso o que, en caso de conflicto, sepa ceder complaciente.

Pero el seguimiento de Jesús no es cuestión de adaptación al medio, sino de revolución-renovación del mismo; no es sólo tema de ritos y preceptos sino de amor. Y ahí, donde el amor de Cristo arde, empiezan los problemas. Hay conflictos:
*Cuando hablas con naturalidad de Jesús hasta el punto que quienes te escuchan piensan: ¡Anda, pero si va a ser verdad que existe, siempre pensé que era un abstracto!
*Cuando en un arrebato de locura cristiana perdonas a ese enemigo al que todo el mundo odia, y quienes eran hasta ahora tus amigos te dan la espalda por quererlo como a un hermano más;
*Hay conflicto cuando decides acoger con cariño y absoluto respeto a esas personas que de siempre han sido consideradas pecadoras a causa de sus creencias, su condición sexual o su modo diferente de vivir en pareja;
*Cuando haces de la compasión y la misericordia la clave de tu vida hasta el punto de perder puntos en tu reputación, para ganar en amor;
*Cuando vives la libertad de expresar tu fe y tus ideas con claridad y sinceridad, denunciando las mentiras concretas a las que nos someten las modas o los condicionamientos sociales.
*Y, en fin, cuando tu vida no la montas sobre los dineros, los cargos y la buena fama, sino sobre la caridad, la humildad y la denuncia de las injusticias.
En definitiva, cuando Jesús y su seguimiento, su persona y su mensaje, son percibidos por los demás como piedras angulares de la existencia, y no como ridículos ritos y preceptos de obligado y virtuoso cumplimiento; entonces la cosa arde; Jesús pasa de ser icono de devoción a ser motor de la vida. Y no a todos gusta su fuego, porque deja ver las tibiezas que impiden la purificación del mundo.
El fuego del que hablamos es el fuego del Espíritu Santo, que prende en el corazón del creyente y le arrastra a ser profeta, como le pasó a “Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch 10,38).
El incendio del Espíritu encuentra oposición en los enemigos de la cruz de Cristo, y se oponen a Él; por eso se pide estar dispuesto a seguir los pasos de Jesús hasta el final: “con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!”. Ese bautismo es el de la cruz (cf Mc 10,38), destino más que posible de quien hace del amor sin límites la consigna de su vida.
* * *
Esta semana te puedes hacer unas preguntas: ¿Entiendes tu fe como una mera práctica de ritos y cumplimientos morales o arde tu corazón por amor a Jesús? ¿Encuentras en tu entorno algún rechazo por ser cristiano? ¿Hasta qué punto eres fiel cuando eso te supone contrariar ciertas costumbres sociales? Cuando tu fe entra en conflicto con lo habitual ¿tienes a romper moldes o te acomodas? ¿Estás dispuesto a mantener tu fe aunque te acarree cierto rechazo o problemas incluso en tu familia? A Jesús le tocó lidiar con la oposición de los judíos más religiosos de su tiempo; no se acomodó sino que mantuvo su fidelidad al Padre por encima de todo. Su espíritu sigue incendiando el mundo. Déjate encender por Él.
Agosto 2025
Casto Acedo.
martes, 12 de agosto de 2025
Asunción de la Virgen María (15 de Agosto )
Primera lectura del día
Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
La victoria es de nuestro Dios, pero no se realiza sin nosotros. Es gracia actuada por Dios, pero también aceptada y respondida por la persona. Algo que el místico, poeta y obispo Pedro Casaldáliga daba a entender diciendo que "la tierra es el único camino que nos puede llevar al cielo".
25º DOMINGO ORDINARIO C (21 de septiembre)
EVANGELIO "Dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Enton...

-
EVANGELIO Lc 9, 28 – 36. J esús tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió a una montaña a orar. Y mientras oraba, su rostro cambió de aspecto ...
-
Hace dos años que este comentario acerca del Sacramento de la Penitencia fue publicado en este blog. No viene mal reconsiderar cada año lo ...
-
EVANGELIO Mt 6,1-18 “Cuando hagas limosna, ... cuando oréis..., cuando ayunéis, ... lo note, no los hombres sino tu Padre, que está en lo es...