sábado, 17 de septiembre de 2022

Al hilo de la Palabra (18 de Septiembre)


EVANGELIO

"Dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando».
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite”.
Él le dijo:
“Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él contestó:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz.

* * *

Extraña parábola la de este domingo, que podemos malinterpretar si no le añadimos la explicación que da el mismo Señor a continuación: “Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas" (Lc 16,9).

El texto no pretende alabar la mala actuación del administrador sino su astucia e inteligencia al invertir en beneficio propio. Y lo que el Señor quiere despertar en ti con la parábola es el interés por invertir tu vida en lo que más te conviene.

Yendo a lo concreto, Jesús te está diciendo que seas inteligente a la hora de organizar tus días procurando vivir feliz en esta vida como prefacio de la futura. Para ello debes usar adecuadamente tus bienes, ¿y qué mayor bien que la vida misma? ¿Cómo aprovecharla del mejor modo? Poniéndola al servicio de lo que verdaderamente te va a dar la felicidad, que no es otra cosa que el amor. Porque mis bienes los puedo invertir en proyectos egoístas que me conducirán a la tristeza, pero también los puedo usar para practicar la generosidad que me abrirá al gozo de vivir.

La pregunta para tu conciencia es hoy: ¿Dónde invierto mis bienes? ¿Dónde mi tiempo? ¿Dónde mi saber? Porque de manera más o menos consciente solemos invertir en proyectos ególatras, mirando siempre salvar la propia imagen e intereses. Me explico: nos consideramos personas muy religiosas y buenas, cumplidoras, pasablemente justas, pero si miramos bien no lo somos tanto. Decimos creer en la igualdad de todos, en la sinceridad, en la bondad de ser honrados, pero lo cierto es que defendemos nuestros privilegios, mentimos o callamos la verdad si es preciso para ello y justificamos según qué maldad en nombre de nuestros derechos. Y así no hay modo de crecer ni como personas y ni como discípulos.


Una actuación así, de doble vida, no puede dar como resultado un vivir satisfecho, porque lleva consigo tensiones, incertidumbres o miedo a ser descubierto en la falsedad. Es lo que pasa cuando queremos nadar y guardar la ropa, servir a dos señores, encender una vela a Dios y otra al diablo. ¿Se puede ganar la vida, ser feliz, así? Imposible vivir dos vidas. Hay que elegir lo mejor siguiendo la sabiduría divina, que es vivir en verdad, unificados, como Jesucristo. En Jesús podemos encontrar el modelo de sabiduría que nos conviene: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6).

Jesús invita a mirarle a Él y ser inteligente desmantelando lo que de duplicidad de vida haya en nosotros. Lo primero es cambiar cosas que no cuadran para la necesaria honestidad cristiana. ¿Cómo exigir a Dios misericordia si yo no perdono a mi hermano? ¿Cómo buscar felicidad si hago infeliz a la persona con la que vivo? ¿Cómo exigir de Dios bondad si yo no soy bueno? ¿Cómo pedir justicia para mi si no soy justo en mis negocios? Imposible. “El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto. Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?” (Lc 16,8). La buena inversión no es otra que la coherencia de fuerzas, invertir tus energías en potenciar aquello que te garantiza de veras la felicidad.

Un ejercicio para este domingo al hilo de la palabra evangélica puede ir en esta línea. Me pregunto: ¿En qué medida soy coherente en mi vida? ¿Cuántas veces pretendo en mi ignorancia servir a dos señores y ser feliz? Algo imposible, “ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo” (Lc 16,13). Servir a un solo Señor es llevar una vida unificada, servir a dos o más supone dispersión y división interna.

Párate, pues, y revisa cuán torpe o inteligente estás siendo, cuán ignorante o sabio. Y si detectas algo que ha de ser cambiado, haz como el administrador de la parábola, ponte en marcha y pon los medios necesario para convertir tu vida. Siempre estás a tiempo; ya sabes que si no eres coherente -"¿Qué es eso que me dicen de ti?"- serás despedido del grupo de los justos y felices. ¿No harás lo posible para evitarlo renegociando tu vida? Jesús te da la oportunidad. Sé fiel en lo poco y lo serás en lo mucho.

Otro comentario más amplio clickando en:

FELIZ DOMINGO
Septiembre 2022
Casto Acedo 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La tentación mesiánica (I Cuaresma)

Reflexión para el primer domingo de Cuaresma a la luz de la situación sociopolítica actual Las sorprendentes circunstancias internacionales ...