Novena a la Virgen de la Albuera
Dia 3º. PISCINA
Vos sois, ¡oh celestial Princesa! Saludable Piscina en quien todos los enfermos del linaje humano logran salud de cualquier enfermedad, y a veces más pronto lo consiguen al invocar vuestro nombre que el de vuestro Hijo Jesús. A vos, pues, acudo, clementísima Madre, para que sanéis no solo las enfermedades de mi cuerpo, sino las dolencias de mi alma. Quiero, Señora, la Salud y confío lograrla con vuestra poderosa intercesión, junto con la gracia que os pido en esta Novena, si conviene para mi eterna salvación. Amén.
* * *
PISCINA
No. No hablamos de las piscinas en las que refrescamos el verano para paliar las calores. Escasas serían esas
piscinas en la época en que el autor de esta novena, publicada en 1937, aplicó a la Virgen de la
Albuera el título de Piscina. Tengamos en cuenta que hasta no hace mucho las piscinas sólo
existían en los sanatorios, y eran valoradas por sus propiedades curativas.
A esas piscinas acudían, y aún acuden, personas
que buscan descansar y curar los achaques físicos y el estrés con sus baños; son balnearios como los del cercano
pueblo de Alange o los Baños de Montemayor.
Hay dos pasajes evangélicos muy significativos
que hablan de piscinas con propiedades curativas; uno se sitúa en Betesda y el otro en Siloé.
“Hay en Jerusalén, dice el Evangelio de
san Juan (5,2-9), junto a la Puerta
de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco
soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos,
paralíticos. Estaba también allí un
hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y
sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?». El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a
nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego
yo, otro se me ha adelantado». Jesús le
dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar». Y al momento el hombre quedó sano, tomó su
camilla y echó a andar”.
Jesús se muestra aquí como el Sanador que
sustituye al agua de la piscina de Betesda. No ayuda al paralítico a entrar en el agua, Él mismo lo baña con su amor infinito y lo sana con su palabra. Así Jesús se manifiesta como el agua de la nueva
piscina. María, y la Iglesia con ella, la Piscina, Jesús el Agua sanadora.
En otro texto del mismo evangelio Jesús, después
de untar con barro los ojos de un ciego, le dice: "Ve a
lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado). Él fue, se lavó, y
volvió con vista" (Jn 9,7). Como signo de fe en que Jesús le puede curar le
pide ese gesto: ¡ve a la piscina de Siloé y lávate en sus aguas!. Podríamos tomar hoy estas palabras de Jesús
y escucharlas como envío a su Madre, Piscina llena del Agua de la Gracia: ¡Ve a lavarte, a
bañarte en la Piscina que es tu Madre de
la Albuera!.
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Bajo la mirada de Jesús contemplamos hoy a la Virgen de la Albuera como Piscina
sanadora. Ella nos sana, nos da la “salud”, que en latín se dice “salus”, palabra
que significa salud, sanación,
y también salvación.
Nuestra Señora de la Albuera tiene en sus manos la medicina para curar: el niño
Jesús, el Salvador-Sanador del mundo. El ángel de la anunciación llama a la Virgen Llena de
Gracia, Piscina llena de la Presencia de Dios. ¿Qué mejor agua medicinal que el
Amor de Dios escondido en el Misterio de la Inmaculada Concepción? "Ser sin pecado" es el paradigma de la perfecta salud.
La denominación de Albuera que aplicamos a María,
nos remite por su mismo nombre a un lugar que contiene agua. Albuera viene del
árabe, y significa “mar pequeño”, extensión de agua no muy grande, albufera.
Por tanto, el mismo nombre de nuestra Madre viene a significar que ella
contiene el Agua de la Salvación, de la salud, que no es otra que el mismo
Jesucristo. Jesús es el océano inmenso, La Virgen de la Albuera "mar pequeño", y por eso más cercano.
La novena dice hoy: “Vos sois… piscina en la que todos los
enfermos del linaje humano logran la salud de cualquier enfermedad”, y
añade algo que parece escandaloso, y que conviene matizar: “Y a veces más
pronto lo consiguen al invocar vuestro nombre que el de vuestro Hijo Jesús”. Conviene matizar esto último, porque si María cura y sana
no es por su propio poder sino por el poder de Dios, el poder de su Hijo. A Jesús siempre se le ha tenido como más lejano e inaccesible por divino
-curioso si se tiene en cuenta que es Dios Encarnado, hecho hombre, hecho cercanía- , y a María como más humana y cercana;
tal vez por eso dice el texto de la novena que “más pronto consiguen” la
salud al invocar a la Madre; no porque sea ella la que sana sino porque parece que nos es más fácil acercarnos a Él por ella; solo Dios sana
y salva. María no es diosa, pero sí es aquella a quien, tal vez por falta de
la conveniente formación espiritual, nos acercamos con más confianza por parecernos más accesible.
* * *
Cada vez son más las personas acuden al terapeuta; y no
solo a los médicos que se encargan de curar las enfermedades físicas sino
también a psicólogos y psiquiatras que sanen las heridas interiores.
Pues bien, sólo con echar un vistazo a los evangelios,
te das cuenta de la identidad de Jesús como terapeuta. Dice de Él el libro de
los Hechos de los Apóstoles que “pasó haciendo el bien y curando a todos los
oprimidos por el diablo” (10,38); el diablo es la encarnación del agente que causa todos los males corporales y espirituales.
La gente sencilla acudía a Jesús, “venían
a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus
inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de
él una fuerza que los curaba a todos” (Lc 6,18). Un centurión que se le acercó
a pedir la sanación de su criado confesó el poder sanador de la oración
dirigida a Jesús por los enfermos: “«Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; tampoco me creo digno de venir a
ti personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano” (Lc 7,6-7).
El médico Jesús ha venido a nosotros encarnándose en el vientre de la Virgen María. ¡Bendito el fruto de tu vientre, Jesús! La
primera sanada fue ella misma, Inmaculada desde su concepción.
Me atrevería a
decir que Jesús es terapeuta y la Virgen de la Albuera la enfermera, la que cuida
de cerca al enfermo, la que se sirve de puente entre el médico y el
paciente. La Virgen es Piscina-Hospital, y quien ingresa en su casa encuentra toda la atención
que requiere su enfermedad. ¿Qué devoto de la Virgen no tiene experiencia de
ello? Si acudes a rezar a menudo ante la imagen de la Virgen de la Albuera, si estás haciendo la novena, o leyendo este
comentario, si tienes fe en ella, piénsalo, es porque en algún
momento te ha sanado, ya sea de algún malestar corporal o de algún sufrimiento
espiritual. Ya sabes por experiencia que es portadora de la mejor Medicina y el mejor Terapeuta:
Jesús, Hijo suyo y Hermano nuestro.
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Termina
tu novena de hoy haciendo silencio. Sigue estos pasos si te ayudan:
1. Busca un sitio tranquilo y acalla tus pensamientos y tu corazón. ... Si no estás en la iglesia ante la Imagen de la Virgen de la Albuera pon una estampa o un cuadro
ante ti; y enciende una vela (con esto indicas que quieres estar unos minutos
con ella, dejándote iluminar por su presencia).... Permanece sentado o en cualquier otra postura que facilite tu quietud interior durante este lapso de tiempo.
2. Por un momento deja a un lado las preocupaciones; inspira y espira dulcemente
sin forzar la respiración. Silencia y relaja tu mente y tu cuerpo para estar con Ella.
3.Ahora
cierra suavemente los ojos, o fíjalos entreabiertos en su imagen o estampa, y repite: ¡Virgen
de la Albuera, Madre de Dios y Madre mía, sáname! Repite esta oración sin
prisas, sintiendo como tu corazón sintoniza con el de la Virgen. Deja que el amor entre Ella y tú fluya ... ¡Virgen de
la Albuera, Madre de Dios y Madre mía, sáname de …. (puede añadir lo que quieres
que sane en ti!).
4.
Añade peticiones de sanación por otras personas: ¡Virgen de la
Albuera, Madre de Dios y Madre mía, sana a N. …. (Puedes añadir el
nombre la persona por la que oras).
5.
Déjate envolver por la mirada tierna y el amor dulce de la Virgen María, que es
bálsamo y consuelo. ¡Gracias
Madre, porque me amas; gracias porque me acoges; gracias porque me escuchas; gracias
por dejar que me bañe en la Piscina sanadora de tu Amor!
20
de Abril de 2022
Casto
Acedo.