miércoles, 7 de junio de 2023

Dios es sanación (Corpus Christi, 11 de Junio)

 


LIBRO DEL DEUTERONOMIO
8,2-3

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. ... 

EVANGELIO
Jn. 6, 51.58

Dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»... Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

¡Palabra del Señor!

*

Te encuentras mal. Agotamiento, cansancio, una sensación de mareo cuando realizas un esfuerzo extra. Te sientas, recapacitas; ¡uf! ¿Estaré enfermo? Y lo primero que traes a la memoria es lo que comiste anoche o esta mañana. ¿Comí lo suficiente? ¿Estaría estropeado algo que he comido o bebido? ¿Se deberá mi malestar a una mala digestión? Es lo primero que piensas.

Vas al médico y después de auscultarte te manda un jarabe para asentar el estómago y un analgésico que te alivie las molestias. El jarabe sabe a rayos, pero lo tomas; es el precio que hay que pagar para recuperar la salud.

Este suele ser el proceso natural que se da cuando nuestro cuerpo anda enfermo. E igual ocurre o debería ocurrir cuando la enfermedad es del alma. Tu ánimo ha decaído, no tienes ganas de hacer nada; sientes interiormente un bajón que no consigues explicarte. Insatisfacción y tristeza. Físicamente estoy bien, pero ¿qué me pasa entonces? En estos casos debes seguir los mismos pasos que das cuando el cuerpo no responde. También el alma necesita sanación. 

¿Qué hacer? De principio asumir tu enfermedad y buscar las causas. ¿Con qué ideas, costumbres, prácticas, estoy alimentando mi alma? Porque mi estado de ánima no sale de la nada sino de una mala alimentación psíquica o espiritual. Si cada día alimentas tu cabeza y tu corazón llenándolos de sueños imposibles, envidias, ambiciones, rencores, avaricia, deseos de venganza, etc. no es extraño que el malestar y el desánimo te invadan. Necesitas un psicólogo, o mejor, necesitas un maestro, una persona que te ayude a diagnosticar tu enfermedad y que te facilite los remedios oportunos para superarla.


Corpus Christi, Jesús terapeuta

¿Qué tiene que ver todo lo dicho con la Fiesta del Corpus? Las lecturas del día nos dan pistas: “No sólo de pan vive el hombre sino que vive de todo cuanto sale de la boca de Dios”. Hay un cuerpo que alimentar, pero también un alma; y hay un cuerpo que sanar cuando enferma, y también un alma que enferma y puede sanarse. Hay un médico para el cuerpo, y también un terapeuta para el alma. Hay unas buenas prácticas alimenticias, unos ejercicios, y unos fármacos adecuados para restaurar la salud del cuerpo, y también hay un alimento, unas prácticas espirituales y unas medicinas para sanar el alma.

¿A quien acudir cuando nos falla el ánima? Puedes contactar con el médico-Jesús, que te dará la medicina necesaria y te recomendará las prácticas adecuadas para recuperar la salud espiritual. La medicina que Jesús recomienda aplicar es el Sacramento,  considerando también como tal la Palabra de Dios proclamada y escuchada, pero esencialmente la Eucaristía y  los demás sacramentos, así como la práctica de las virtudes, sobre todo la Caridad. Todas estas prácticas son en su conjunto una completa fuente de salud espiritual.

Cuando termina el duro discurso de El pan de vida (Jn 6), Jesús dice que “el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”, o “el que me coma vivirá por mí ... y vivirá para siempre”. Al oír esto muchos le abandonaron; no aceptaron el remedio del amor como la mejor medicina para su alma; y se marcharon. Ten en cuenta que darse en alimento por otros es hacerse Eucaristía, amar hasta morir por ellos, y eso, pensaron, es mucho pedir. Jesús dice entonces a los doce: "¿También vosotros queréis marcharos?” Y Pedro respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído que tú eres el Santo de Dios (Jn 6,66-68), tú eres el salvador, la medicina que necesitamos. El jarabe puede ser amargo, pero lo tomaremos si Tú, que sabes mejor que nosotros lo que nos conviene, lo mandas".

La medicina de Jesús

"No necesitan médico los sanos, sino los enfermos" (Mc 2,217). Celebrar el Corpus es proclamar que Jesucristo es el Salvador, el sanador de los cuerpos y las almas, el médico que el mundo espera para establecer unas relaciones sanas entre sus habitantes. Él realiza su misión echando mano de estas medicinas que llamamos “sacramentos”.

1. La Palabra. Como buen médico Jesús con su Palabra sana animando y aconsejando  a quienes acuden a Él en busca de remedio para sus males. La Palabra penetra en lo más íntimo  del corazón (Hb 4,12) limpiándolo de ideas, creencias e intenciones dañinas. “Vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”, dice Jesús a los suyos (Jn 15,3); escuchar y meditar la Palabra de Dios (lectio divina) sana el alma arrancando de ella las malas hierbas, aportando luz donde solo había oscuridad. La Palabra, como lugar de encuentro curativo con Cristo, es “sacramento”, aunque no la incluyamos entre los siete que se denominan propiamente así.

2. La Eucaristía. Y “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Jesucristo es Palabra encarnada. No sólo su predicación, también su vida entera habla de Dios. Contemplar a Jesús es un ejercicio de sanación espiritual. Aquí encuentra sentido la participación en la mesa del Señor comulgando su cuerpo y la adoración eucarística que realizamos especialmente el día de Corpus Christi. "Su carne, inmolada por nosotros, es alimento que nos fortalece; su sangre, derramada por nosotros, es bebida que nos purifica" (Prefacio I de la Eucaristía). La misa y los demás sacramentos, en cuanto que conectan con el Misterio Pascual, misterio de muerte y resurrección a una vida nueva, son medicina del alma; la Eucaristía es la panacea de la medicación cristiana: “Yo soy el pan de vida...  el que me come vivirá por mi, ... y vivirá para siempre”.

3. La Caridad. Y por último mencionemos la medicina que es el "sacramento" (signo) de la caridad. Jesús concluye la Última Cena diciendo: “haced esto en memoria mía” (1 Cor 11,25; Lc 22,19); "os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis" (Jn 13,14-15). Hacer nuestros los mismos gestos de amor de Jesús, practicar la caridad es un remedio excelente para sanar nuestras almas.  Entre amor y sanación hay una sinergia muy estrecha: “Te aseguro -dice Jesús a Simón cuando juzga indigna a la mujer pecadora que le lava los pies- que si da tales muestras de amor es que se le han perdonado sus muchos pecados; en cambio, al que se le persona poco, mostrará poco amor” (Lc 7,47); la Primera carta de san Pedro ratifica esta enseñanza: “Amaos intensamente unos a otros, pues el amor alcanza el perdón de muchos pecados” (1 Pe 4,8). También la práctica del amor es sacramento, porque en ella nos encontramos con Cristo en los otros, y por nuestra bondad y perdón nos hacemos merecedores del perdón sanador de Dios (cf Mt 6,14).


* * *

*Es un buen día este del Corpus para acercarme a la Iglesia como clínica del terapeuta que es Jesús; 
*un buen día para participar en la misa, la procesión o algún otro acto de adoración eucarística; 
*un buen día para hablar a Jesús de mis enfermedades espirituales a partir de los  síntomas de malestar que descubro en mí (insatisfacciones, tristezas, desorientación vital, desesperanzas...); 
*un buen día para recibir la medicina del Sacramento del perdón y el Sacramento Eucarístico
*un buen día para adorarle y  mostrarle así que toda mi vida iría mejor si le pongo en el centro de mi alma; 
*un buen día, en fin, para tomar la decisión de vivir la Caridad (amor totalmente desinteresado) convencido de que si completo mi curriculum vitae con abundancia de obras buenas hallará mi alma la satisfacción, la salud, la alegría, la paz y la estabilidad que busca.

Acude a quien es la fuente de tu sanación. Y ¿sabes? El tratamiento es gratis. Él  pagó por todos con la moneda de su amor, con la entrega de su Cuerpo  y de su Sangre (cf Is 53,4; Rm 3,21-25;1 Cor 6,20). 
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¡FELIZ DÍA DE CORPUS CHRISTI!

Junio 2023
Casto Acedo.

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