jueves, 6 de marzo de 2025

La tentación mesiánica (I Cuaresma)

Reflexión para el primer domingo de Cuaresma
a la luz de la situación sociopolítica actual

Las sorprendentes circunstancias internacionales que estamos viviendo se escenifican claramente en el evangelio de hoy (Lc 4,1-13). El eje del mal (diablo) sigue extendiendo sus tentáculos. Nuestro mundo está siendo puesto a prueba.  Y por lo que se ve, la conciencia del hombre no ha evolucionado mucho desde los tiempos de Jesús. 

El pasaje de las tentaciones en el desierto resume magistralmente la matriz del conflicto político  y bélico que  está teniendo lugar ante nuestros ojos. ¿Cuáles son los polvos que nos han traído estos lodos? No cabe duda de que el mundo occidental, construido sobre el pilar de los valores cristianos luego secularizados (libertad, igualdad, fraternidad) ha ido alejándose de su base original, volviéndose intolerante, discriminatorio e individualista. Seguimos cayendo en las tentaciones de siempre:

*La ambición y afición desmedida por el dinero fácil. (La tentación del pan). ¿No están los intereses económicos tras el conflicto de Ucrania y el giro que se le quiere dar a la economía mundial? ¿No hemos llegado hasta aquí por la caída de la laboriosidad, la austeridad y el sentido comunitario del ser humano (familia)? Hemos creído que la persona es más grande si se cubre de oro, si tiene una cohorte de servidores y si exalta su ególatra individualidad; yo, yo y yo. Y estamos viendo que la riqueza mal distribuida divide, la persona que vive sin hacer nada termina asqueada, y quien es individualista empequeñece como persona y su grado de intolerancia aumenta a medida que se aísla. 

¿No hemos estado edificando en los últimos decenios sobre la arena de una mano de obra barata -¡que trabajen los chinos, los indios y los inmigrantes!- y una economía de mucha especulación y poca productividad propia? ¿No es el Bitcoin una moneda ficticia que sólo sirve para el enriquecimiento de especuladores, algo poco productivo y aún menos ético? ¿Y qué decir de los casos de corrupción económica nacional? ¿Y nos extrañamos de hasta dónde estamos llegando? ¡Qué difícil es llegar a acuerdos que restauren la paz cuando se ha llegado hasta aquí sin que nadie alce la voz! Deberíamos recuperar la Palabra de Dios. "No sólo de pan vive el hombre". Pero seguimos creyendo que sí.

*El delirio del poder que se expresa en querer mandar sobre todo el mundo. (La tentación del poder absoluto). Vivimos tiempos mesiánicos. Son muchos los votantes que están dando un giro hacia los extremismos liderados por los nuevos mesías (Putin, Trump, Xi Jinping y sus acólitos). Hemos olvidado las nefastas consecuencias causadas al mundo tanto por el Nazismo (Hitler) como por el Comunismo (Stalin). Hasta aquí nos está llevando la insolidaridad del día a día, el enroque narcisista en nuestros lujos, la falta de fe en una auténtica democracia que es imposible sin la confianza mutua, y la comodidad de no tener que pensar ni decidir y dejar que otros piensen y decidan por mí. ¿No es vergonzoso y penoso cómo contemplamos impasibles la reducción de la democracia (gobierno del pueblo) a partidocracia (gobierno del partido) e incluso autocracia (gobierno de un listillo)?

Hay amantes del poder que se aprovechan de los indolentes para sembrar la polarización social e ideológica y subir así al trono que ambicionan. Jesús dice: No adoréis a nadie más que a Dios, "al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto". Urge poner la espiritualidad evangélica en el centro: no ser servido, sino servir (Mt 20,28), resulta paradójico que Jesús, el único que merece adoración, se haya hecho servidor nuestro en su encarnación. Este es el remedio para la enfermedad del mundo: descentralizar el poder.

*El afán de sobresalir, de ser reconocido por la grandeza de las propias conquistas y las propias obras. (La tentación de la fama y la apariencia).“Hagámonos famosos” dijeron los hombres (Gn 11,4), y se pusieron a construir la torre de Babel, una torre imposible porque no todos pueden estar en la cima; el proyecto de las ambiciones personales les dispersó finalmente y confundió sus lenguas, es decir, dejaron de entenderse. Vivimos hoy una guerra entre arquitectos que quieren construir su torre de espaldas a Dios; o si se quiere: de espaldas a la mayoría de la humanidad que vive en situaciones de pobreza. Una cultura donde un señor o señora (empresario, artista, deportista, especulador... ¡qué mas da!) puede ganar cientos o miles de millones de Euros en un año, ya sea por su alto standing  o por  un golpe de efecto o suerte, mientras medio mundo se ve obligado a emigrar para subsistir en condiciones inhumanas, no puede acabar bien; aquí se necesita una seria reflexión, porque nos estamos acostumbrando a ver estas cosas como normales y justas 

Las lenguas están confundidas, cada nación tiene su lengua, sus intereses y modos de ver el mundo; cada individuo impone sus ideas como las únicas válidas; cada grupo reivindica su verdad a costa de los otros; y si no se dan pasos hacia el idioma común del amor nuestros males no tendrán remedio. No es bueno obsesionarse por ser famoso, por hacerse un nombre; el único nombre digno de ser alabado es el de Dios; no queramos hacerle sombra, no le pidamos que sea Él quien bendiga nuestros desmanes; no le exijamos que nos recoja en vuelo cuando nos hemos lanzado al vacío; "no tentarás al Señor tu Dios".

* * *

La Cuaresma es una invitación a cambiar este nuestro mundo; el término griego para indicar la conversión es "metanoia", cambio de mentalidad, ir más allá (meta) de lo que conocemos (gnoia), romper viejos patrones de pensamiento y comportamiento y ser creativos buscando cada día soluciones justas para la vida. Convertirse no es hacer un simple cambio devocional (volver a ir más a misa, a confesar los pecados, a rezar el viacrucis, etc.); si no cambio mis patrones mentales viciados por  el conformismo y el ritualismo, no me estoy convirtiendo, simplemente estoy afianzando lo que ya hay. 

Las relaciones internacionales no van a cambiar a mejor porque nos demos golpes de pecho o porque los poderosos lo decidan. Quién simplemente se golpea el pecho está asintiendo a la situación, y quien está arriba ni suele ser revolucionario ni se le espera; no quiere cambiar; lo más lógico es que se vuelva conservador, ¿para qué cambiar una situación que ya le tiene arriba?  Los cambios sociales revolucionarios, los que benefician a todos, nacen desde abajo. Jesús pudo nacer en una familia noble o imperial, pero escogió el camino de lo pequeño; ¿por qué? Hay quien dice que la razón fue que sólo desde abajo se puede articular un mensaje que llegue a todos, y que sólo desde la base se puede construir un Reino como el que propone el Evangelio.

¿Qué puedes hacer esta Cuaresma para cambiar el mundo? Acepta de entrada que ni en los lujos (dinero), ni en los cargos importantes (poder), ni en la buena reputación (fama) está el camino de la paz y la felicidad. Vive con honradez, sé justo en tu trabajo y en tus negocios, no ambiciones lo que no es tuyo, mira a todos desde la igualdad, muéstrate reconciliador con quien busca la pendencia, ama por encima de ideas o situaciones personales propias o ajenas y no rehúyas tus responsabilidades políticas y sociales. Las tres mentiras del diablo: lo único válido es el poder, la riqueza y la fama, sólo pueden desmontarse desde la compasión, la austeridad de vida y la humildad. Con estas tres virtudes podemos sanar nuestra familia, nuestro pueblo, nuestra Iglesia y nuestro mundo.

Aprender esto y procurar vivirlo en el día a día es el mejor antídoto contra el veneno de la guerra y la mejor sabiduría para cimentar sólidamente nuestra sociedad y ser realmente felices. Y, por supuesto, es la mejor oración que podemos hacer por la paz. Luego, si viene al caso, acude a la manifestación por los derechos de todos: la libertad, la igualdad, la fraternidad. Primero vivir esto, luego exigirlo.

Marzo 2022
Casto Acedo

Las tentaciones de Jesús (I Cuaresma, 9 de Marzo)

EVANGELIO Lc 4,1-13

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.

Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan." Jesús le contestó: "Está escrito: No sólo de pan vive el hombre".

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo." Jesús le contestó: "Está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras". Jesús le contestó: Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

¡Palabra del Señor!

* * *

No sé ni cuando ni por qué a la Cuaresma que conocemos de siempre se le adhirió un cierto tono de tristeza y sufrimiento. Si la predicación de Jesús es la de una Buena Noticia (Evangelio), es claro que todo lo que sea “mala noticia” se aleja del Evangelio.

La Cuaresma no es un tiempo de pena y llanto sino de alegría. Hay que decirlo: no vives la cuaresma si no se dibuja en tus labios una dulce sonrisa, la de quien escapa de las trampas que el diablo (llámale ego, si quieres)  tiende para robarle el tesoro de la felicidad que ya tiene en casa del Padre..

La Cuaresma es tiempo para descubrirte, oportunidad para darte cuenta de que eres felicidad, y que todo lo que hay de fracaso y tristeza en ti es ajeno a tu ser, no te pertenece, y, por tanto, puedes soltarlo sin riesgo de perder tu vida.

* * *

A Jesús “el Espíritu Santo lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo”. Es Dios quien lo empuja al desierto como a ti te empuja al desierto cuaresmal de la vida para que tengas ocasión de conocerte mejor y conocer más a Dios. No hablo de un conocimiento intelectual sino de aquel que se adquiere con la vida superando  pruebas a las que solemos llamar “tentaciones”, aprietos en los que las circunstancias  nos ponen para fortalecernos interiormente.

El examen a que Dios te somete lo resume el evangelio en tres ejercicios de evaluación, las tres pruebas que Jesús aprobó en el desierto.

1.- La primera prueba consiste en aprender que la vida fácil no es un buen camino. “¡Convierte estas piedras en panes!”, propuso el diablo a Jesús. Así de fácil. Te enriqueces y puedes hacer un gran bien con tantos dineros. No es raro que el vicio, en este caso la avaricia, propenda a justificarse en la virtud. No te dejes engañar.

Hay quien piensa que los ricos son las personas más felices de la tierra. Y se equivocan. No niego que la holgura económica sea un pilar importante para vivir bien, pero ¿lo es todo? Pues no. Sobre todo cuando se convierte en avara obsesión.

“No sólo de pan vive el hombre”. ¿Acaso soy un cerdo para contentarme con un buen pienso de engorde? Como persona que soy tengo que cubrir necesidades más importantes, como  la libertad, la dignidad o el amor. 

La Cuaresma invita a soltar el apego a los bienes materiales. No basta desprenderte de cosas haciendo un ejercicio de voluntarismo ascético; se trata de “desapego”, de romper el afecto a la riqueza que guardas en tu corazón; que seas como Jesús, pobre en bienes materiales y rico en amor, como Él, que “siendo rico se hizo pobre para enriqueceros con su pobreza" (2 Cor 8,9)

2.- La segunda prueba ante la que te pone el Espíritu es la de vencer la soberbia, que es la madre de todos lo pecados. “Le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: … Si te arrodillas delante de mí, todo eso tuyo”. Un pastel muy apetecible. ¿Quién no ha soñado “en un instante” que es todopoderoso? Ese “instante” es una brecha a la maldad que se abre en tu corazón. Cuida de tapar esa grieta, porque acabará por cuartear y hundir el edificio entero.

El pecado de soberbia consiste en querer ocupar el lugar preeminente que solo pertenece a Dios. “Seréis como Dios” (Gn3,4), dijo la serpiente a Adán; y cayó en la trampa. En ese “instante” nace el ego, el egoísmo y sus nefastas consecuencias.

Tu ego (el yo que no eres y que presumes ser) es soberbio por naturaleza y huye de la humildad como de la peste, porque la humildad le enflaquece, le empequeñece, le debilita y le mata. Ser “egoísta” va contra la naturaleza original de tu ser; no has nacido para ser amado sino para amar; no para crecer siendo servido sino sirviendo; eres amor, eres compasión. No ganas nada dejándote llevar, arrodillándote, ante tu ego. Jesús te previene: “Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto”.

Supera esta prueba quien pone a Dios en el centro de su vida, quien  cultiva la oración contemplativa para que con los ojos en Dios “mirando su grandeza acudamos a nuestra bajeza” (Santa Teresa). Es importante que dediques tiempo a la oración a fin de que no te encuentre distraído o distraída ese “instante” en el que el diablo pone en tu mente y tu imaginación la posibilidad de poseer todo el poder del cielo y de la tierra.

3.- La tercera prueba a la que te somete la vida es más sutil. Yo la llamaría la tentación del éxito o el culto de la propia imagen. ¿No te has sorprendido nunca a ti mismo o a ti misma  actuando teatralmente ante alguien a quien quieres seducir? Pues a Jesús le pide el diablo eso, un poco de hipocresía teatral: “Tírate del alero del templo; antes de caer te recogerán los ángeles, porque eres hijo de Dios". Todos verán el prodigio y te escucharán, creerán en ti y te seguirán. ¿No te parece una buena causa? ¿Habrá entonces alguien más feliz que ellos y que tú? Ellos quedarán "embobados" y tú podrás llevarles por donde quieras.

Hay quien necesita de la religión-espectáculo; pierden los vientos por una buena ceremonia, una espectacular Semana Santa, unas confirmadas apariciones milagrosas de la Virgen o de algún santo. Todo esto les mueve más que la escucha sencilla y directa de la Palabra de Dios. A estos hay que decirles con Jesús: ¿Por qué buscáis fenómenos extraordinarios para creer? Dios esta en la vida diaria; de nuevo Santa Teresa: “entre pucheros anda el Señor”.  Además, se engañan quienes creen que la fe depende de evidencias físicas: “Si no creen a Moisés y a los profetas -si no creen en la Palabra, dice Jesús-  no creerán ni aunque resucite un muerto” (Lc 16,31).

Superas esta prueba si en la espiritualidad o la religión no buscas satisfacer tu curiosidad, tus caprichos o el triunfo personal, si no estás constantemente esperando que Dios atienda tus deseos. “No tentarás al Señor tu Dios”.

La clave de la fe y la consecuente felicidad no está en obtener beneficios de Dios. “La vida, una vez que uno está en unión con Dios se convierte en lo que Dios disponga. Está llena de sorpresas. Hay una cosa que se puede esperar con seguridad en el camino espiritual, y es que aquello que tú esperas que suceda, no va a suceder” (Th. Keating). La felicidad no está en que se cumpla mi voluntad sino en abandonarse a la de Dios.

No esperes a que Dios te recoja a fin de que no caigas. Procura tú recoger a los que han caído o están a punto de hacerlo. Y hazlo en silencio, calladamente, diciendo con los santos: "somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer" (Lc 17,10). Lo demás déjaselo a Dios.

Feliz domingo 
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Como complemento a esta entrada tienes una reflexión para este primer domingo de Cuaresma, a la luz de la situación sociopolítica actual,  en: 


(Clickar en la foto o en el enlace)
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Marzo 2025
Casto Acedo

lunes, 3 de marzo de 2025

Miércoles de Ceniza (5 de Marzo)


EVANGELIO Mt 6,1-18

“Cuando hagas limosna, ... cuando oréis..., cuando ayunéis, ... lo note, no los hombres sino tu Padre, que está en lo escondido”.

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Con el miércoles de Ceniza entramos en el tiempo de la Cuaresma. Y con ella volvemos a recibir la invitación secular a la conversión: “¡Conviértete, y cree en el Evangelio!” (Liturgia de imposición de la ceniza). Una llamada a replantearte la vida, para enmendarla ante Dios en un tiempo donde parece que somos los hombres los queremos enmendarle la plana a Dios. 

¿No hay más Dios que el hombre?

La cultura en la que cada vez parece estamos más inmersos deja entrever un credo que se presenta como nuevo, aunque no deja de ser un credo muy antiguo: “no hay más Dios que el hombre”. Vivimos en el encumbramiento de la criatura que se vuelve contra su creador. Adán (el hombre), tentado por la sabiduría mundana de la Serpiente, cede a sus deseos de “ser como Dios, conocedor del bien y del mal” (Gn 3,5), o como los habitantes de Babel, se lanza a la tarea del “hagámonos famosos” (Gn 11,4). Ignora que por ese camino lo que hace es perder el auténtico bienestar, que curiosamente está escondido (misterio) en la “obediencia” al único Dios verdadero. 

Seducidos por la Serpiente de la soberbia, la avaricia y la idolatría de la propia imagen, no encontramos, sin embargo, en estos ídolos la ayuda adecuada; y nos sentimos tremendamente solos. Terrible soledad que se exterioriza en las muchas y variadas formas de llamar la atención: a ver si así se fijan en mí y puedo mitigar el sufrimiento que me produce la soledad. La vida de muchos se ha transformado en una carrera por conseguir destacar y ser querido; ser protagonista sea como sea, aunque ello suponga vender mi alma (dignidad).

Convertir nuestras realidades.

En muchas manifestaciones de nuestra vida privada y pública se manifiesta el pecado del egocentrismo y su hija la soberbia de la que hemos de ser redimidos. Necesitamos conversión, volver a Dios,  darle la vuelta a  nuestras realidades:

*La política (que debería ser el arte de conducir y conducirse honestamente en la vida ciudadana) se ha transformado en un guirigay de toma y daca, de dimes y diretes, de donde yo digo digo, tú dices diego, política de fuerza y amenaza,  todo para mayor honra y gloria del partido o del político de turno, que más que procurar el bien común de los ciudadanos, procura el encumbramiento del político apoyado en una ideología demoníaca. 

La vida política necesita convertirse, renovarse... “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos” (Mt 6,1). ¿Acaso no actúan así muchos de los políticos de hoy? Para que se de una auténtica conversión-renovación de la vida política se precisa del político que busque la justicia y el bien del pueblo antes que la adulación y alabanza (a mayor gloria y gordura de su ego y puede que también de su cuenta corriente). Aquí Dios tiene mucho que decir, y en Jesús de Nazaret mucho que enseñar.

*La religión. En ella buscan las personas  cruzarse con el amor de Dios. Dios es amor. Ser cristiano no consiste tanto en amar a Dios cuanto aceptar el amor que Dios regala en Jesucristo; Dios nos quiere tal y como somos: débiles, pecadores, inseguros, poco atractivos,... Sin embargo, en nuestra soledad, no solemos confiarnos a Dios y preferimos usar la religión como excusa para ser considerados buenos, para obtener méritos ante Dios y ante los demás de cara a que nos acepten. ¡Qué tremenda soledad la del fariseo de la parábola!: “¡primero yo, segundo yo, y tercero yo!”; ¿no te suena esta canción?: “Os aseguro que el pecador bajó justificado a su casa, y el otro no” (cf Lc 18,9-14). 

Nuestra religiosidad se manifiesta a veces en “gestos externos”, en “autobombo”, en “lucimientos de cara a la galería”... falsedad que el mismo Señor  desenmascara en su evangelio: “Cuando recéis no seáis hipócritas... Cuando des limosna.... Cuando ayunes... (cuando vayas a la procesión, cuando lleves el “paso”, cuando hagas penitencia, cuando eches una mano al indigente, al vecino...) no lo hagas para que te vea la gente”; (cf Mt 6,1-6). Tu religiosidad-oración ¿necesita conversión? ¡Basta de rasgarse las vestiduras! ¡Es hora de rasgar tu corazón! (Joel 2,13).

*La vida social. También ésta necesita conversión. ¿No notáis que nuestras relaciones sociales son cada vez más frías? A medida en que  nos enriquecemos materialmente van empobreciéndose nuestras relaciones humanas. Es como si tuviéramos miedo al otro. Hemos empezado a ver en el otro más una amenaza que una ayuda. No sólo nos estorba Dios sino también el prójimo; no queremos compromisos con nadie, porque tememos hipotecar con ello nuestra libertad. ¿No vive momentos bajos la auténtica amistad? ¿No ha perdido el compromiso matrimonial mucha de su fuerza e intensidad? 

Necesitamos convertirnos a unas relaciones de pareja, sociales, vecinales, amistosas, de mayor calidad humana. Y no basta para ello con pertenecer o colaborar económicamente con alguna organización que atienda a los que lo necesitan. ¿No será más necesaria tu entrega personal, tu cariño, tu presencia... que tu dinero? Una buena oportunidad la Cuaresma para acercarte y tocar al enfermo, al inmigrantes o al indigente, una oportunidad para plantearte tu implicación personal en Cáritas.

*La vida familiar. También por la familia murió Cristo, “el cual, por nosotros se hizo pecado para que por él quedemos justificados” (2 Cor 5,21). Se habla de “renovación” del modelo de familia, y se ha llegado en España a la legalización civil de otros modelos de convivencia en pareja a los que sólo eufemísticamente podríamos llamar "matrimonio". Pero ¿es esa la conversión que Dios quiere? ¿Es esa la renovación de la vida familiar que necesitamos? ¡Ya está bien de presumir de ser los más modernos, los más libres, los más justos!.

El ocaso del compromiso familiar se está poniendo de manifiesto en el descenso de parejas que se atreven a contraer matrimonio. Además, ¿no oímos hablar constantemente de violencia doméstica o de “género” (eufemismo de “sexo”)? ¿Cuál es la familia que Dios quiere? ¿Qué tengo que cambiar en mis relaciones matrimoniales y familiares? ¿Significa algo para mi familia el apellido de “cristiana”? Preguntas básicas para abordar luego una renovación familiar a la luz de Dios.

*La persona. No podemos olvidar que somos personas, que tenemos una individualidad y una dignidad que no puede ser sometida a nada ni a nadie más que a Dios. La persona, tu y yo, estamos muy solos. No nos estimamos lo suficiente. Por ello buscamos desesperadamente la seguridad en los dineros y los pedestales; por eso recurrimos una y otra vez al cuidado constante de nuestra propia imagen. 

Parece que lo importante no es lo que somos, sino lo que aparentamos. Por eso despreciamos al anciano o al enfermo, porque creemos que la debilidad y el envejecimiento del cuerpo es la misma debilidad y envejecimiento del ser personal. Por eso andamos obsesionados por el cuidado del cuerpo, por dar una imagen “guapa” de nosotros mismos, por eso mismo queremos tener tal coche o tal casa, o hacer tal o cual viaje de vacaciones... porque, acostumbrados a ver en los demás “lo que tienen” (apariencia) y no “lo que son” (realidad), queremos que nos quieran, y para ello hacemos gala de todo lo que creemos que nos puede hacer “amables”. Nuestra vida, nuestra mentalidad vital, está pidiendo conversión, reorientación, antes de que nos desespere y nos destruya tanta máscara.

 *

Hoy empieza la Cuaresma. Tiempo de hacer un alto en la vida. Tiempo de análisis. Tiempo de reflexión. Tiempo de evaluación. Tiempo de conversión. Dios está de tu parte; ¿dónde estás tú? Recuerda que el cambio, la conversión, como el amor, comienza por uno mismo.  Dice san Pablo: “Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Porque él dice: ´En el tiempo de la gracia te escucho, en el día de la salvación te ayudo´. Pues mirad: ahora es el tiempo de la gracia; ahora es el día de la salvación” .(2 Cor 6,1-2). Revisa qué facetas de tu vida (política, fe, relaciones, actitud personal, familia, etc.) están pidiéndote un cambio.

¡Buena y provechosa cuaresma !

Marzo 2025
Casto Acedo