lunes, 17 de marzo de 2025

San José (19 de Marzo)

Fe y valentía de José 
 
Junto a su esposa  María, san José es *modelo de fe. Una fe no exenta de dudas y temores que han de ser asumidos y superados. Dadas las circunstancias, tal como lo narra el evangelio, debió ser decepcionante para José la noticia de que María, su prometida, esperaba un hijo; la conclusión evidente es pensar en un acto de infidelidad por parte de María. No obstante, en la situación de duda no prevalece en José el odio o el deseo de venganza del hombre engañado; se impone ante todo el sentido de la justicia como misericordia: “era bueno y no quería denunciarla”. La duda, bastante razonable, no le cierra la posibilidad de apostar por la inocencia de María. Y tal vez por eso, porque estuvo abierto a lo inexplicable, mereció una explicación divina: “No tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.
 
Además de su fe merece la pena destacar la *valentía de José. No debió asumir la misión encomendada por Dios sin ciertos miedos. ¡Qué responsabilidad adquiere José! Seguramente habría escuchado más de una vez la Palabra de Dios que profetizaba el nacimiento del Mesías en la familia de David a la que él pertenecía. Pero ¿no sería una carga demasiado dura? No obstante sus lógicos temores José acepta la misión de ejercer de hecho como padre de Jesús. Y recibió a María y a Jesús en su casa, formando un equipo, la Sagrada Familia, que a lo largo de siglos no ha dejado de ser para todos punto de referencia de vida cristiana familiar y eclesial.

Tal vez hoy, inmersos en un mundo excesivamente activo, la fe parezca una virtud innecesaria. Basta con el amor, basta con que hagamos esto y lo otro, con que cumplamos este y el otro precepto moral, con que vivamos volcados hacia el prójimo... Pero ¿es posible vivir de cara al prójimo sin fe? ¿No es desesperante una acción sin “motivo”? *La fe es al amor como el alma al cuerpo. Es cierto que una fe sin obras es una fe muerta, como afirma Santiago en su carta (2,26), pero las obras sin fe que las aliente, son obras vacías, agotadoras, desesperantes, imposibles. La fe llena de contenido al amor. ¿Acaso sin fe hubiera aceptado José a María y con ella la responsabilidad de ser educador de Jesús y hombre comprometido en la salvación de la humanidad? ¿No fue la fe la que le hizo superar las dudas y el temor de lo que tenía ante sí? Sin fe Abrahán no hubiera salido de su tierra; sin fe José no hubiera facilitado el “nacimiento de Dios”.

La solemnidad de san José la vivimos en plena Cuaresma. Y podemos aprovechar la figura de este santo para crecer espiritualmente en estos días que nos acercan a la Semana Santa,. días para sorprendernos de los extraños caminos de cruz que Dios escoge para manifestarse, y en los que, enfrentados a los misterios divinos, también surge en nosotros la duda: ¿cómo un crucificado puede ser Dios? Hoy, con san José, podemos escuchar la voz del ángel disipando dudas: *“No tengas reparo en llevarte a María”, no tengas reparo en abrir de par en par tu casa al Salvador. José, respondiendo afirmativamente al llamamiento divino, vivió su Pascua –el paso del Señor por su vida- con gran sentido de la responsabilidad, con dedicación y entereza.


Día del seminario 

Por otro lado, celebramos hoy el día del seminario. El motivo es evidente: la Sagrada Familia fue el primer seminario, el lugar donde Jesús se formó con el inestimable  acompañamiento de San José y de su madre la Virgen María. ¡Cuántos detalles del obrar humano de Jesús: su apertura a todos, su confianza en el Padre, su compasión, su lenguaje plagado de imágenes rurales y familiares, su delicadeza en el trato con los hombres,  etc., se fueron fraguando al arrimo de unos padres tan excelentes! 

San José sembró en Jesús una esperanza que floreció y fructificó en su vida pública. *El seminario es semillero de esperanza,  un lugar donde aprenden a esperar en Dios jóvenes que se forman en valores humanos y en la fe cristiana para luego llevar al mundo a Cristo "esperanza de la gloria" (Col 1,27). Pensemos en la multitud de sacerdotes que con su presencia allí donde la enfermedad, la marginación o el descarte parecen invitar a la desesperación son signos de esperanza con su ayuda personal y con los auxilios sacramentales. Donde hay una comunidad que celebra la Eucaristía hay esperanza de que la memoria de Jesús pueda disipar totalmente las tinieblas a las que nos conduce el olvido del amor. 

Roguemos a San José por nuestros seminarios, ¡recemos y apoyemos a esta institución tan importante para la Iglesia! y no dejemos que se pierda ninguna vocación por falta de apoyo espiritual, social o económico.



Marzo 2025
Casto Acedo 

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