Hermano sacerdote Andrés, Sr
Alcalde y demás autoridades, miembros de la hermandad, fieles de la comunidad
de san Pedro Apóstol y devotos todos de la Virgen de la Albuera, amigos todos.
Hoy estamos de fiesta. La
fiesta de Nuestra Señor de la Albuera, advocación bajo la cual veneramos a la
Virgen María, madre de Jesús, madre de Dios, en el pueblo de san Pedro de
Mérida.
Hay días que marcan el ser de
una comunidad. En esos días se concentra todo lo que somos, vivimos y
esperamos. Yo diría que la fiesta mayor de un pueblo define su propio ser; el
entusiasmo, la alegría y el tesón que ponemos en la celebración de este día es
un termómetro del estado de salud de los vecinos.
El día de hoy adquiere un
especial significado para todos los que vivimos ligados a san Pedro de Mérida.
Es un día que invita, convoca, llama a sacar fuera nuestra mejor versión como
personas y como pueblo.
Hay un punto en el que
convergen todas nuestras miradas: la imagen de la Virgen de la Albuera. Aquí la
tenéis, embellecida con sus joyas y con las flores que ayer ofrecisteis, signos
evidentes de la devoción de sus hijos.
* * *
Toda fiesta tiene una triple
dimensión temporal que me gustaría resaltar en mi predicación. Siempre hay en la
fiesta una referencia a un pasado feliz y liberador, que se hace presente en la celebración y que apunta
a un futuro prometedor más pleno.
Pongamos como ejemplo una
fiesta de cumpleaños. En ella se mira al pasado, al día del nacimiento; se
alegra uno de haber nacido, sino no tendría sentido la celebración festiva;
todo lo que el nacimiento ha aportado a la persona lo trae al presente y se
goza en ello (también habrá habido momentos más grises, pero esos quedan superados
por el triunfo de lo positivo de la vida); y cada año se apunta a una meta que
se espera alcanzar: ser cada vez más feliz.
Lo que decimos lo podemos aplicar a una fiesta nacional (constitución, día de Extremadura, hispanidad) o a cualquier otra fiesta. En las fiestas nacionales o regionales nos remitimos a acontecimientos que nos han forjado como pueblo, como región o como nación. Se recuerda aquel o aquellos acontecimientos como algo que nos hace “ser lo que somos”, y considerando que lo que celebramos aún ha de producir más frutos, apuntamos a que cada día vaya siendo perfeccionado.
* * *
La fiesta de la Virgen de la
Albuera tiene su PASADO. Hubo un tiempo en que la devoción a la Virgen bajo
esta advocación comenzó a servir de cohesión, de pegamento, a toda la
comunidad. Y es que la Virgen tiene todo lo necesario para ello. Baste decir
que es Madre, ¿hay algo que aglutine más a unas personas que ser hijos
de una misma madre?
Ahora bien, no siempre el
pasado es lineal y perfecto. A veces, entre los mismos hijos hay disputas,
malentendidos, equivocaciones. En la historia de todo pueblo, como en la de
toda persona, se mezclan lo bueno y lo no tan bueno, lo correcto y lo
incorrecto, lo acertado y lo desacertado. Hay mucho de bueno en la memoria de
una comunidad que hay que cultivar, y también heridas que hay que sanar.
La Virgen de la Albuera, a
cuyos pies nos ponemos hoy especialmente, sabe de nuestras satisfacciones como
pueblo, y también de nuestras heridas. Ella sabe de nuestros éxitos, pero
también de nuestros fracasos a la hora de convivir adecuadamente en justicia y
bondad. Y también sabe del valor de la reconciliación y el perdón entre sus
hijos. ¡Cuántas veces, acudiendo a ella, habremos encontrado sus hijos fuerzas
para restañar heridas y seguir haciendo pueblo!
La Virgen de la Albuera ha
sido en la historia de san Pedro de Mérida punto de encuentro, lugar común,
espacio para el entendimiento mutuo entre sampedreños. No deberíamos perder de
vista las historias de perdón que se habrán vivido a los pies de nuestra Madre.
¡Cuántos momentos de gozo, de alegría compartida, de comunión fraterna, se
habrán forjado en las fiestas de la Virgen de la Albuera bajo su atenta mirada!
Es bueno sentirnos orgullosos de nuestro pasado.
Es bueno conocer nuestra
historia, hacer “memoria histórica”, tanto de los aciertos para potenciarlos
como de los errores para no volver a repetirlos; hacer memoria, pero siempre
apuntando a la reconciliación, nunca a la división. Y creo que una correcta devoción
a la Virgen de la Albuera ayuda a ello.
* * *
La fiesta también tiene su PRESENTE.
El pasado es memoria. ¡Mirad, lo único real es el presente! El aquí y el ahora. Estamos en la Iglesia, aquí,
y en el ahora de la misa. Estamos en la fiesta de 2022. Podemos
estancarnos en las fiestas del último año, o en aquella en la que lo pasamos
tan bien. ¡Demos gracias a Dios por ello! Pero aquello fue. Aprendimos cosas,
pero ya no están. Hay mucha gente que se queda estancada en el recuerdo de lo
que fue y olvida lo que es. Es un síntoma de vejez: ¡ay si volvieran aquellos
tiempos!, dicen algunos. No volverán. Y me atrevo a decir que los tiempos de
ahora son mejores que los pasados. En esto tenemos suerte.
“Carpe diem”, dice una frase
latina que se ha hecho muy popular en nuestros días. “Vive el momento”,
reinvéntate en cada instante, pon creatividad a tu vida. Si hay algo que
verdaderamente importa es “la fiesta de este año”. No te quedes en lo que
sentiste hace tres años en la procesión, o en la misa, o en el encuentro
familiar o con los amigos; permanece abierto, abierta, a la novedad del
momento.
Propio de este momento es la
emoción, la lágrima, el “sobresalto del corazón” que se da cuando sale
la virgen por la puerta, o cuando se canta el final; … A veces nos da vergüenza
llorar, nos parece un signo de debilidad, …intentamos controlarnos, disimular
los sentimientos, … pero, seamos sinceros con nosotros mismos, la realidad se
impone… Nuestra mente -siempre tan calculadora- nos dice que no es nada
importante, que la emoción y la lágrima son algo accidental, pero a menos que
te pares sabes que el corazón está hablando… Hay un “lenguaje del corazón”, de
la emoción, que deberíamos escuchar. ¿Cómo creéis que habla Dios al hombre?
¿Cómo nos habla la Virgen? No esperéis que lo haga con palabras, porque hay
cosas que las palabras no pueden expresar…
Dios y la Virgen hablan el
lenguaje de la experiencia. Su mensaje no nos llega por la mente sino por el
corazón. Luego intentamos buscar
palabras para “decir” lo que entendemos que se nos ha dicho, pero no logramos
encontrarlas.
Hoy, de un modo especial, la Virgen de la Albuera habla a todos los sampedreños. Que cada uno esté atento, porque la Virgen habla hoy a tu corazón; puede que te diga simplemente: “No tengas miedo, mi hijo Jesús y yo estamos contigo”; o tal vez te invite a acercarte a ese hermano, vecino, esposo o esposa, compañero o compañera de trabajo con quien últimamente las relaciones no están siendo de lo mejor. O puede que con su tierna mirada te esté diciendo que aquellos que se fueron a la casa del Padre están bien, que gozan la paz del cielo. Dios y María hablan a través de la experiencia, de los sentimientos, de las emociones. Abre tu oído y escucha.
* * *
Hemos dicho que toda fiesta
nos remite a un pasado que fue (un pasado que hay que valorar, del que hay que
extraer lecciones, pero al que no hay que
atarse; del pasado nos queda la experiencia, alegrémonos de lo bueno y
perdonémonos lo malo); también hemos
dicho que la fiesta y nos invita al presente que es el ahora (escuchar, disfrutar, vivir
el presente); y también la fiesta nos lanza a un FUTURO que será.
Y, ¡ojo!, no nos engañemos; ese futuro no vendrá caído del cielo. La vida de mañana será lo que Dios quiera; pero sobre todo será “lo que tú quieres que sea”. “Dios, que te creó sin ti, no te salvará -no te dará la felicidad- sin ti” (San Agustín).
La Virgen de la Albuera
intercede ante Jesús cuando le presentas tus retos, pero no te los va a
solucionar; eres tú quien tienes que buscar y dar soluciones. Dios te ayuda,
pero no te anula, no te sustituye. La
Virgen de la Albuera no es la madre que dará cumplimento a tus caprichos o
deseos –sería una mala madre que maleduca a sus hijos-; Dios y la Virgen
iluminan, ayudan a discernir lo que debes hacer, lo que te conviene, pero no lo
van a hacer por ti.
Tenemos ante nosotros un futuro
como personas y como pueblo. Es una tarea construir una comunidad donde se
vivan los valores fundamentales de libertad, igualdad y fraternidad, principios
básicos de la convivencia democrática inspirada en el humanismo cristiano.
No me canso de decir que “Dios
nos ha creado a su imagen y semejanza”, y si “Dios es amor”, “yo soy amor”, porque
estoy hecho a su imagen, esa es mi naturaleza: amor, unión, comunicación,
compartir, … Desde esa esencia del ser humano debo vivir personalmente y debemos
construir nuestro futuro como pueblo. San Pedro de Mérida será lo que nosotros -tú y yo- decidamos
que sea.
Para que la decisión sea buena
deberíamos abandonar la cultura de la comodidad y la queja y arrimar todos el
hombro…. La Virgen de la Albuera, como buena madre quiere a sus hijos unidos en
la realización de un proyecto común.
Para que tenga éxito ese proyecto de un pueblo mejor basta aprender del “modo
de amar de una madre”.
¿Cómo ama una madre? En una ocasión le preguntaron
a una madre que a cuál de sus hijos quería más. Y ella respondió: quiero más al pequeño cuando veo que es el más
débil, al que está enfermo porque necesita más de mi atención, al que
está de viaje o vive lejos de mi lo quiero más porque lo veo más expuesto a peligros, al
que lleva mala vida lo amo más porque necesita más de mi ayuda para volver
al buen camino, etc.
¡Qué lección! El futuro mejor para el pueblo no va a venir porque nos quejemos de lo malo que es este o aquella, o lo mal que hace las cosas el otro o la otra, o porque vivamos en la constante queja de que en este pueblo no se puede hacer nada…Frente a la cultura de la queja, la cultura de la "decisión de amar", de actuar allí donde más se me necesita. Cuando se quiere se puede; y tenéis ejemplo de ello en las distintas asociaciones que hay en San Pedro. Ese es el camino. El futuro se construye tomando en el presente las decisiones adecuadas y comprometiéndonos con lo decidido.
Esto que digo parece cuestión política. Y lo es; pero no es solo política; también es cuestión religiosa. Cuando alguien me pregunta si su vida religiosa es adecuada, si su relación con Dios y la Virgen es la correcta, le suelo responder: mira a tu relación con los demás (prójimo, vecino o vecina, esposo o esposa, …), y aprende que esa es tu relación con Dios y con la Virgen. Todo lo que esté fuera de esto es hipocresía. No puedes ser y sentirte hijo de la Virgen sin sentirte hermano de tus vecinos, porque todos son sus hijos; y a ella no puedes amarla sin amarlos a ellos.
CONCLUYENDO: Recojamos los buenos frutos de siglos de tradición cristiana y
social que se han vivido en la historia de san Pedro de Mérida. Disfrutemos y
estemos abiertos a vivir el presente, atentos a qué nos dice y nos pide hoy la
Virgen de la Albuera; eso sí, deja que hable a tu corazón no a tu mente. Da
rienda suelta a tus emociones positivas estos días; no te avergüences de tener
sentimientos; y, pisando fuerte en el presente, afronta el futuro con esperanza,
con la seguridad de que “todo irá bien”, por duro que sea el camino la Virgen
de la Albuera no te va a faltar, ella es motor de tu esperanza.
Gracias, Madre de la Albuera.
Para ver la ceremonia ira a:
https://www.facebook.com/ayuntamiento.sanpedrodemerida/videos/504970001109453
Casto Acedo
18 de Abril de 2022
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