viernes, 31 de enero de 2025

Presentación del Señor (2 de Febrero)



EVANGELIO

"Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén"

Palabra del Señor



La fiesta de la Presentación del Señor y Purificación de María prolonga las solemnidades propias de la Navidad, en las que el punto central es el misterio de la Encarnación. Jesús, semejante en todo a nosotros menos en el pecado (Hb 4,15), se iguala a todos los niños judíos de su tiempo y es presentado en el templo cuarenta días después de su nacimiento. Asimismo María, que no necesitaba purificación alguna por ser inmaculada desde su concepción se somete al rito común a toda mujer judía. Es un Misterio: Jesús siendo presentado en el templo; el mismo que después, en su vida pública, se presentará en el templo y lo purificará abriéndose paso con un látigo entre las oscuridades (cf Mt 21,12-14 y par.).

En el momento de la entrada de la familia de Nazaret en el templo para cumplir lo mandado por la ley  se dan unos encuentros muy particulares. Simeón y Ana, ancianos fieles que durante años cultivaron una mirada contemplativa, fraguada en la oración y el silencio,  recibieron el don de ver y abrazar al mismo Dios, cumpliéndose así todas sus esperanzas. A Simeón “le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes e ver al Mesías del Señor”. Impulsado por el Espíritu fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús… lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora… mis ojos han visto a tu salvador” (Lc 2,27.30); Ana también tuvo el privilegio de la "visión de Dios" en aquel niño, y  "hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén".

Simón y Ana son prototipo de todos los que perseveran en la oración y esperan poder ver  la "luz que alumbra a todas las naciones". Estos  ancianos reciben la gracia de reconocer a Jesús entre la multitud, el gozo de ver con sus propios ojos cómo el Dios infinito se hace niño y se abaja a la finitud de la carne para que  el hombre finito sea divinizado por su gracia. Quien persevera en la oración nunca queda defraudado.

* * *

Hoy también se celebra el Día de la vida consagrada, personas que se ofrecen a Dios en una vida de virginidad, pobreza y obediencia, monjes y monjas, religiosos y religiosas  que se han consagrado de por vida a la contemplación, la alabanza y el testimonio activo en la Iglesia. 

Las comunidades de vida religiosa atraviesan momentos difíciles. Son muchos los monasterios y conventos que se cierran cada año en España y en el mundo. ¿Qué está pasando? La escasez de vocaciones a la vida consagrada parece un signo de la creciente secularización de nuestro mundo y que habría que enmarcar en una crisis mayor: la crisis de fe y amor que muestra su rostro también en el escandaloso descenso de parejas que optan por el sacramento del matrimonio. Falta voluntad para decidirse por una entrega total y para siempre.

Sin embargo, se aprecian signos de esperanza en la creciente demanda de formación y experiencia espiritual por parte de los fieles. El vacío de sentido que embarga a nuestra cultura sin Dios inquieta a muchos que buscan una luz que les devuelva la esperanza. La estancia temporal en los monasterios  que abren sus puertas a quienes desean experimentar días de silencio y oración son cada vez más demandados. Dejemos tiempo y espacio al Espíritu Santo, el mismo que nos dice el Evangelio de hoy que estaba con Simeón, el que le había revelado que un día vería a Jesús y el que le impulsó hacia Él en el día que conmemoramos. ¿Acaso no confiamos en Él? Sólo en Él y con Él podremos hallar respuesta y solución al desasosiego que la situación de la vida religiosa nos produce.  

Oremos y deseemos que en nuestro mundo opulento, arrogante y hedonista no falten nunca consagrados contemplativos y activos que imiten a Jesús pobre, obediente y casto. 

Enero 2025
Casto Acedo

2 comentarios:

  1. Señor manda obreros a tu mies, impulsa las vocaciones que dudan que titubean. Te rogamos por una vida en plenitud, por el compromiso a una vida según la llamada en cada época de nuestra vida

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