Tal vez el comentario de hoy resulte en exceso simbólico y teológico (teórico) para lo que son mis comentarios habituales. Pero ¿nos limitamos a decir que Jesús era buenísimo y divertido, que festejaba con sus amigos y hacía milagros para que el ambiente festivo no decayese? Cuando san Juan Evangelista narra las Bodas de Caná, su intención era ir más allá de querer contar una anécdota de la vida de Jesús. Ahí vamos. Buen domingo.
EVANGELIO . Jn 2,1-11
Había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
-«No tienen vino».
Jesús le dice:
-«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
-«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice:
-«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
-«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
-«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
* * *
Había una boda en Caná de Galilea. Tras dejarse bautizar por Juan y elegir a sus primeros discípulos (importante saber que no eligen los discípulos al maestro, sino el maestro a los discípulos), en el evangelio de Juan Jesús se va de boda. Y aprovecha la ocasión para hacer su primer milagro
San Juan evangelista llama signos a los milagros de Jesús. Narra siete signos o milagros de Jesús: Bodas de Caná (2,1-11), curación del hijo de un funcionario real (4,46-54), curación de un paralítico en la piscina (5,2-9) multiplicación de los panes y los peces (6,1-14), caminar sobre el mar (6,15-25), curación de un ciego de nacimiento (9,1-8) y resurrección de Lázaro (11,1-45).
¿Por qué los llama signos? Pues porque para él lo importante no es tanto lo que ocurre sino el significado de lo acontecido. Tras cada signo se esconde un mensaje que sobrepasa al signo en sí. El signo material pone en evidencia realidades inmateriales, pero no por ello menos importantes para la vida.
*
Todos los estudiosos están de acuerdo en que el hecho de que san Juan comience narrando la vida pública de Jesús con la asistencia a una boda tiene mucho que ver con una categoría fundamental en la Biblia: la alianza. Dios hace alianza con Noé, Abrahán, Moisés o David; y por boca de los profetas promete que en los tiempos mesiánicos (cuando venga el Cristo) se establecerá una nueva alianza que las superará a todas.
El vino viejo que se acaba en las bodas de Caná es el símbolo de la Antigua Alianza, incapaz de saciar la sed de vida de la humanidad. Es la espiritualidad de la ley, el rito, la pedagogía del castigo y la amenaza, que juegan su papel y tienen su importancia porque ayudan a mantenerse en una vida exterior más o menos digna; pero ese vino se agota y es agotador, porque fracasa en el objetivo de lograr la victoria sobre el pecado y la muerte. La ley no da la felicidad, es imposible al hombre vivir la perfección de la ley y alcanzar así la meta de la unión con Dios; esto sólo es posible en y por Jesucristo, el vino nuevo de la nueva alianza.
“Vienen días en que haré con Israel una ´alianza nueva´…, Pondré mis leyes en su mente, y las escribiré en su corazón; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” ( Hb 8,8.10, citando a Jr 32,33; interesante leer todo el capítulo 33 de Jeremías y el 8 de Hebreos). “Al decir ´alianza nueva´ Dios ha declarado vieja la primera; lo que se vuelve viejo y anticuado está apunto de desaparecer” (Hb 8,13); y así ocurre con el vino viejo de las bodas de Caná. Con Jesucristo llega el vino nuevo, de calidad insuperable, que no es otro que Él mismo, Dios hecho hombre, capaz de saciar los paladares espirituales más exquisitos y cumplir las expectativas de salvación más elevadas.
La nueva alianza que Jesús inaugura no consiste en un cambio de fachada, una restauración de lo viejo, sino en una reforma en profundidad, desde los cimientos; no basta con maquillar la piel, hay que adquirir un corazón nuevo. Hasta Caná el mensaje era: “haced lo que manda la ley de Moisés”, antigua alianza; a partir de Caná lo que rige es la consigna de María, símbolo de la Iglesia como nuevo Israel: “haced lo que Él os diga”, haz lo que el corazón de Jesús le sugiera a tu corazón enamorado qué es lo que tienes que creer, esperar y hacer.
*
“Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él”. Así concluye el evangelio de hoy. María, sus discípulos, la Iglesia entera, somos invitados a celebrar la gloria de Dios en las “bodas del Cordero” (Ap 19.7-10).
¿Dónde y cómo celebrar esas bodas? Decíamos al principio que para san Juan cuando narra un milagro lo importante no es el signo material sino el significado. Los signos apuntan a un significante. Hoy todo nos habla de Jesús como vino nuevo, nueva alianza, nuevo maestro, nueva ley. Jesús es el signo, el sacramento de Dios para el mundo.
Con su amor coherente hasta el final, con su “matrimonio espiritual” consumado en la Cruz, signo al que apunta el milagro de Caná, Jesús “manifestó su gloria”, la gloria del Padre, y “sus discípulos creyeron en él”. ¡Ojalá cada uno de los que por el bautismo y la fe hemos entrado en la órbita de su alianza nueva seamos con Él luz de Dios en medio de un mundo necesitado de signos!
¡Feliz semana!. Y no olvides que cada domingo la Iglesia (María) te invita a renovar tu alianza bautismal en la Misa, el sacramento de la Nueva Alianza. La Eucaristía es un signo, un sacramento, presencia visible de la gracia invisible de Dios que es el mismo Jesús. Aprende a verlo y a amarlo ahí, tan cerca, dándosete Él mismo como pan de vida y vino nuevo.
Enero 2025
Casto Acedo
Los siervos fueron esplendidos con el agua y tu eres esplendido con el vino. Las tinajas llenas hasta del borde. Ofrecerse hasta el borde en esta nueva alianza. Jesús en tí confío.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta magnífica explicación D. Casto.
No entiendo que tenga tan pocos comentarios.
Julia