viernes, 15 de noviembre de 2024

Sobre el final (17 de Noviembre)


EVANGELIO  
Mc  13,24-32.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

-«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. 

Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. 

Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. 

Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

¡Palabra de Señor!

* * *

Cuando se escuchan evangelios como el de hoy solemos deprimirnos un poco. Hablan de cosas terribles.; y no nos gusta escuchar palabras que producen miedo. Si el evangelio es buena noticia, ¿cómo compaginarlo con anuncios tan horrendos?

La sabiduría del evangelio, el sensus fidei lo llaman los expertos, nos aclara las cosas. Hay en la Biblia una serie de textos que llamamos “apocalípticos”, que no quiere decir catastróficos sino reveladores. “Apocalipsis” significa “revelación”. No son textos pare ser leídos al pie de la letra (cosa que sí hacen los fundamentalistas religiosos, que los aprovechan para manipular con el miedo a las personas) sino que encierran un mensaje de esperanza que se puede extraer de ellos

De principio, los textos que hablan del final de los tiempos muestran algo tan simple como que “la historia tiene un fin”, algo que podemos mirar desde dos puntos de vista: como un fin de destrucción, de desaparición y de paso al vacío y la nada, un final temporal en toda regla; o como una finalidad, es decir, que la historia tiene una meta a la que apunta, y que completa el camino recorrido con anterioridad.

Si miramos el final o el fin desde la Biblia podemos ver que ésta no pone su acento en que todo termina y se acaba, en que todo desaparece, sino que todo alcanza su punto omega de perfección. Así lo indica el libro del Apocalipsis en sus últimos capítulos: "Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, ... Dios  enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.  Y dijo: «Mira, hago nuevas todas las cosas»". (20,1.4-5)

Se dice que uno de los mayores males de la Iglesia actual es que se ha desconectado de la vida de las personas. Y uno de los motivos puede estar en que hemos predicado tanto sobre el final catastrófico del mundo y de la humanidad, hemos reducido tanto la espiritualidad a un “terrible juicio final”, que se ha desdibujado la dimensión práctica de la sabiduría cristiana. Con el evangelio de hoy ganamos más leyéndolo para el presente que proyectándolo en un futuro más o menos cercano.

¿Qué sabiduría práctica de vida se oculta  tras el apocalíptico anuncio catastrofista de hoy? Lo primero: que las crisis son inevitables. “En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán”. Entro en angustia, todo se tambalea en torno a mi, sólo veo oscuridad, lo que antes me daba luz no me ilumina, los faros que me orientaban en la tormenta se han derrumbado, no me siento firme, todo se tambalea bajo mis pies. ¿Te suena? Estás atravesando una crisis, pasando por la noche, diría san Juan de la Cruz. Tienes ante ti un reto: mantener la fe, atravesar tus sombras, aguardar con paciencia el amanecer; porque “entonces verás venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos. Cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta”. ¿Ves?, al final del túnel no está el agujero negro sino la luz de Jesús, el Hijo del hombre, la esperanza. Tú estás entre los elegidos que serán reunidos en la luz.

Lo que pretende el texto evangélico de hoy es algo tan simple como hacerte ver la gloria de Dios como lo único que te queda al final (el único fin de la vida, el destino natural de tu historia). Merece la pena que abras los ojos a la realidad de la muerte y del fin, porque ahí se desvela la vacuidad de la vida asida a lo perecedero. Puede que contemplar lo caduco que es todo lo que has valorado importante hasta ahora te haga entrar en crisis, pero esa crisis es una oportunidad para que decidas a pasarte al lado correcto de la vida. Las descripciones catastrofistas  son sólo la cruz de una moneda cuya cara es el amor de Dios, como lo deja ver la primera lectura de hoy, del libro de Daniel, cuando dice que, ahora y al final, cuando todo se hunde, “los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad” (Dn 12,3).

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Te aconsejo leer esta semana la segunda carta del apóstol san Pedro. Es toda una llamada a decidir qué camino tomar cuando llega el terremoto de la vida y todo se tambalea. “Si todas las cosas van a desmoronarse, ¡qué conducta tan santa y tan religiosa deberá ser la vuestra mientras esperáis y apresuráis la venida del día de Dios!” (2 Pe 3,11). Solemos optar por el camino equivocado, que es el de aferrarnos, atarnos, apegarnos a lo perecedero (poder, dinero, fama, …), cómo queriendo prolongar eternamente la situación de agonía; pero sabemos que la dirección a tomar es otra: despojarnos de todo lo que es caduco por naturaleza. Y ponernos en manos del único que puede garantizar la vida: “Mientras esperáis estos acontecimientos (del final) procurad vivir en paz con Dios, … considerando como salvación la paciencia de nuestro Señor” (3,14-15).

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Un comentario más amplio sobre la Palabra de hoy en:

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Noviembre 2024
Casto Acedo

3 comentarios:

  1. Es curioso, sabiendo que Jesús no usaba eufemismos, que avisara de que eso iba a ocurrir ya mismo (antes de que desapareciera esa generación) y lo creyeran los primeros cristianos que incluso vendían sus posesiones esperando esta venida de Jesús. Pero no se como los discípulos siguientes se las apagaron para dar explicaciones de que no se cumplía lo predicho y seguir adelante. Esto siempre me llamó la atención.

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  2. Aviso que borraré todos los comentarios "anónimos"...

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