EVANGELIO Mc 10,2-9
Unos fariseos dijeron a Jesús: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»
Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Palabra del Señor.
* * *
Hablar de divorcio en y desde la Iglesia es complicado. No es fácil entender los entresijos del amor y el matrimonio cristianos cuando el tema se enfoca más desde los sentimientos que desde el acontecimiento de amar y la decisión de comprometerse. No es extraño que una sociedad de moralidad fragmentada y acomodaticia como la nuestra, donde Dios ha pasado a segundo plano, no tenga mucho sentido el compromiso de amor para toda la vida.
Un punto clave y clarificador es entender que el matrimonio es una vocación para la que Dios da su gracia. En el evangelio de san Mateo, cuando Jesús dice que “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, los discípulos responden: “si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse”. Pero él les dijo: «No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don” (Mt 19, 10-11). ¿Qué don? El don de la fe y el don del "amor de Dios", la gracia de Dios que puede hacer posible la entrega mutua total y para siempre. El amor es más un don que una conquista; también el matrimonio.
No es fácil mantener la fidelidad para siempre cuando hay tormentas que amenazan con hundir el barco; se necesita la fuerza de la gracia de Dios que apuntale a la naturaleza humana para mantenerse a flote. Deberíamos dar gracias a Dios cada día si hemos recibido ese don y no juzgar a quienes no tienen ese privilegio.
Los tiempos están pidiendo una purificación de fe acerca de la familia y el matrimonio cristianos que debería ir visibilizándose en determinadas actitudes; anotamos algunas:
* No mirar con desdén o mala cara ni juzgar a quienes viven situaciones de divorcio. La separación matrimonial y el divorcio no son una alegría para quienes lo sufren; quienes crean que un divorcio es una fiesta deberían preguntarse hasta qué punto les tiene subyugado su propio moralismo. Los divorciados o en trance de ello necesitan más de nuestro apoyo que de nuestras críticas.
* La mejor forma de trabajar por la fidelidad consiste en procurar que Dios sea el centro de nuestra vida y que ocupe un lugar de excelencia en los entresijos de nuestras relaciones humanas. Hacen falta testigos humildes, que todos puedan ver que si mi vida familiar es ejemplar en algo no se debe a mis magníficas cualidades sino a la gracia de Dios que hace en mi posible lo imposible. Dios no niega el don del amor y la fidelidad a quienes le suplican sinceramente.
* Evitar hacer una lectura legalista o condenatoria de las sentencias de Jesús sobre el tema. Con las palabras evangélicas de hoy no pretende Jesús condenar a los divorciados sino orientar hacia el amor más sublime, el amor original que entronca con el ser de Dios y del hombre "al principio de la creación". La condena de Jesús es para los fariseos, que hacen del tema del divorcio un divertimento para pillarle en alguna incoherencia.
No olvides nunca que tras las situaciones de ruptura matrimonial y divorcio se esconde mucho sufrimiento fruto de fracasos y decepciones dolorosas vividas en la convivencia. Acoge a los divorciados y no seas duro con ellos; no eches más leña al fuego; procura escuchar y acompañar, mostrándoles así que el amor y el perdón aún son posibles. Y si has recibido el don del sacramento del matrimonio, da paso cada día a Dios en tu relación de pareja.
* * *
Un comentario más amplio al evangelio de hoy en:
*
Octubre 2024
Casto Acedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario