jueves, 23 de diciembre de 2021

Al hilo de la Palabra (Navidad)


El significado último, profundo, decisivo, de la Navidad se puede resumir en una palabra que es un nombre: “Enmanuel”, que significa Dios con nosotros, o “Jesús”, Dios salva (Lc 1, 21.22). Dios se hace "Verbo", Palabra (Jn 1,14); la persona de Jesús es el lenguaje que Dios escoge  para hacerte saber que aunque tu olvido sea grande Él no se olvida de ti; que siempre estuvo, está y estará de tu lado.

El centro del belén es la figura del Niño recién nacido, una figura pequeña, casi imperceptible; pero sin ese bebé  el resto de elementos, las figuras de José y María, el buey y la mula, los ángeles, los pastores, los magos, las lavanderas, los leñadores, e incluso los personajes hostiles como  Herodes, quedan huérfanos, vacíos de sentido. 

Quitad al niño y ya no hay Belén. No hay duda de que Jesús, es el centro de todo; con su presencia diminuta ilumina el portal y le da un significado. Todas los personajes que ocupan las escenas del belén, miran al Niño y encuentran en Él su identidad y su papel en la representación  del gran teatro del mundo. 

La Navidad invita a ver el mundo como un inmenso Belén en el que todos se sienten atraídos por la mirada del Niño. Lo vemos en su cuna-pesebre, fajado, inmovilizado, tal como acostumbraban a hacer las madres de su tiempo. ¡Qué hermosa imagen la de esa inmovilidad! Dios sujeto a los límites de lo humano, mostrando su grandeza y su poder en la debilidad, proclamando la fuerza del amor de Dios en la aparente pasividad de la cuna-cruz. “Cuando haya sido elevado – dice Jesús- atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32). ¡Qué hermosa similitud visual la de Belén y el Calvario! Es el amor del crucificado lo que nos conmueve en Belén. 

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¿Por qué nos fascina tanto este Niño? ¿Por qué todo el que le mira queda prendido en Él? ¿Qué tiene Jesús que tanto atrae? Hay quienes están contra la institución religiosa, contra los curas, contra los ritos y las ceremonias, pero difícilmente hallarás a alguien que esté contra Él. ¿Por qué? ¿Qué tiene Jesús de especial?

La respuesta está en el enigma que oculta. ¿Te has preguntado alguna vez quién eres, para qué has nacido y a qué estás llamado? Pues el Niño-Dios te responde. Mírale y  sabrás quién eres (hijo de Dios), para qué has nacido (para amar) y a qué estás destinado (a la unión con Dios). No busques más, "el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" (Vaticano II, GS 22 ). En Jesús está la entera humanidad: tú, yo, todos. Si andas perdido puedes encontrarte en Él, porque Jesús es el modelo, el molde de tu hechura.  Desnúdate, quítate el velo de egolatría que te envuelve y podrás gozarte en lo que tienes de divino.

La ternura y la compasión, el deseo de paz y de amor, la chispa de fraternidad que brilla en los días de Navidad, no son casuales. Son virtudes esculpidas en tu alma de hijo de Dios y lo ves con claridad cuando te miras en el espejo-Jesús y en Él te reconoces. “Los ojos en Él”, “mira que te mira”, decía santa Teresa a sus hijas. Contempla al Niño, abísmate en su mirada, y te verás a ti mismo en toda tu verdad, tu bondad y tu belleza divinas.

Y, ¡oh maravilla!,  no sólo te ves a ti mismo o a ti misma en Él. También puedes contemplar en su figura a toda la humanidad. Jesús dice que lo que haces o dejas de hacer por tu hermano lo haces o dejas de hacer por Él (cf Mt 25). Si te enamoras y te abismas en Jesús empiezas a ver en los otros el rostro mismo de tu Amado, y te es más fácil el ejercicio de la caridad. ¿Entiendes ahora por qué en estos días te sientes más tierno, fraternal, acogedor y amoroso? Quien se deja seducir por el niño purifica su mirada y ve el mundo como es en realidad: un gran belén en el que un Niño inocente, de corazón limpio es Rey; en un Reino en el que los pobres, los humildes, los pacíficos, son privilegiados. 


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Déjame ser reiterativo. Esta Navidad, en un requiebro de amor, mira a Jesús y déjate mirar por Él. "Mira que te mira". La mirada de Jesús  seduce,  enamora, despierta la conciencia de tu ser. Es una mirada muy poderosa; puede cambiar tu vida. Esa mirada tiene el poder de cambiar tu vida para bien incluso en aquello que hasta ahora te parecía imposible. 

Permítete estos días ser iluminado por el amor de Jesús. “Tu luz, Señor, nos hace ver la luz”, dice el salmo (35,10). Contempla a Jesús; deja que la Luz de su Evangelio entre en tu vida. Ser iluminado por su sabiduría te abre a un mundo nuevo, un Reino en el cual todo lo que buscabas y esperabas para ser feliz se te ofrece como un sabroso manjar navideño.

En Nochebuena y Navidad acércate al Niño. Te está diciendo: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Dile: Abre mis ojos, “Señor, que vea” (Lc 18,41.42).  Pon tu fe, tu esperanza y tu amor en Él, y comienza a beber en la fuente de la sabiduría divina. Apacigua tu sed en Él. Será para ti un buen comienzo, un nuevo nacimiento, Navidad.

¡FELÍZ NAVIDAD!

Casto Acedo 

2 comentarios:

  1. Que Jesús abra nuestros ojos y nuestros corazones para "ver", sentir y caminar de su mano, tomándolo siempre como modelo de vida.
    ¡Feliz Navidad!.

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  2. Muchas gracias Casto por estas reflexiones de la Palabra del Señor. Me están ayudando a vivir el Adviento y a prepar la acogida de Emanuel en mi corazón. Feliz y Santa Navidad.

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