viernes, 15 de octubre de 2021

Al hilo de la Palabra (Domingo 17 de Octubre)


EVANGELIO, Mc 10.35-45

Se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:  «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»

Les preguntó:  «¿Qué queréis que haga por vosotros?»

Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»

Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»

Contestaron: «Lo somos.»

Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» 

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.

Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

* * *


Les pasaba a los Zebedeo lo que suele pasar a todos: soñamos y esperamos una religión, una sociedad, un mundo, maravillosos, en el que todo funcione a la carta, y, por supuesto, donde yo ocupe un cargo importante. “Cuando seas Rey siéntanos a tu lado, uno a la derecha y otro a la izquierda de tu trono”. ¿Quién no ha soñado nunca con triunfar en la vida? Ser importante, reconocido, admirado, un gran santo, un personaje al que todos respetan y rinden pleitesía. Vivimos todos, en mayor o menor grado, el sueño de ser algún día el centro del universo.

A Jesús le debió sorprender que, después de dar abundantes enseñanzas sobre el amor y el servicio, los discípulos sólo muestren interés por satisfacer sus ambiciones personales. Es francamente decepcionante: los llamados por Jesús a ser servidores obsesionados por ser servidos. Muy fuerte. Tan chocante que el evangelio de san Mateo, escrito al hilo de san Marcos, pone la petición en boca de la madre de los Zebedeo, como queriendo justificar la impostura por el desmedido amor de la madre. Aquí es ella quien hace la petición: “Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda” .(Mt 20,21).

Los privilegios que piden los Zebedeo son señal inequívoca de que no habían entendido nada. Jesús no predica un reino de este mundo sino el reinado de Dios en el interior de cada persona, cada acontecimiento y cada institución, una conversión del corazón, un cambio de mentalidad que saque a cada cual del encerramiento en sí mismo y lo ponga al servicio del prójimo.

Jesús quiere sanarnos de una enfermedad tan común como ignorada: las ansias de tener y poder; enfermedad que lleva al delirio de confundir los sueños con la realidad, a vivir dormidos soñando lo que no somos, a aspirar a ser lo que nunca seremos, y a  poner la esperanza de realización personal en sueños inalcanzables. Todos queremos estar en la cima de la pirámide, algo que, además de imposible, es causa de  disputas. “Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan”. Se indignaron porque también ellos aspiraban a ocupar esos puestos. ¿Qué podrá hacer Jesús con semejante pandilla? Paciencia y volver a empezar.

De momento, les enseña que su percepción de la realidad es errónea. “No sabéis lo que pedís”, porque pedís algo que no me corresponde a mí daros, ¡dejad que el mundo funcione a su ritmo en eso de dar cargos!, vosotros vivid sin aspirar a ninguno de ellos; no los busquéis, y si os dan un puesto importante aceptadlo sólo si veis en él una oportunidad para un mayor servicio. Porque vuestra felicidad no está en ser servidos (dependería de circunstancias externas) sino en todo amar y servir (hacer todo en gratuidad amorosa).

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Uno de los problemas que tenemos como personas religiosas es el de los sueños. Hacemos de la religión un sueño, una existencia ideal. Voy a misa, recibo sacramentos, rezo, doy alguna limosna, incluso colaboro en las tareas parroquiales, pero cuando la vida aprieta, cuando la realidad aparece con un grave problema personal, familiar, laboral o de otra índole, nuestra fe se derrumba. ¿Por qué? Tal vez porque consideramos a Dios como uno más de los muchos elementos o personas que deberían estar a mi servicio, un "dios útil". Y cuando ya no me resulta práctico, se derrumba mi religiosidad.

Jesús quiere ayudarnos a despertar a la realidad. “¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?”. ¿A qué se refiere Jesús con estas palabras? ¿Qué cáliz va a beber Jesús o qué bautismo va a recibir? Esta claro que habla de su vida y a su muerte como donación total, como servicio absoluto. Es como si dijera: ¿Estáis dispuestos a morir conmigo? ¿Aceptaréis de buen grado el ser los últimos en la base de la pirámide? ¿Aceptaréis la cruz? Porque es ahí a donde os quiero llevar. Y no porque os desee males y sufrimientos, sino porque os quiero, y porque sé que vuestros sufrimientos son causados precisamente por vuestras ambiciones personales. Estar en la base, ser humildes en el servicio, soltar amarras, es la clave de la verdadera  felicidad.

Analiza tus fracasos y tristezas ¿acaso no esconden detrás una frustración de deseos y aspiraciones? Si en lugar de vivir egoístamente ambicionando dineros, buena fama, cargos, títulos y demás fanfarrias, vivieras el desapego de todo eso, no sufrirías su carencia y vivirías en libertad. No se trata de que prescindas de todo, sino de que no les des el corazón. La vida te la juegas en tu interioridad, en vivir compasivamente, que no es otra cosa que des-preocuparte de tus deseos y vivir atento a las necesidades de tu prójimo.

Cuando no hay conexión entre tus prácticas religiosas y tu vida, es que vives la religión como un sueño, una fantasía, una mentira. Piensa simplemente en qué cambiaría en tu vida (oraciones y cultos religiosos aparte) si no creyeras en Dios y en Jesucristo. Si tu respuesta es "cambiaría poco o nada" es que necesitas despertar al amor y la religión real y auténtica, la que se juega en la calle, en la familia, en el trabajo, en las diversiones, etc. Vives en los mundos de yupi y deberías aterrizar.

Este domingo, además de para ir a misa, aprovecha para visitar algún enfermo, hacer ese favor que alguien está esperando de ti, acercarte a perdonar al que te ha ofendido; apagar la televisión y charlas o jugar con tus hijos, … entonces sabrás que la religión ha cambiado algo en tu vida, y sentirás el gozo y la libertad que da el servir.

Beber del cáliz del Señor no es solo ir a misa el domingo, es hacer de tu vida una donación, una entrega.  
“El que quiera ser grande,
sea vuestro servidor;
y el que quiera ser primero,
sea esclavo de todos”
Feliz domingo. Bendiciones. Primero Dios.

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Un comentario más amplio en:

Trujisampe@gmail.com. Octubre 2021.
Casto Acedo

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